(Publicado en Diario16 el 29 de septiembre el 2020)
Por fin, Vox presentará hoy su anunciada moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Con todo, habrá que embargar la noticia hasta el momento de su confirmación total, ya que el anuncio está sacado de una entrevista de Santiago Abascal en El Toro TV (anteriormente Intereconomía), una cadena amiga de Vox de ideología ultraconservadora. De modo que lo más prudente será poner la información entre paréntesis, ya que todo lo que provenga del hermético mundo neofalangista debe ser convenientemente sometido a cuarentena. Además, desde que Abascal anunció la moción de censura hasta hoy han pasado varios meses, todo un verano por medio, y ya nadie se acordaba de aquello salvo él.
Pero pongamos que es cierto que finalmente el Caudillo de Bilbao ha decidido dar el paso e ir a por todas contra el Gobierno de coalición. “Salvo cambios de última hora”, tal como informa El Toro TV, será el propio líder de Vox quien encabece la candidatura alternativa a la Presidencia del Gobierno, mientras que el diputado encargado de defender la moción será el candidato a la Generalitat de Cataluña, Ignacio Garriga. Un auténtico porro.
“Es la moción más justificada de la democracia española. Nunca un Gobierno lo hizo tan mal, no solo en la gestión de la pandemia, sino por la degradación de la economía y la vida institucional”, asegura Abascal en la televisión taurina. Al líder de Vox le gustaría verse ya en Moncloa, el problema es que sabe que su moción está abocada al fracaso al no contar con los apoyos suficientes. Pablo Casado no le dará cobertura porque eso sería tanto como poner la cicuta en manos de su verdugo; Ciudadanos tampoco porque Inés Arrimadas se está esforzando últimamente por borrar la imagen de falangismo riverista dejada por el dimitido líder del partido (la líder de Cs ha dejado claro que la moción de Vox le parece “una campaña de marketing puro y duro”); mientras que las demás fuerzas parlamentarias, en especial las nacionalistas e independentistas, repudian todo lo que provenga de la casposa extrema derecha española. El mismo Abascal reconoce en la entrevista que ha mantenido contactos para tratar de llegar a acuerdos pero no ha encontrado “mucha comprensión”. Normal. ¿Quién se va a ir de mociones de censura con un hombre que es capaz de subirse al atril de las Cortes para soltar que el régimen de Franco fue mejor que el de Pedro Sánchez? Nadie en su sano juicio.
Así las cosas, parece que a Abascal no le quedará otra que intentar darle el sorpasso al PP en las próximas elecciones (que se antojan lejanas) y ganar el poder por mayoría absoluta o simple con el apoyo posterior de las demás “derechitas cobardes”, tal como él las denomina despectivamente. Cuesta trabajo creer que ese vuelco distópico, ese escenario de retorno al 36, pueda darse algún día en nuestro país, aunque cosas peores se han visto. Pensar que diez millones de españoles van a terminar votando a Vox (en un extraño caso de posesión demoníaca masiva, trastorno colectivo, chifladura o ida de olla general) sería tanto como considerar que el coronavirus va a marcharse tal como vino, o sea de la noche a la mañana. No parece que eso vaya a suceder de momento. A fecha de hoy podría aventurarse sin excesivo riesgo que Abascal no será presidente de España ni en el año 2050 (si es que para entonces no se ha jubilado ya o lo han jubilado los disidentes de Vox que empiezan a brotar como setas por todas partes). Aunque la inestabilidad política es grande, nada invita a pensar que el líder ultra pueda cautivar a amplias mayorías con sus cuentos de terror gore sobre menas, okupas e inmigrantes que invaden El Estrecho en patera en una nueva conquista del Califato como en el 711.
De la moción de censura que previsiblemente presentará hoy, Abascal sacará toda una lección de democracia, que buena falta le hace, y es que el poder en un Estado de Derecho se conquista tejiendo alianzas con otros partidos, no promoviendo el guerracivilismo en todas partes. Y en eso está pez. Pero mientras va aprendiendo el manual ateniense de Pericles, al líder de Vox no le queda otra que seguir difundiendo bulos como que los españoles “no pueden esperar más” ante la pandemia y la ruina económica o que él es el hombre que va a devolverle “la voz al pueblo”. Ni una cosa ni la otra: el coronavirus en una lacra mundial y ni cien Abascales o cien partidos posfranquistas conseguirán detenerla. Cabe pensar qué hubiese ocurrido de haber estado Vox en el poder en este momento trágico para la sociedad española. Sin duda, veríamos la Castellana repleta de soldados de la Legión desfilando sin mascarilla, a pechazo descubierto, pero ni un refuerzo más en las plantillas de médicos y enfermeras para la Sanidad pública. La política económica neoliberal de Vox es calcada a la del PP, solo que llevada al extremo, es decir, los barrios ricos abiertos para que los “cayetanos” puedan jugar al golf y los pobres del sur obrero cerrados a cal y canto, como en un gueto polaco castizo. Nada induce a pensar que los españoles vivirían mejor con el iluminado y caudillesco Abascal, un claro exponente del negacionismo “trumpista” que tanto daño le está haciendo al mundo. El asalto a los cielos de los 176 escaños le queda muy lejos todavía al heredero del Movimiento Nacional. Sin embargo, él se mira en el espejo y se ve presidente con banda en el pecho, tricornio y sable en ristre. Como uno de aquellos espadones que salpicaron de pronunciamientos el turbulento siglo XIX español. Tiene el caballo pero le falta lo más importante: la confianza del pueblo.
Viñeta: Igepzio
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