Imagen: elmundo.es
sábado, 28 de diciembre de 2013
CALATRAVA
Imagen: elmundo.es
jueves, 26 de diciembre de 2013
LA LUZ
miércoles, 18 de diciembre de 2013
CUENTO DE NAVIDAD
Imagen: masalladelcine.blogspot.com
lunes, 16 de diciembre de 2013
DE JOAN FONTAINE, LOLITA SEVILLA Y O´TOOLE
Hay noticias que producen estupor y furia (la familia sevillana muerta por una sobredosis de comida caducada); noticias que producen hilaridad (el arquitecto de Génova 13 entrando en la Audiencia Nacional con el casco de moto en la cabeza para que no le vean la jeta); y noticias que producen nostalgia, como la muerte de Joan Fontaine, Peter O'Toole y Lolita Sevilla, todo en uno. Hay algo extraño y mágico en el mundo del cine que hace que las estrellas nunca se vayan solas. Siempre mueren de dos en dos y hasta de tres en tres, como si el dios del celuloide quisiera concederles el último deseo de acompañarse entre ellas en una función final camino de la eternidad. Fontaine fue la rubia frágil e insegura, la rubia inteligente (también las hay) que enamoró al gordo/salido Hitchcock. Sus papeles de mosquita muerta elegante y casi frígida que las mataba callando gustaban mucho al personal y una de sus películas inmortales, Rebeca, terminó dando nombre a una prenda de vestir. Ponte una rebequita, nos decían nuestras abuelas cuando salíamos por la noche, a las fiestas del pueblo, para hacer maldades con las mozas. De Lolita Sevilla qué podemos decir. Que puso gracia, arte y salero a la Coplilla de las divisas, aquello tan típico y español de Americanos os recibimos con alegría, la canción de Bienvenido Mister Marshall, una película más vigente que nunca. Deténgase el sufrido lector de este blog en el fotograma en el que Pepe Isbert, Manolo Morán y la propia Lolita Sevilla entrelazan sus brazos y enfilan alegres y contentos por el pueblo para recibir al señorito yanqui, sustituya a esos grandes actores por Rajoy roneando en andalú, por Montoro con sombrero de Vinos Tío Pepe y a la Cospe muy pizpireta ella con su faralá y su peineta españolaza y tendrá el vivo retrato de un país que sigue esperando la llegada del Marshall de turno. Nada ha cambiado desde el cuarentañismo, salvo que hoy el amigo americano ya no trae leche en polvo de la NASA para los niños de la guerra y de la polio sino más bien el tocomocho del parque temático, como el fulano ése de Eurovegas que quería comprar España a golpe de talonario enfangado de whisky, juego y putas. Vivimos un déjà vú histórico, ya lo hemos dicho aquí otras veces, y hemos vuelto a la posguerra del pueblo llano viviendo la miseria de la manta y el brasero, la miseria de cartón y hojalata, la miseria de las latas caducadas y botulímicas que fumigan españoles como moscas, mayormente parados y miserables. Nuestra derecha patria sigue creyendo en el mito berlanguiano del papá yanqui que llega de la USA opulenta para rescatarnos de la pobreza monástica, negra, secular. Solo que esta vez el yanqui no llegará porque se ha largado con los asiáticos, que en cuestión de lujo se lo saben montar mejor, y el Gobierno se ha quedado sin su gallina de los huevos de oro de Minnesota. Así que a trabajárselo mejor, señor Rajoy, no todo va a ser echarse la siesta gallega y fumarse los puros de Moncloa (que ya no quedan puros para las visitas, oiga, un poquito de por favor) no todo va a ser esperar camastronamente a que llegue el sindicato del crimen americano a resolver los problemas de la España rota por la penuria y los levantiscos de Esquerra. Fontaine y Lolita Sevilla son dos grandes pérdidas, sin duda. Pero a mí la que más me duele es la muerte de Peter O´Toole. Nunca olvidaré cuando vi Lawrence de Arabia por primera vez en pantalla de cine, cinemascope y todo color. Una obra inmensa, épica, emotiva, colosal. Fue ese aventurero de ojos rabiosamente azules quien me enseñó que el hombre siempre está solo frente a su destino, que la soledad puede ser un desierto abrasador. Todo eso y una frase mítica: "Nada está escrito".
