(Publicado en Diario16 el 6 de junio de 2020)
Vox va camino de situarse como el partido más ultra de toda Europa. En las últimas horas, la formación de Santiago Abascal no solo se ha alineado con Donald Trump en sus políticas supremacistas y en la estrategia de represión contra los manifestantes que protestan en las calles contra el asesinato de George Floyd a manos de un policía segregacionista, sino que ha anunciado la presentación de una iniciativa en el Congreso de los Diputados para que se celebre con actos oficiales el quinto centenario de la “conquista” de México. Llama la atención que Vox pretenda relanzar la imagen de la España más imperialista y racial precisamente en este momento, cuando el pueblo norteamericano resucita el sueño de Luther King y pelea por los derechos de los negros. Todo apunta a que los ultras españoles han iniciado una de sus habituales campañas de propaganda política, esta vez en clave xenófoba para apoyar al apurado jefe yanqui.
En su ensoñación mítica delirante, Vox insta a impulsar actos festivos sobre el quinto centenario en colaboración con el Gobierno mexicano y a superar interpretaciones “chauvinistas” y “negrolegendarias”, un término peyorativo elegido con toda la intención. Además, considera que lo que fue una sangrienta conquista y un genocidio de los pueblos indígenas puede servir como “lección de historia” para los alumnos de nuestras escuelas, de modo que exige reivindicar la figura de Hernán Cortés, uno de los personajes más siniestros y sanguinarios de nuestro panteón de celebridades. No hay más que darse una vuelta por cualquier ciudad de México para concluir que Cortés es una figura poco simpática y querida en aquellas tierras, aunque Vox se empeñe en hacerlo pasar por un gran héroe de la españolización. Sucesos como la matanza de Cholula de 1519, en la que más de 5.000 nativos desarmados fueron masacrados en apenas seis horas por orden del conquistador, o la brutalidad que el militar demostró como gobernador de la Nueva España (y que llevó al Consejo de Indias, órgano asesor del rey, a despojarlo de su autoridad) le han granjeado una leyenda negra de hombre de armas cruel y despiadado.
Sin embargo, para Vox todas aquellas brutalidades son “grandes hazañas, hitos de la historia universal”, una forma bastante simplista y sectaria de entender la complejidad de los hechos y acontecimientos que ocurrieron en América tras el desembarco de Cristóbal Colón. En realidad, interpretaciones de este estilo forman parte del intento de Vox por reconstruir un pasado alternativo, legendario, una España imperial y grandiosa que ya no es (si es que algún día lo fue). Hoy la mayoría de los historiadores son críticos con la colonización española del nuevo mundo. Todo imperio tiene sus luces y sus sombras, también el fundado tras la empresa financiada por los Reyes Católicos, pero Vox se empeña en convertir la historia de España en un tebeo de El Jabato para disfrute de mentes simples a las que no les interesa profundizar demasiado porque eso exige un esfuerzo de investigación y lectura y leer cansa mucho y quita tiempo a las caceroladas de por la tarde contra el socialcomunista Pedro Sánchez. La misma técnica de reducción a lo esquemático y de absurda exaltación de un pasado que fue más bien negro y sórdido es utilizada por los propagandistas de Vox cuando se refieren al franquismo, al que tratan de maquillar como una época de felicidad y prosperidad para todos los españoles, cuando fue exactamente todo lo contrario.
Vox pretende convertir lo que fue claramente un horror y un error histórico en una fiesta nacional que convendría no festejar demasiado. La propaganda de los cuentistas de la nueva Falange resulta abracadabrante, no solo por lo que tiene de ocultación de un genocidio, el de los pueblos precolombinos, sino por el sarcasmo que supone relanzar la idea ya superada de aquel imperio español “integrador”, “civilizador” y “salvador en lo religioso”. Lo de Hernán Cortés fue simple y llanamente una conquista militar, una invasión, la devastación y sustitución de una cultura avanzada y esplendorosa por otra con el único fin de expoliar los tesoros de Tenochtitlan y las magníficas pirámides de oro. En su segunda carta dirigida a Carlos I de España, el mismo Cortés llega a describir Cholula como una bellísima gran ciudad −similar a Venecia− con más de 20.000 casas y 365 templos magníficos. Todo aquello fue arrasado por los españoles en una guerra de ocupación. Sin duda, aquella gente no necesitaba que unos señores blancos con cascos y arcabuces llegaran de otro mundo, casi de otro planeta como dioses terribles, para imponer su fe cristiana y su estilo de vida. Con la lógica histórica en la mano, el descubrimiento fue una aniquilación; el encuentro un exterminio. El aplastamiento de un pueblo a manos de otro más avanzado tecnológicamente, sobre todo en el aspecto armamentístico y militar. Sin embargo, las mentes pueriles de Vox siempre imperialistas, siempre eurocéntricas y supremacistas, no alcanzan a comprender la belleza de todas aquellas sociedades nativas que terminaron siendo borradas del mapa. Solo ven gente en taparrabos, negros subdesarrollados, presas fáciles para la eterna cacería colonial del hombre blanco. Tal como Trump ve a los afroamericanos tiroteados y asfixiados por los tercios policiales de Minesota, guardianes del nuevo imperio americano que, más tarde o más temprano, también acabará desplomándose.
Viñeta: Igepzio
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