(Publicado en Diario16 el 18 de octubre de 2023)
La guerra en Oriente Medio, con el consiguiente riesgo de conflicto mundial, parece que ha servido para que nos olvidemos por un momento de las mentiras de Feijóo. Sin embargo, ni siquiera los misiles judíos pueden silenciar los embustes de este hombre. El dirigente conservador dio serias muestras de mendacidad durante el debate televisado cara a cara con Pedro Sánchez, donde pasó a la historia como un experto en el Galope de Gish, o sea en disparar bulos a troche y moche en un tiempo récord. Más tarde, durante la fallida sesión de investidura, un quiero y no puedo con el que hizo el ridículo político, siguió con las mismas. Allí, en sede parlamentaria, llegó a soltar patrañas como que tenía los votos para ser presidente, pero no le daba la gana serlo; que no quería controlar la Justicia (él, que tiene paralizada la renovación del Poder Judicial para no soltar el mango de la sartén de la judicatura); y que la Guardia Civil va a ser expulsada de Navarra (falso, la Benemérita no va a salir de allí ni de ninguna otra comunidad autónoma).
Durante el Pleno, propagó otros bulos y bolas, como que en España siempre ha gobernado el candidato de la lista más votada (ahí estaba el portavoz socialista, Óscar Puente, como ejemplo personificado, para demostrarle que no siempre es así); que con él no habrá adoctrinamiento en las aulas (lo dijo el señor que quiere promover la enseñanza de la religión en las escuelas); y que España sufre una especie de dictadura del ecologismo woke (ahí equiparó su discurso, sin pudor, al mensaje ultra de Vox). También aportó datos falsos sobre un supuesto incremento de la ocupación ilegal de pisos y casas, trasladando la sensación de que esto es un territorio sin ley donde campan a sus anchas los okupas, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión.
Estos días en los que Sánchez trata de cerrar acuerdos con otras fuerzas políticas para formar gobierno, Feijóo no ha parado de divulgar trolas e infundios. Ha acusado al presidente de claudicar ante los independentistas cuando todavía no se ha cerrado ningún pacto de gobernabilidad; ha tachado al premier socialista de ser un “desleal” con la Constitución por querer promulgar una amnistía a los encausados por el procés (cuando ni siquiera se conoce el contenido de esa medida gracia); y ha alertado a la ciudadanía ante la posibilidad de que el PSOE quiera romper España (esto lo llevan diciendo los populares desde hace décadas y hasta donde se sabe el viejo Estado español ahí sigue, fuerte y robusto como siempre). Su decisión de convocar una manifestación contra la nada (ni siquiera Moncloa sabe a esa hora si va a haber amnistía o no) lo dice todo sobre el hombre que dirige Génova como un pollo sin cabeza.
Todo ello por no hablar del bochornoso discurso de medio pelo, casi de parvulario, que él y los suyos están manteniendo a cuenta de la crisis en Oriente Medio, tildando de peligroso terrorista a todo aquel que como Ione Belarra se atreva a decir la verdad sobre el horror palestino, que no es otra que Netanyahu, el carnicero de Gaza, ha perdido la chaveta y está cometiendo graves crímenes contra la humanidad en aquella tierra dejada de la mano de Dios. La última barbaridad, ese bombardeo indiscriminado contra un hospital gazatí con más de 500 muertos, debería haber provocado el comunicado de rechazo inmediato de un partido supuestamente defensor de la democracia y los derechos humanos como es el Partido Popular, pero a esta hora, nada de nada, rien de rien, cri, cri, cri. Ahora dicen que se van a reunir de urgencia en la Ejecutiva nacional para fijar posiciones oficiales. Ahora, cuando ya van más de 4.000 muertos.
Del PP no se puede esperar una posición coherente sobre nada. Alinearse sin fisuras con los ultraortodoxos israelíes que han prometido arrasar Gaza por tierra, mar y aire hasta que no quede nadie vivo, es un error de bulto para cualquier partido europeo. Pero ahí está Feijóo, haciendo piruetas y malabarismos dialécticos con su habitual discurso maniqueo: judíos buenos; palestinos malos, caca. No hombre, no. Usted condene por igual los atentados de Hamás y la limpieza étnica judía, que es lo que toca, y déjese de gaitas. Hasta el polémico Borrell ha estado más decente y digno que él en el drama palestino.
Pero más allá de los gruesos errores estratégicos del PP, lo peor de todo es que Feijóo no puede parar de mentir, miente a todas horas, es una máquina de soltar falacias. Unas veces con medias verdades, otras sesgando la información y montando un discurso sectario y parcial y a menudo dejando caer el embuste de una manera descarada y flagrante.
Ayer mismo, sin ir más lejos, vimos a un solemne Feijóo que volvió a quedar en evidencia en un canutazo con los periodistas. Cuando los plumillas le preguntaron por la queja de Israel contra los ministros españoles podemitas que piden enjuiciar a Netanyahu por crímenes contra la humanidad, él se limitó a echar balones fuera y a lamentar que la crisis palestina haya provocado un conflicto diplomático con los hebreos. No le conmueven los miles de asesinados cruelmente, le preocupa que nos enemistemos con el régimen de Tel Aviv, como si las exportaciones y la balanza de pagos entre ambos países fuesen más importantes que el respeto a los derechos humanos. Y eso mientras el ejército sionista encerraba a cientos de miles de gazatíes en una especie de gueto sin agua, sin luz, sin comida ni medicinas. Este es el gran estadista que pretende dirigir los destinos de nuestro país. Si se muestra así de mediocre siendo el jefe de la oposición, ¿qué pasará el día que tenga que representar a España en la escena internacional? Puede llegar a ser esperpéntico.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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