Imagen: rtve.es
viernes, 13 de diciembre de 2013
AY MONTORO, MONTORITO BRAVO
Imagen: genoveses.blogspot.es
jueves, 12 de diciembre de 2013
CATALUÑA CONTRA ESPAÑA
Imagen: cuatro.com
miércoles, 11 de diciembre de 2013
MARIANO, EL PELELE
Imagen: Un buen amigo.
viernes, 6 de diciembre de 2013
MANDELA
que da su vida por una causa justa, por el Bien platónico absoluto, por la humanidad. El Vaticano debería canonizar con urgencia a este ser único y divino y dejarse ya de beatos fabricados con falsos milagros y odios políticos. Mandela fue un Cristo negro que nació en un Belén con cabañas de adobe y paja, entre negras con pechos de trigo y cánticos tribales, entre antílopes de fuego y panteras nocturnas. Mandela fue el mesías de los esclavos negros, el hombre perseguido, encarcelado y torturado que se hizo un dios forjado a golpe de trabajos forzosos, canteras de sal y celdas de dolor y lágrimas. Veintisiete años entre rejas. Veintisiete. Cualquiera hubiera salido loco de aquella ratonera, loco y con el corazón lleno de odio y con ganas coléricas de matar, pero Mandela, el santo Mandela, salió con una sonrisa de niño inocente y una espada de amor que incendió el mundo. Soportó las más crueles torturas, fue aislado de la sociedad como una bestia rabiosa, recluido en un zulo infecto mientras el hombre blanco hundía sus manos crueles en los tristes diamantes y las damas pálidas se bañaban con sangre de negro. El apartheid fue el régimen político más infame que hayan visto ojos humanos desde que Hitler caminó sobre las montañas de esqueletos en Europa. África la trazó Rhodes con su cartabón ciego y racista pero Mandela la descosió después con su revolución amable llena de alegres tamtanes, pétalos y góspel, con su cabello plateado de gorila blanco, su sonrisa templada y su túnica púrpura de Zeus africano. Fue capaz de vencer la tiranía del hombre blanco con un simple partido de rugby. Tenía el cuerpo aún lleno de llagas y heridas cuando lo sacaron de la trena para abrazar a De Klerk, el mismo bóer de la Holanda manchada de crímenes que le había arrancado el corazón y el alma. Mandela lo abrazó como un hermano y juntos enterraron el apartheid para siempre. Hoy, por fin, hay democracia ateniense entre las tribus negras y los leones rugen con libertad. Ya no hay látigos capataces ávidos como serpientes. Los negros ya no son herramientas, ni yugos, ni palas, ni picos. Todo eso lo ha hecho un dios de ébano con el látigo simple de la paciencia. El tiempo es el mejor arma de la revolución. Veintisiete años tras las rejas, veintisiete años mirando al cielo lento tras los barrotes, veintisiete años soñando el sueño de Luther King, soñando que algún día el negro sería libre. Hoy te rezamos con gratitud, hermano Madiba. Cristo africano.
