lunes, 1 de junio de 2020

LA FRANCOTIRADORA


(Publicado en Diario16 el 1 de junio de 2020)

Cayetana Álvarez de Toledo, el nuevo verso suelto del PP que goza de patente de corso firmada por Pablo Casado para cometer cualquier tipo de exceso verbal, ha pensado en abandonar el partido. Y no lo dice un periódico de la izquierda subversiva; lo confirma el diario El Mundo, nada sospechoso de panfleto comunista. Según el rotativo madrileño, un diputado del entorno de Álvarez de Toledo revela que la política hispano-argentina “ha estado a punto de largarse dos o tres veces”, y que esa decisión la ha meditado por un “notable hartazgo”. “Algún día se ha cabreado ante lo que considera ataques de Génova y ha dicho: Esta no es mi guerra, me voy. Pero tiene un gran compromiso con su gente y con sus fichajes”, aclara el misterioso informante.
Lo que no dice Cayetana, porque ni confirma ni desmiente la información, es qué le ha llevado a esa incomodidad con sus superiores y compañeros. ¿Está descontenta porque los barones no la apoyan suficientemente? ¿Se siente insatisfecha porque pese al respaldo de las FAES (en definitiva de Aznar) no tiene el mando y control absoluto del partido para darle el giro ultraderechista que a ella le gustaría, hasta lograr la refundición con Vox, formando un gran bloque de derechas extremas que derribe finalmente al Gobierno de coalición? Tampoco lo aclara.
De momento la historiadora y tertuliana seguirá en el partido, pero es evidente que su presencia provoca irritaciones, desencuentros, división de opiniones entre los fans “cayetanistas” y sus detractores, tal como ya adelantó Diario16 días atrás. Cayetana no solo no es del gusto de los moderados que se resisten a que el PP abandone definitivamente la senda de la derecha clásica marianista para dar el giro falangista y el salto al monte, sino que tampoco agrada a algunos miembros de la Ejecutiva nacional. Los estrategas no ven con buenos ojos que Casado le consienta todo a su apadrinada, incluso que la portavoz pueda permitirse desviar el foco del escenario, como la gran estrella del espectáculo, para brillar con luz propia. Fue precisamente eso lo que ocurrió el día que tildó de “hijo de terrorista” a Pablo Iglesias.
El último en corregirla en público ha sido el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo: “Basta ya de este tipo de espectáculos parlamentarios”, dijo tras el grave incidente en el Congreso de los Diputados. El líder gallego insinuó que las palabras de la portavoz fueron “un grave error”, ya que la oposición no debería caer “en las provocaciones” perdiendo “los papeles”. “Ningún compañero de mi partido debe entrar al señuelo del Gobierno para crispar”, sentenció dejando claro que no va a permitir que nada ni nadie ponga en riesgo su más que segura victoria en las autonómicas.
Pero de momento Cayetana Álvarez sigue teniendo licencia para matar dialécticamente, como una agente del PP que funciona por libre, individualmente, con entera libertad e independencia. Por eso se salta las estrategias cuando le viene en gana, por eso pasa de la disciplina de partido cuando se le antoja, lo cual escuece en muchos despachos de Génova.
“No se va; no está en esa idea (…) Seguirá igual, resistiendo el fuego amigo (…) Ella se siente atacada constantemente pero no va a hacer bloque contra Génova”, aseguran las fuentes de su entorno. Mientras Casado tenga el poder en el partido, la lengua afilada y venenosa de Cayetana va a seguir funcionando porque para eso le pagan y para eso la quiere el jefe. De momento, ya ha concedido una entrevista al ABC en la que se reafirma en su estilo bronco y en sus formas parlamentarias duras, despiadadas, de brocha gorda. “Matar a personas no es ser un demócrata. Y pertenecer al brazo armado de una organización política como el Partido Comunista marxista-leninista no es ser un demócrata; eso es formar parte de una organización terrorista, que es como se califica el FRAP”, persiste la portavoz popular sin dar un solo paso atrás. “El padre de Iglesias formó parte del antifranquismo antidemocrático, el que utilizaba métodos violentos: el terrorismo. Estas personas no contribuyeron a la Transición, como dice su hijo o Irene Montero. Falso. La democracia la trajeron los reformistas, desde el régimen y desde la oposición: Torcuato Fernández-Miranda, Adolfo Suárez, Santiago Carillo, etcétera: personas de todo el espectro político, pero demócratas todos ellos”. Y termina su rejoneo apostillando: “De ahí su vinculación [de Iglesias] con ETA, con el mundo de la violencia, con el golpismo, con el separatismo catalán unilateralista (…) Se presentan como demócratas por antifranquistas, y eso es lo que hay que desmontar (…) Podemos es anticonstitucional”.
Pero, pese a que Cayetana tiene salvoconducto para todo, bien haría en mirar a sus espaldas cuando camina por los intrincados y amenazantes pasillos del partido, ya que no parece tan imprescindible como ella cree. Durante la crisis del coronavirus, el propio Casado ha apostado por caras veteranas, los de siempre. En las últimas ruedas de prensa se ha podido ver a ex ministras como Ana Pastor (la elegida para la Comisión de Reconstrucción del país) y Elvira Rodríguez en primera línea mediática. Es evidente que en el asunto de la epidemia el partido no cuenta con ella y la dejan con su propia agenda de temas menores, con sus improvisadas jam session y su diccionario del insulto castellano para Plenos calientes. Cayetana va a seguir, de eso no cabe duda. Pero ya es como una solitaria francotiradora apostada en los escaños altos del Congreso que puede ser abandonada por el Alto Mando, en tierra de nadie, en cualquier momento. Por mucho que el abuelo Aznar le haya echado un cable en el minuto más crítico y complicado, Cayetana tiene todas las papeletas para ser un nuevo juguete roto de la siempre voraz, ingrata e implacable maquinaria popular. Aunque en cierto modo, y como a otros rebotados, siempre le quedará la última puerta de Vox.

Viñeta: Igepzio

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