(Publicado en Revista Gurb el 19 de febrero de 2016)
Don Mariano a sus amigos del partido los
quiere mucho. Los aprecia, los adora, los ama. Pero sobre el presidente
pesa la maldición del gafe gallego y a todo aquel que le echa el mal de
ojo del amor siempre termina en el juzgado. Parece inocente el
registrador de Santa Pola, pero nada de eso, si se encariña con uno
puede darse por muerto. Todo empezó con Bárcenas, el pobre diablo que se
creía un dios porque cortaba el bacalao de los sobres, pero cuando
Mariano se fijó en él, cuando le dijo aquello tan romántico y bonito de "Luis aguanta, sé fuerte", todo el mundo del tesorero se vino abajo.
Luis aguantó por amor y por dinero, más por dinero que por amor, y así
terminó el hombre, arruinado, procesado, regalando bermudas de todo a
cien a los presos de Soto del Real. Más tarde Mariano se le declaró a
Carlos Fabra, de quien dijo era un ciudadano ejemplar, y así ha acabado
el tótem de Castellón, pudriendo sus huesos caciques en el penal de
Aranjuez, con el chándal de presidiario puesto y bebiendo cocacolas de
contrabando en el patio de la prisión, como publica la Interviú. Y qué
decir de Rus. Con éste fue aún más fogoso y sentimental cuando le soltó
en público (qué fuerte) aquello de "Alfonso te quiero, te quiero coño;
tus éxitos son mis éxitos". Hay amores que matan y el amor de Mariano es
tan fuerte y bravo que es capaz de darlo todo y hasta de soltar un coño
por su boca, algo que no había hecho desde los tiempos del instituto,
cuando los curas del Opus le lavaban la boca con jabón de La Toja si
soltaba un taco vulgar.
Qué bonito es el amor de Mariano por sus
fieles, qué poético, que becqueriano todo, pero qué dramático, qué
finales tan oscuros, tan pesimistas, tan sórdidos. Mariano es como un
volcán en erupción, como un torbellino de pasión, como una maldición
poderosa que lo arrasa todo a su paso. Cuando Mariano ama es como una
vampi del cine negro, una poderosa Afrodita que amando los mata y
matándolos los ama, una Helena de Troya que enciende la llama del amor y
de la guerra en el partido (mayormente entre gallardonistas y
aguirristas). Mariano es como la Ava Gardner de Forajidos que
llevaba el mal dentro de sí e iba fumándose amantes como quien se fumaba
un cigarro, un mátalos callando, un hombre fatal que con solo amarlos
los arruina de por vida como flores marchitas. La lista de enamorados
echados a perder es larga, triste, patética. A Camps le dijo que siempre
estaría detrás de él (una postura tan freudiana como embarazosa) y el
faraón de Valencia acabó paseando sus trajes de mil pavos por las
boutiques de los juzgados, aunque al final se saliera de rositas. A la
desgraciada Rita también la marcó con su amor desde que le dijo que la
quería mucho. Fue en un mitin agosteño, al caloret valenciano, delante
de todos, y ahí empezó la maldición gitana de la Guardia Civil que
persigue a la alcaldesa. Desde entonces la pobre Rita no levanta cabeza,
anda sola, apestada, desnortada y huraña. Rita se ha encastillado sin
salir a la calle, loca de amor como Juana la Loca, y todo por la pasión
brutal de Mariano, porque Mariano, ya saben, defiende a muerte a sus
novios y novias, los justifica, los ama mucho y a corazón partío, pero a
la hora de la verdad, llegado el momento, cuando alguno mete la zarpa,
la gamba o se queda en bragas, termina mal, esposado por los de la UCO o
medio trastornado o metido en el trullo. Todos han ido cayendo, uno
tras otro, cuando el gafe gallego los amaba y piropeaba: Rato, Matas,
Granados… No nos quiera usted tanto, jefe, que nos pega la peste,
deberán estar pensando ahora todos ellos. Porque los mensajes de amor de
guasap que envía Mariano no son mensajes buenos propiamente dichos, son
señales frías del destino, el mal fario de La Familia siciliana, y
cuando te llega un mensaje de Mariano ya te puedes dar por jodido. Que
se lo pregunten si no a Espe. "Te entiendo", le ha dicho el presidente
nada más presentar su dimisión la lideresa. Un lacónico "te entiendo",
un "te entiendo" escueto, cortante y distante, así se las gasta el galán
compostelano, toda una vida juntos para terminar con un "te entiendo"
de mierda, que es como un dejarla caer, un abandonarla en el río de la
vida, un dejar tirado al amor como una alpargata vieja. Claro que entre
Espe y Mariano hace mucho que no hay ojitos, ni poemas, ni tocamientos,
ni nada, porque Espe no es la niña de sus ojos, ya no es joven y fértil
en políticas de Estado como Soraya o la Cospedal. Y es que se les rompió
el amor de tanto usarlo. Como dice la Jurado.
Ilustración: Cruz
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