Elegancias. Nadie llevó el esmoquin como Cary Grant. Era elegante, seductor,
divertido como un niño travieso. Podía sentarse en el suelo vestido de
esmoquin o meterse en la ducha con él y seguir siendo el hombre más
apuesto del mundo. Hay que tener mucha percha para ponerse un esmoquin y
no parecer un Mortadelo. Pablo Iglesias no es Cary Grant, pero la otra
noche, en la gala de los Goya, aunque el esmoquin le quedaba algo
desgarbado y se veía que no era de corte exclusivo, sino más bien
alquilado
en Alcampo, demostró algo que le estaba haciendo falta a la hipócrita y
sucia política española: que la elegancia va por dentro, que la
elegancia no es cuestión de dinero o de ponerse un traje Camps más o
menos caro, sino de principios, de ideales, de orgullo limpio y racial.
Iglesias se puso el esmoquin y asombró a todos porque demostró que un
proleta, un gato callejero, un desclasado del apartheid económico en que
vivimos, puede codearse con las élites culturales y políticas y pasear
su nombre impoluto por una alfombra roja infestada de gente estúpida y
clasista. Fue un juego divertido y transgresor, provocativo e
irreverente que un bolivariano como Iglesias se pusiera el esmoquin
aristocrático y poderoso, mientras Pedro Sánchez se quitaba la etiqueta
para parecer más rojo y a Albert Rivera el esmoquin le quedaba como el
culo, dándole aspecto de tipo aún más encorsetado, pijo y embutido de lo
que ya es. El esmoquin de Iglesias, adornado con coleta apache, fue un
grito de transgresión en medio de la pasarela del mediocre cine español,
un cine superficial, hortera y biuti, salvo excepciones. A mí me gustó
ver a Iglesias con esmoquin. Demostró que no solo sabe manejar la
tragedia, sino también la comedia Lubitsch de altos vuelos sin dejar de
parecer un hombre auténtico. La pena es que no se lo ponga más veces.
Mayormente para ir a ver al Rey.
Cosas de la "familia". El PP ha dejado sola a Rita. Abandonada a su suerte, desamparada, tirada
como una colilla. Un juguete roto Rita, una muñeca pepona con un ojo a
la virulé y una calva en la cabeza, en eso se ha quedado la gran
marquesona del Turia. Así se las gasta la mafia. Mientras sirves a los
fines de la organización todo son parabienes, palmaditas en la espalda y
bolsos de Vuitton. Pero cuando vienen mal dadas, cuando la Policía mete
la nariz en la familia, si te he visto no me acuerdo y
que
parezca un accidente. Ya ha empezado el ajuste de cuentas, el castigo,
la vendetta. La están dejando caer como una manzana podrida. La imagen
de Rita, asomando el ojillo paranoico y huraño tras la ventana de su
pisaco valenciano, como una vieja del visillo cualquiera, revela lo sola
que se ha quedado la mujer. Sola, olvidada, defenestrada. En el partido
ya nadie quiere acordarse de cuando era la fallera mayor del negocio,
cuando el dinero entraba a espuertas por las cañerías de los palacios de
Calatrava, cuando los ferraris aparcaban en el ayuntamiento y los
maletines florecían en la tierra de las flores, de la luz y del color.
Entonces Rita era la alcadesa de España, la reinona del Reino, la señora
que ponía la festa verbenera a todo trapo, los castillos artificiales,
la traca, los güiscazos y el caloret. El PP se calentaba las manos
sucias al fragor del fuego fallero al que ella misma metió mecha. Nada
de eso queda ya. Valencia, negra de tizne y fango, ha ardido de
escándalos por los cuatro costados. Solo quedan las cenizas tristes, los
rescoldos de la orgía y la miseria de un pueblo. Y una anciana sola y
olvidada que baja las persianas lentamente y observa, hosca y huidiza,
desde su atalaya tambaleante.
Viñeta: Igepzio
No es mi intención hacer escarnio sobre esto. Pero la actitud cínica e hipócrita de las manifestaciones que hacen muchos políticos sobre el fallecimiento de este controvertido icono sobre la corrupción de este país. Ahora todos son reconocimientos y frases habituales que párece ser y de forma espontánea afloran sin ningún esfuerzo.
ResponderEliminarNo quiero pensar mal pero a mi juicio, más de uno, sobre todo aquellos que están involucrados y relacionados con todos estos casos de corrupción de los que presuntamente están imputados, más de uno creo que estarán pensando para sus adentros...Ufff. De la que me he liberado. Porque como hace unos días decía la Vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, Rita vale más por lo que calla que por lo que habla, cuando no se ha llevado y nada bueno que podría haber descubierto a muchos de su formación que ahora dicen sentir una gran consternación.