(Publicado en Diario16 el 21 de junio de 2023)
Mientras en España no se habla de otra cosa que de los infames pactos de Feijóo con Abascal, cabe preguntarse dónde está la nueva derecha española, dónde está toda esa generación que ha vivido en democracia y que debería poner pie en pared para frenar el auge de los ultras. Y la respuesta no puede ser más desoladora: haciendo gestiones con los bares de copas y el mundo de la noche para conseguir alcohol barato. El nuevo ideólogo de Nuevas Generaciones (NNGG) del PP, Ignacio Dancausa, sorprendió a propios y extraños hace solo un par de días, cuando dio a conocer sus originales ideas para sacar a esta España nuestra de la grave situación institucional en la que se encuentra. El muchacho, sin complejo ni rubor, anunció que “muy pronto” firmará distintos acuerdos con “las mejores discotecas de la ciudad” para que los jóvenes tengan acceso a listas exclusivas y descuentos y les inviten “a copas y chupitos” en los locales de ocio de la capital. De esta manera, pretende recuperar el valor del carné de NNGG. Y estos son los que tienen que levantar España. Apaguemos la luz y cerremos la puerta porque ya todo está perdido.
De una organización política juvenil cabe esperar que esté aportando, sin cesar, planes, proyectos, programas para mejorar la vida de los jóvenes. Vivienda, universidad, estatutos del becario, integración en el mercado laboral, lucha contra la precaridad y la explotación, fuga de cerebros, son muchos los asuntos y temas que se nos ocurren aquí, a bote pronto e improvisando. Sin embargo, nada de eso. La muchachada popular no está a lo que está, y en lugar de ofrecer soluciones para una juventud que cada día afronta un panorama más negro, se deja llevar por el hedonismo etílico, por la fiesta y el garrafón.
Ya dijo Alejandro Casona que no basta con ser joven, es preciso estar borracho de juventud con todas sus consecuencias. Y por lo visto estos discípulos del conservadurismo trumpizado ibérico van a llevar ese axioma hasta sus últimas consecuencias.
Los jóvenes son el alma de una sociedad. Una juventud sin pulso, anestesiada, dormida o catatónica, no hace más que anticipar fatales desastres, terribles dramas y convulsos vendavales a una nación. Eso es lo que parece ofrecernos la cantera de alevines del Partido Popular. Tantos colegios de pago, tanto viaje a Londres para aprender inglés y tanto máster en Harvard (aunque sea por la subsede de Aravaca) para terminar tirado en la barra de un bar. Lamentable.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo, decía Jardiel, y todos hemos sido jóvenes alguna vez. Todos hemos vivido al límite, a tope, carpe diem, sin importarnos lo que ocurriera al día siguiente. El problema es que, en un momento crítico y trascendental para el país, en un momento en que nos jugamos si la extrema derecha da el descabello final a la democracia, algunos están pensando, no ya en buscar alternativas en las recetas liberales caducadas de Adam Smith, sino en la escuela filosófica de Jack Daniel’s. Los chicos de NNGG deberían estar currando, trabajando duro, aportando ideas para hacer frente a los nuevos desafíos del país, pero queda claro que solo les preocupa el bebercio, la jarana, la juerga y el cuelgue del chupito por la cara.
Ayer, el nuevo presidente del Parlamento de Baleares, el diputado voxista Gabriel Le Senne, soltó una de esas sandeces ultras que hacen perder la fe en el ser humano. “Las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene”, dijo el señorito. Por suerte, no todo parece perdido en la derecha española, ya que ha surgido una mujer de ideas abiertas, una especie de antítesis del ayusismo a la que conviene seguir de cerca: María Guardiola. La candidata popular a la presidencia de Extremadura asegura que prefiere no gobernar con los que niegan la violencia machista, critica el ansia de poder de Vox, que solo busca consejerías, y califica de “capataz del señor feudal” al dirigente local voxista de turno. Por momentos, Guardiola parece una peligrosa podemita (hasta se atreve a defender a los inmigrantes y al colectivo LGTBI), lo cual permite albergar esperanzas de que la derechona española deje de ser algún día ese mundo asilvestrado y carpetovetónico que es hoy. Nunca antes habíamos visto a un líder popular con un discurso tan sensato, sinceramente moderado y fiel representante de un humanismo que no por ser conservador merece ser despreciado. Una voz centrada que podría abrir nuevos caminos ideológicos a los jóvenes del partido. Desgraciadamente, el muchacho Dancausa, del que sin duda oiremos hablar más veces, tiene otros referentes muy distintos. Mayormente Froilán, que también está más a la fiesta que a España.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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