(Publicado en Diario16 el 4 de marzo de 2021)
Al comisario Villarejo le han abierto la puerta de la jaula para que vuele un rato, se airee y deje de dar la barrila con sus audios, auténticos Episodios Nacionales que ni Galdós. Al hombre lo han tenido encerrado en prisión preventiva más de tres años y por mucho que haya largado de las cloacas del Estado, de ricos y famosos, de reyes y plebeyos, no era plan de tenerlo en la trena sin un juicio justo. Unos meses más y hubiese expirado el plazo legal de la prisión preventiva. Entonces hubiesen llegado los jueces del Tribunal Europeo a tirarle de las orejas a sus homólogos españoles, a pedir explicaciones y a preguntarles qué pasa aquí, colegas, cómo tenéis a ese tío en prisión como si fuera un Conde de Montecristo cualquiera o un secuestrado por el Estado Islámico sin garantías legales. No era de recibo. Los hombres de Lesmes no han querido correr el riesgo y mucho menos después de haber puesto a la sombra al rapero Hasél, un episodio que ha degradado aún más la imagen internacional de nuestra Justicia.
Está claro que han tenido encerrado al señor de las cloacas, durante años, y no han querido juzgarlo, quizá porque no interesaba. Y al final Villarejo ha salido de Estremera como de puntillas, por la puerta de atrás, sin hacer demasiado ruido. Dice la press madrileña que el juez García-Castellón ha acordado su libertad provisional con medidas cautelares para evitar que le entre la tentación de darse a la fuga, como ya hizo en su día Roldán, otro célebre del Museo de Cera que sabía demasiado, en su caso de la corrupción felipista. Del ex director general de la Guardia Civil Francisco Umbral decía que siempre llevaba una cápsula en la dentadura con un líquido venenoso para masticarla a tiempo y “morirse antes de que lo maten o le hagan alguna otra putada aún mayor, un martirio chino, que en su caso sería laosiano” (recuérdese que el calvo jefe de los picoletos se fugó a Laos con los famosos papeles de los que nunca más se supo).
Quieren convertir a Villarejo en el Roldán de hoy. De momento, no consta que el policía largón guarde una cápsula entre los piños, aunque lleva meses advirtiendo de que hay mucha gente en España que lo quiere mal y que sueña con meterle una cucharadita de polonio en la sopa para liquidarlo por la vía intestinal. En cuanto a los papeles, él es más de grabaciones y se sospecha que guarda, en lugar secreto, hasta 5 terabytes con material sensible sobre la jet. Desde que amenazó con sacar el arsenal, medio país sufre de insomnio crónico.
En cualquier caso, la ira de Villarejo contra el Estado promete no tener un final. Lo malo de la venganza es que no descansa nunca. Fue Balzac quien dijo que en todo ajuste de cuentas el más débil es siempre el más feroz, y en este caso el señor gordito e insignificante de la boina y la carpetilla bajo el brazo puede cambiar la historia de España con un titular amarillo de los de Inda.
Ahora la Justicia pretende hacernos creer que con este personaje conviene andarse con cuidado por el evidente riesgo de fuga. Un paripé. A estas alturas del thriller, el comisario sabe que con todos los juicios y piezas separadas que tiene pendientes no podrá hacer planes al menos en los próximos veinte años. Ante semejante panorama judicial, no extrañaría que el hombre que ha arrinconado contra las cuerdas a la Casa Real española, a la banca, a los partidos políticos y a la clase empresarial esté pensando en poner pies en polvorosa.
Obviamente, nada más salir del chabolo, a Villarejo le han asignado unos policías de seguimiento que a partir de ahora se convertirán en su sombra. Además, se le ha ordenado comparecer a diario ante el juzgado, se le ha retirado el pasaporte, tiene prohibido salir del territorio nacional y la obligación de comunicar cualquier cambio de domicilio o residencia. Pero para un espía su hábitat cotidiano es el mundo entero y hoy está aquí y mañana allí o tomándose un té con Corinna en Londres.
Llegados a este punto cabe preguntarse si Villarejo es más peligroso dentro o fuera de la cárcel. Parece lógico pensar que de las dos formas es una bomba de relojería. En prisión está controlado, atado en corto, pero el día que le da el siroco, la rabia o la depre empieza a tirar de su particular archivo audiovisual del Estado y cada semana hay un serial turco sobre Juan Carlos I. Al menos fuera, en la calle, estará más relajado y tranquilo, quizá se olvide un rato de la adicción a la grabadora, quizá se vaya al cine o al Retiro a darle de comer a los patos, o eso al menos habrán pensado los de arriba, véase la cúpula judicial y el CNI. Así que por ahí conviene tenerlo suelto pero marcado en todo momento, como al Leo Messi de la corrupción que puede hacer una jugada maestra en cualquier momento.
¿Que existe un riesgo de fuga? Por supuesto que lo hay, pero quizá sea eso precisamente lo que están esperando los poderes fácticos, que Villarejo se la juegue, que le dé la ventolera, que se fabrique un pasaporte falso con la foto de un viajante de comercio con barba, bigote y gafas de sol y se pierda para siempre. Asunto resuelto. Ya pasó con Paesa, que puso una esquela en el periódico fingiendo su propia muerte. España es así, al que resulta molesto para el establishment y no se le puede meter entre rejas, ni hacerle un traje de cemento, ni suicidarlo o taparle la boca con dinero se le abre la puerta de los toriles y a correr.
Encarcelado o liberado, lo que está claro es que el futuro de la nación depende del estado de ánimo del comisario. Cada vez que le da por cantar o tirar de la manta tiembla España, lo cual no conviene. Un país no puede estar a expensas de si un tipo tiene acidez de estómago ese día porque no le han dado la condicional o la comida está fría y decide reventarlo todo. En cualquier momento se nos va la democracia al carajo, si es que no se ha ido ya, así que mejor darle unas vacaciones, aunque sea en Laos. La situación de absoluta crisis y decadencia del Estado la ha resumido muy bien Gabriel Rufián en uno de sus ingeniosos tuits: “Esta semana un rey fugado ha regularizado la décima parte de lo robado, unas infantas se han vacunado ilegalmente, unos jueces han absuelto a unos jefes militares que amenazaban con fusilar, se ha juzgado a unos académicos por el 1-O y Villarejo está en la calle. Y aún es miércoles”. Pues eso.
Viñeta: Igepzio
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