jueves, 5 de diciembre de 2013
LA HERNIA
miércoles, 4 de diciembre de 2013
LOS ENJUAGUES DE HACIENDA
Imagen: El Roto
martes, 3 de diciembre de 2013
VEINTE AÑOS NO ES NADA
sábado, 30 de noviembre de 2013
EL PERFIL MALO DE ZAPLANA
Ya está. Se apagó. Fundido en negro. Canal 9 ya es historia. La imagen de esos liquidadores siniestros caminando por el pasillo del centro de control, entre cables y ordenadores, me ha recordado mucho a aquel astronauta jadeante y sudoroso de 2001 dispuesto a desenchufar a Hal 9000 a toda costa. Tenían prisa por quitarse de encima al engendro, al monstruo, no fuera cosa que se revolviera contra los padres que lo habían creado. Alberto Fabra pretende ocultar la infamia echando el cerrojo a la libertad de prensa, pulsando el interruptor, arrojando tierra encima de la mierda. Qué equivocado está. Cree que dándole al botón de off podrá enterrar el despilfarro, el saqueo a manos llenas, el enchufismo, la simonía, el nepotismo. Son varias décadas de chanchullos y pasar página deprisa y corriendo no le va a resultar tan fácil como promulgar un decreto con urgencia y nocturnidad, señor molt honorable president. Lo malo de la ignominia es que queda grabada a sangre y fuego en las páginas imborrables de la Historia y hay demasiados desfalcos y abusos que ocultar, demasiados latronicios que esconder, demasiadas cacicadas que maquillar. No es hora de escribir desde el cruel revanchismo, ni desde el injusto ensañamiento, ni desde una doble moral hipócrita contra una plantilla de trabajadores que no hacían otra cosa que defender sus honrados puestos de trabajo, como hubiera hecho cualquier persona con hijos que mantener o sin ellos. No exijamos a otro periodista lo que quizás nosotros tampoco hubiéramos hecho. ¿Cómo tendría que haber reaccionado aquel presentador al que un superior ordenaba silenciar el accidente de Metro de Valencia? ¿Cuál tendría que haber sido la posición de aquellos reporteros a los que amenazaron con el despido si informaban sobre el caso Gurtel o sobre el caso Fabra o sobre los desmanes de Paco Camps? ¿Qué se supone que debería haber hecho aquel cámara siempre obligado a sacar a Zaplana por su perfil bueno? ¿Tenían que haberse puesto todos ellos el traje de Superman y lanzarse a una cruzada tan solitaria como inútil para defender la libertad de expresión? ¿Tenían que haberse enfundado las pistolas cual valiente Gary Cooper en Solo ante el peligro para plantar cara a la banda de forajidos que pretendían secuestrar el pluralismo informativo? Quizás debían haberlo hecho, pero pocos reaccionarían de forma tan aguerrida. Por eso los héroes del periodismo pueden contarse con los dedos de una mano, por eso la edad de oro de los héroes míticos, lamentablemente, se terminó hace ya tiempo (no perderse Park Row, de Sam Fuller, ahí está todo). El miedo es libre y hay facturas, hipotecas, futuros inciertos a los que hacer frente. Es verdad que no se rebelaron a tiempo con coraje y profesionalidad y eso estará ahí, para siempre, en sus hojas de servicio. Ellos son los primeros en ser conscientes de que esa miseria les acompañará durante toda la vida. Ellos son los primeros arrepentidos de no haber dicho "no" al abuso la primera vez que un capullo trajeado que decía ser periodista le levantaba el dedo índice como un vulgar mafioso. Ellos son los primeros que se sienten culpables de no haber peleado con más ahínco en pos de la democracia, de la libertad de expresión, del derecho a la información de todos los ciudadanos. El periodismo no es un trabajo de oficina de ocho a dos. Para eso ya está Bankia, de la que hablaremos otro día. El periodismo es una vocación que solo tiene sentido si se ejerce con valentía, con riesgo y profesionalidad. Nunca debemos olvidar cuál es el objetivo principal de este bendito oficio. Ahora que estamos perdiendo el Estado de Bienestar, ahora que el paraíso se aleja de nosotros para siempre, caemos en la cuenta de que teníamos algo sagrado entre las manos que no supimos defender. Por ese error hemos pasado todos y no es cosa de linchar a unos compañeros que trabajaban para ganarse el pan de sus hijos. Como todo hijo de vecino.
