miércoles, 10 de febrero de 2016

LOS PELIGROSÍSIMOS TITIRITEROS

Caza de brujas. Los titiriteros en la cárcel, Manuela Carmena implorando perdón, la Justicia plegada a la venganza más abyecta, Rita Maestre perseguida como una bruja de Salem por una locurilla de juventud, Jiménez Losantos destilando bilis como un orco de colmillo retorcido. El auto de fe inquisitorial consumado de principio a fin. ¿Qué más quiere esta derecha revanchista y ultracaníbal? ¿Prender una hoguera en medio de la plaza pública y quemar vivos a los marionetistas y rojos entre efluvios de incienso y cantos gregorianos? ¿Qué pretenden, sacar los potros de tortura a la calle y poner a Rouco Varela, crucifijo en alto, al frente de la procesión carnavalesca? Los guiñolistas cometieron una falta, ni siquiera un delito, y deberán ser sancionados por ello con el Código Penal justo y pacífico. Además, las responsabilidades políticas se están depurando. Es muchísimo más de lo que suele hacer el PP cuando la Policía caza a un raposo delincuente de los suyos. Aún estamos esperando que Rita Barberá se explique, que Gómez de la Serna deje el escaño, que Mariano Rajoy justifique tanto encubrimiento a tanto ciudadano ejemplar. Justicia no es venganza, ni ensañamiento, ni limpieza étnica por razón de ideología, pero la derecha incivilizada de este país siempre gana por aplastamiento del rival, por exterminio absoluto, por aniquilación total. No deben quedar supervivientes. Así es como entienden ellos la democracia. Van de defensores de los niños, de garantes de los valores patrios, de abogados de las víctimas del terrorismo y no sé cuántas cosas más, pero en los días negros del 11M, cuando tenían que demostrar nobleza y dignidad, ellos no pensaron para nada en las víctimas, solo pensaron en convencer al pueblo, con mentiras y subterfugios, de que había sido ETA. ¿Y qué crimen tan execrable ha cometido Rita Maestre, soltar cuatro consignas revolucionarias, gritar a los cuatro vientos "el Papa no nos deja comernos las almejas", airearse las domingas en una capilla? ¿Es justo juzgarla y condenarla por una cuestión moral, someterla a una caza de brujas macartista, al más puro escarnio del auto de fe, aplicar el Código Penal como si de una Biblia se tratara? Los titiriteros en el trullo y el banquero Blesa en la calle. Los artistas ambulantes perseguidos y ellos con los bolsillos llenos. La joven de Podemos a un paso de la cárcel por dejarse ver los pechos. Están mezclando religión con política, velocidad con tocino, churras con merinas. Delito con moral. Ha vuelto la Santa Inquisición, solo falta Torquemada en el balcón del ayuntamiento. Soltando espuma por la boca.

El teatrillo del PP. La portada de Charlie Hebdo que tacha a nuestro país de "dictadura" y califica a nuestro ínclito ministro del Interior de hombre que está "como una cabra" es, por lo visto, un fake. Pero la noticia de la detención de los dos titiriteros sigue ahí, rodando por el mundo, para bochorno, befa y mofa de nuestra España superdemocrática y superdefensora de los derechos de la infancia. Otra vez la marca España por los suelos, otra vez la imagen de país bárbaro y atávico que encarcela a los artistas críticos con el régimen, como sucede en China, Corea del Norte o Irán, ahora que Inda ha puesto tan de moda a Irán. Lo que nos faltaba, que piensen que aquí somos talibanes que practicamos la caza de brujas contra quien se sale del Corán del pensamiento único. Un Gobierno no puede ponerse la camiseta de 'Todos somos Charlie Hebdo' un día y al día siguiente emprender un auto de fe contra dos artistas, solo porque hacen una sátira política con la que uno no está de acuerdo. Pero es lo que hay. Nuestro ministro considera que un teatrillo de guiñol es más pernicioso para la salud de los niños que dejarlos sin comedor escolar o sin estufa o abandonados a su suerte en los hospicios de Cáritas. Es la hipocresía de siempre y una nueva vuelta a aquellos tiempos del franquismo, cuando los pequeños pasaban hambre y frío en las escuelas pero su integridad moral y su cristiandad estaban plenamente garantizadas. Los titiriteros cometieron un error de programación, representaron una obra que no era apta para niños en carnaval, sino más bien para un día del Aberri Eguna. Pero emprender una cruzada contra esos pobres diablos para desviar la atención de la mafia que dirige el Partido Podrido no es de recibo. Como montaje publicitario es bastante mejorable, por burdo. "Los hombres, en general, no son sino marionetas maltratadas por un titiritero", decía Papini. Y este Gobierno que tenemos nos trata como si fuéramos eso, simples marionetas torpes que puede manejar a su antojo. La calidad de una verdadera democracia se mide por el grado de tolerancia hacia las expresiones artísticas disidentes con el poder establecido. La irreverencia, la transgresión, la sátira, son ingredientes básicos en un Estado que se dice de derecho. Por esa razón, emprender una caza de brujas macartista contra saltimbanquis y juglares es algo más propio de los tiempos bárbaros de la Inquisición que del siglo XXI. Ser un auténtico demócrata, practicar la liberté, egalité y fraternité es mucho más que ponerse una camiseta de Je suis Charlie cuando conviene. Que quedará muy típica, pero no cuela.

Viñeta: El Koko Parrilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario