Yo de mayor quiero ser como Rita. Ni que me toque la quiniela, ni el
euromillón, ni que me salga un abuelo Florenci por ahí, en Suiza o en
Andorra, un suponer. Nada de eso. Yo como Rita, como ella, igual que
ella. Rita se levanta por las mañanas y en vez de ir a trabajar al
Senado, a fichar como dios manda, a dar el callo y a poner leyes por el
bien del país, se va a la pelu, o a pasear al perro o al Corte Inglés a
comprarse un modelito rojo, otro más (cambie ya el rojo, señá Rita, que
el rojo no se lleva este año y además engorda y no le favorece nada, no
sé si se lo han dicho después de tantos años). Rita, sin pegar ni chapa,
por el morro, por la face, se levanta 4.636 euros de vellón, toma
castaña, chúpate esa marquesa, y eso sin tener en cuenta las dietas por
desplazamientos, taxis, comidas y demás chanchullos varios. Rita se pone
fina de dietas, pero nunca está a dieta. Rita se lo ha montado muy
bien, vive la vida loca, trinca de aquí y de allá, del Senado, del PP,
del carguete que va aguantando como puede sin dimitir, sin hacer nada,
solo dándole a la mui, al palique fino, al piquito de oro. Ella no
necesita trabajar porque tiene la retórica sofista muy bien entrenada y
hoy da una rueda de prensa para decir que es superinocente de todo y
mañana la da para acusar a Felipe González de montar el Gal y al día
siguiente para darle las gracias a Paco Camps o para contar cuatro
batallitas viejas de la America's Cup o de la Fórmula uno, cuatro
tonterías de nada que si se saben contar con arte y salero, como las
dice ella, con ese gracejo, con caloret, dan el pego ante los
periodistas sin problema ninguno. Qué más da lo que diga Rita si lo importante
es el trinque de la nómina tonta, el cobrar sin trabajar, el cifrar a
final de mes sin pasar por el Senado ni para preguntar por la mujer del
conserje, que está con la gripe la pobre y nadie se acuerda de ella. Qué
más da que los de la UCO sigan acumulando papel y contratos sucios,
metiendo micrófonos en las alfombras putrefactas del ayuntamiento, investigando,
indagando, husmeando en todos lados. El que pudiendo no evita el delito,
lo consiente, dice el gran Séneca, y ya todos los amigos de Rita del PP valenciano están
en la cárcel, por consentidos, por mimados, por permitidos, así que para
qué angustiarse ya. Rita se lo está montando fetén, a tope con la Cope,
y uno de mayor no quiere ser ni actor de cine, ni celebrity, ni
concejal de Urbanismo, ni Pequeño Nicolás, ni Neymar ni un Justin Bieber
de la vida, ni nada. Uno quiere llegar a Rita, igualarla, imitarla, ser
como ella, siquiera parecerse un poco, porque ahí está el secreto, la
conquista de la felicidad, que diría Bertrand Rusell, llenarse el
bolsillo sin pasar por el curro, convertirse en una fábrica con patas de
hacer dinero fácil, montarse en el dólar sin dar un palo al agua. Rita,
entre cardado y cardado en la pelu, entre boutique y boutique, entre
taxi y taxi para no ir a ninguna parte y entre copazo y copazo, se lo ha
sabido hacer. Yo de mayor quiero ser como ella. Como Rita, coño.
Viñeta: Igepzio
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