Imagen: Canal 9
Imagen: Canal 9
viernes, 29 de noviembre de 2013
LO DE LA UGT
miércoles, 30 de octubre de 2013
USA NOS ESPÍA
Imagen: www.cubadebate.cu
domingo, 27 de octubre de 2013
EL VIEJO LOU
Imagen: musicfeeds.com
LAS FAMILIAS FORBES
Imagen: 20minutos.es
jueves, 24 de octubre de 2013
MANOLO ESCOBAR
Imagen: LAS
lunes, 21 de octubre de 2013
EL TIEMPO ENTRE IMPOSTURAS
Imagen: LAS
sábado, 19 de octubre de 2013
VIVO O MUERTO
Chema Gil es un periodista de los que ya no quedan. Es honrado, trabajador y se moja a fondo en los temas. Una especie en vías de extinción en este gremio de vendidos y canallas. Ahora acaba de llegar de Nueva York, ciudad de cieno, alambre y muerte, como dijo el gran Federico. Los ingleses se preocuparon de elevar muchos rascacielos en la babilónica NY, pero se olvidaron de echar raíces en el suelo. Chema se ha preocupado de buscar esas raíces, las raíces humanas de los parias neoyorquinos, de los que ya no sueñan el sueño americano, de los que sufren las injusticias de un capitalismo que cabalga desbocado hacia la destrucción del hombre. Ni Bárcenas, ni Rajoy, ni Fabra ni Cospedal. Hoy el protagonista de Los Años Salvajes es Chema Gil. Gracias por esta joya de reportaje, maestro.
Chema Gil. Nueva York
New York, New York, la ciudad en la que nunca duerme... la miseria. Frank Sinatra cantó, como nadie lo hizo, a la ciudad de los rascacielos: "New York, New York. Quiero despertarme en una ciudad que nunca duerme y encontrar que soy un número uno, el primero de la lista, el rey de la colina, un número uno". Aquella mítica canción, hermosa, describe sin embargo que a la Gran Manzana se puede viajar con zapatos de vagabundo y con la intención de comenzar de nuevo, de buscar una oportunidad. Pero New York, la ciudad de Times Square, de Broadway, ofrece también otra cara insultante, pues frente a la opulencia se ve la miseria; junto a los trajeados ejecutivos de Manhattan que caminan deprisa, con un vaso de café del Starbucks en una mano y el iphone en la otra, puede verse a alguien sobre el que nadie dirige una mirada, al que la ciudad trata como si no existiera, al que está tirado en la acera. Puede estar vivo... o muerto; en realidad no parece importar a nadie, la vida pasa acelerada junto a su cuerpo. Vivo o muerto.
No se trata de una calle de la zona más deprimida del Bronx o de Queens, es la calle 45, la misma que desde Lexington Avenue te lleva hasta el portentoso edificio de la ONU.
La escena se repite en la calle 46 o en la 42.
Nueva York es una ciudad dura llena de inmigrantes que tienen dos o tres trabajos diarios para poder mantener una pobre vivienda. Ellos son los que mantienen esta ciudad con su sudor, con su sangre a veces, y con sus lágrimas. Los españoles podemos estar una semana en las calles de Manhattan y apenas utilizar el español, ni siquiera para mostrar algo de solidaridad con ellos.
