(Publicado en Diario16 el 1 de septiembre de 2023)
Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en el referente ideológico e intelectual de mucha gente en el PP que la ve como la nueva Agustina de Aragón dispuesta a liberar España del yugo del rojo invasor. Que se haya erigido en el faro y guía del mundo conservador, en la gran lumbrera intelectual, lo dice todo sobre el nivel de baja estofa en el que ha caído la política de este país. La muchacha se nutre de los discursos que le escriben otros, lo lee todo como una aplicada catequista en misa de doce (a veces con una convicción que parece que ni ella misma cree en lo que está diciendo) y cuando le toca improvisar suelta los cuatro tópicos manidos de siempre sobre los enemigos de España y la unidad de la patria y pasa al posado sonriente para los fotógrafos, que es lo que se le da bien.
Ayuso es un producto de laboratorio de la nueva política para tiempos frívolos, líquidos y hasta gaseosos de la posmodernidad. ¿Que gana elecciones? No cabe duda, las gana. Su imagen de pija libertaria, trumpista y ácrata antisistema ha conectado con el personal conservador (mayormente de Madrid, está por ver que consiga seducir al votante popular periférico andaluz, gallego o catalán que ama su terruño y la capital lo deja un tanto frío), de modo que el invento o robotito de Miguel Ángel Rodríguez, de momento, funciona.
La lideresa ha vuelto de vacaciones para reintegrarse al curso político y viene fuerte, con la carpeta repleta de sandeces, simplezas y mucho odio al adversario político, en la línea dura de lo que viene siendo el ayusismo neofalangista (a la niña, de haber nacido hombre, le habría gustado reencarnarse en José Antonio). Ayer, aterrizó en medio de los periodistas ávidos por preguntarle por Rubiales, por el falso feminismo, por Puigdemont, por la complicada investidura de Feijóo, por esto y lo otro, en fin. Y la musa o filósofa inspiradora del nuevo conservadurismo patrio se puso a lanzar ideas y perlas para la posteridad que ni Ortega y Gasset. “Abramos los ojos. La base social del PSOE ha cambiado. Ya no es la igualdad que tanto han empleado. No nos damos cuenta, apelamos de manera bisoña a un partido cuyos principios se esfumaron, unos supuestos valores socialistas que ya no existen”, sentenció. El cañonazo dirigido contra el PSOE era una solemne ridiculez, ya que hay que ser muy crédulo para tragarse que la derecha, emblema de las élites, de la patronal y el gran capital, defiende mejor la igualdad que el socialismo, que lleva en sus principios fundacionales, en sus genes históricos, la creación del Estado de bienestar y el reparto de la riqueza. No hay más que ver lo que está haciendo Ayuso con los impuestos y cómo ha dejado la Sanidad para concluir que lo público, como a toda buena ultraliberal, le interesa cero.
Pero la gran puya iba dirigida sobre todo contra Alberto Núñez Feijóo, a quien de un plumazo le colgó el cartel de bisoño por su acercamiento al PSOE. Ayuso se siente tan fuerte y respaldada en el partido que se permite el lujo de mirar al jefe por encima del hombro y regalarle el epíteto de inexperto, de novato, de pipiolo, neófito o aprendiz. En cualquier empresa seria (y los del PP son muy de aplicar a la política el manual de los negocios) llamar al superior “bisoño” sería causa de despido inmediato. Por desgracia para Feijóo, no puede ponerla de patitas en la calle, aunque ganas seguramente no le faltan. Lo que hizo ayer Ayuso fue coger el documento con seis propuestas de pactos de Estado que el presidente del Partido Popular le ha entregado a Pedro Sánchez a cambio de que le permita gobernar dos años y lo arrojó a la papelera como un kleenex usado. Fue un serio revés al líder nacional del partido, al bisoño, que escuchaba a la presidenta madrileña con una mezcla de estupefacción e impotencia. Ayuso le dijo a Feijóo que podía contar con el respaldo del PP de Madrid para intentar su investidura imposible, pero en realidad lo que le estaba diciendo es que su estrategia política blandengue, su tono conciliador, sus maneras pactistas, solo están sirviendo para que los socialistas se rían de él. Ahí está el humor fino de la ministra de Educación, Pilar Alegría, quien nada más conocer la propuesta de Feijóo para Sánchez hizo touché a los genoveses: “Han pasado de querer derogar el sanchismo a rogarle al sanchismo”.
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