La pobreza, la miseria, no tiene edad en New York, pues aquel cuerpo en la calle, vivo o muerto, no parece que tenga más de treinta años. Acercarte a preguntar si le pasa algo, si necesita ayuda, aquí parece tan anormal... Esa falta de empatía me causa estupor. He estado en alguna zona en conflicto donde se muestra más calor humano, incluso con eventuales enemigos, que el que se muestra en las calles de la civilizada y rica Manhattan. Si esto es Estados Unidos que no me esperen de turista. Llevo cinco años viajando a esta ciudad por cuestiones de trabajo, siempre me pareció fascinante, hipnótica, pero este año me ha parecido dantesca. Danny es el nombre de aquel cuerpo tendido en el suelo, no estaba muerto, estaba allí, simplemente tendido, dormitando, ausente de todo lo que le rodeaba. Danny, muy joven para estar tirado en la calle, vivo o muerto, nació en Virginia. Apenas puede explicar qué carambolas le ofreció la vida para terminar en la calle, sin techo. Su familia era 'normal', padre alcohólico, madre maltratada que un día no regresó, abandonándolo a él y a una hermana mayor, que pronto echó a volar y de la que no sabe nada. Se le ve entrar al aseo en la Gran Estación Central y salir a la calle, como cantaba Sinatra, "con zapatos de vagabundo", a ver cómo la ciudad podría engullirle de nuevo. Cuando le preguntas por el futuro te responde que ése es un concepto que no tiene mucho sentido para él. ¿Qué futuro? Su futuro son los 150 dólares que le doy, una miseria para alimentar la miseria. Las cifras de marginados en una ciudad como Nueva York son atroces. Lo cierto es que Danny, ahora sí, con otro aspecto, pudo entrar al Roosevelt Hotel, no sin antes ser sometido al escrutinio de la 'discreta' seguridad.
Frank Sinatra terminaba su canción diciendo:
"Las tristezas de este pueblito
Están desapareciendo.
Voy a hacer
Un flamante comienzo
En la vieja New York.
Y si puedo hacerlo allí,
Voy a hacerlo en cualquier parte.
Depende de ti,
New York, New York. New York".
Para mí la canción, este año, termina deseando lo mejor a un joven que mañana estará tirado otra vez en la calle, vivo o muerto, y sin que nadie repare en su presencia. Salvo que moleste al rápido caminar de los ejecutivos de Manhattan.
Goodbye New York, good bye.
Imagen: Chema Gil
jueves, 10 de octubre de 2013
LAS TETAS DEL CONGRESO
Imagen: Agencias
sábado, 5 de octubre de 2013
LA VERGÜENZA DE LAMPEDUSA
Imagen:BBC
jueves, 3 de octubre de 2013
CARLOS FABRA
Creo que corrían las navidades de
2003 cuando Ximo Genís, delegado de Levante de Castellón (el periódico para el
que yo trabajaba entonces) me llamó a su despacho de buena mañana y me entregó
un documento tan extraño como interesante. Era la querella que un empresario
del sector fitosanitario (o algo así) había interpuesto contra el presidente de
la diputación provincial, el cacique, desmesurado y reaccionario Carlos Fabra.
La noche anterior, Vicente Vilar (que así se llamaba el empresario) había
concedido una entrevista al añorado Carlos Llamas (cuando "Hora 25"
era "Hora 25") y había confesado que llegó a sobornar al político
pepero con el fin de lograr ciertas licencias industriales que no vienen al
caso. Desde que la querella de Vilar cayó en mis manos, y con la colaboración
esencial del gran Ramón Marín, empecé a indagar, investigar, remover y
brujulear todo lo que se movía alrededor del que entonces era presidente del PP
local de Castellón y hombre fuerte del partido en la Comunidad Valenciana. Aún
recuerdo con cierta nostalgia y un ramalazo de pasión aquellas noches en las
que, rodeados de documentos, facturas, extractos bancarios y papelamen
judicial, debatíamos cuál iba a ser nuestro titular de portada del día
siguiente, el titular que iba a sacudir un nuevo revés al partido en el gobierno. Recuerdo que yo entonces me sentía como envuelto en una especie de
sueño febril por encontrar la verdad, trabajaba sin descanso, a veces hasta entrada la
madrugada, escribía dos y tres páginas sobre el tema, y al día siguiente, como
un soldado de reemplazo, me levantaba a primera hora para reunirme con algún
testigo fundamental, confirmar un documento en el Registro Mercantil o cubrir la declaración de algún implicado en el Juzgado de Nules, que abrió
una investigación al respecto. Durante semanas, meses, e incluso años, el caso
Fabra fue el mascarón de proa de un periódico que, bajo la dirección de un
director valiente y profesional como Pedro Muelas, fue destapando con denuedo
(y cayera quien cayera) toda la basura que anidaba en las raíces fundacionales
del régimen fabrista. Nada ni nadie era capaz de detener nuestra fe ciega en
conocer los hechos y en llegar hasta la última gota de verdad. Detrás de la denuncia del
empresario había sobornos ministeriales, mediaciones sospechosas ante ministros
de Aznar (Cañete, Villalobos y Posada, entre otros ¿les suenan?) presiones a los jueces
para que dieran carpetazo al caso, loterías que siempre le tocaban al mismo, o
sea a Fabra, viajes, dietas, comisiones, chanchullos. Todo el detritus que luego hemos
ido confirmando en el caso Bárcenas, porque el caso Fabra no fue sino el
anticipo a menor escala de lo que llegó después. En 2006, y tras múltiples
escándalos, Carlos Fabra había conseguido hacer embarrancar la instrucción
en Nules a base de recursos y más recursos; para colmo de males, la Audiencia Provincial decidió encarcelar al empresario confeso bajo la acusación de una supuesta violación de su mujer (que dicho sea de paso se
había puesto de lado del político popular) y el caso durmió el sueño de los
justos. Nueve jueces y cuatro fiscales intentaron reabrirlo, pero siempre
terminaban pidiendo el traslado, impotentes ante el poder omnímodo del régimen
fabrista. Los medios de comunicación locales, convencidos de que no había
nada delictivo ni ilegal salvo la simple venganza de un empresario resentido, dejaron
de informar del asunto en uno de los episodios de apagón informativo más
bochornosos del periodismo que recuerda nuestra imberbe democracia (uno de ellos, un
conocido periódico regional, llegó a cambiar el nombre del caso Fabra por el de
caso Naranjax en una ridícula pirueta periodística para exculpar al gran señor y cacique). Sin embargo, nosotros
(pese a que Carlos Fabra interpuso un rosario de querellas contra el periódico,
alguna incluso con petición de cárcel contra mi persona) seguimos manteniendo el tipo y cumpliendo
con el oficio de periodistas, como no podía ser de otra manera. Con el tiempo
fueron apareciendo las cuentas ocultas de los Fabra, los supuestos desfalcos
(que no se me olvide poner supuestos), los ingresos millonarios sin justificar,
las fincas rústicas y urbanas, los delitos fiscales, los sobres que iban y
venían a los bancos (lo de los sobres no es un invento de ahora, es tan viejo
como el comer). Hoy, diez años después, he visto por la televisión cómo Carlos Fabra ha tenido que sentarse en
el banquillo de los acusados y me ha producido una gran satisfacción comprobar que todo nuestro trabajo no fue en vano. Todos los medios escritos y
audiovisuales informan ya del tema y hasta se dedican monográficos enteros al ideólogo de las gafas oscuras que promovió el aeropuerto sin aviones (un concepto oxímoron que también acuñamos nosotros y que hoy es moneda de uso común). No importa que
algunos ya no estemos en Levante de Castellón. Los nuevos directores de ese
querido diario pensaron que era mejor prescindir de algunos de nosotros porque
ya éramos mayores, cobrábamos demasiado y estábamos amortizados (por no hablar
de las presiones que el Gobierno de la Generalitat pueda haber ejercido sobre
algunos responsables de Levante para hacer limpieza). Al final, los gerentes jóvenes de los medios
de comunicación no son muy diferentes de los políticos corruptos que nos están
gobernando. Allá ellos. Pero eso ya es lo de menos. Ahora soy más feliz.
Escribo como nunca y tengo tiempo para mi familia, que es lo que importa.
Además, estoy orgulloso de haber hecho lo que tenía que hacer en su momento: ejercer el
periodismo. Nada más y nada menos.
Imagen: V.G.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)