(Publicado en Diario16 el 2 de octubre de 2020)
Piqué siempre fue el gran demonio indepe para los ultraderechistas madrileños. Su manita al Real Madrid que aún escuece, sus chistes políticos sobre el palco del Bernabéu y su posicionamiento a favor del derecho a la autodeterminación de Cataluña le han granjeado el odio eterno falangista. Ahora se ha sabido que Piqué, el traidor Piqué, el antiespañol Piqué, ayudó a Díaz Ayuso a conseguir material sanitario para los madrileños en los peores días de la pandemia. De modo que, una vez más, los patriotas españolazos han quedado retratados. Todo ese anticatalanismo exacerbado, toda esa xenofobia periférica y todo ese boicot a Freixenet se desmorona como un castillo de naipes ante un tipo razonable e inteligente que antepone el humanitarismo a las ideas políticas como toca.
Según cuenta la Cadena Ser, el defensa central azulgrana fue “uno de los contactos a los que acudió la Comunidad de Madrid para traer material en lo que entonces era el mercado persa de Asia”, según lo definieron miembros del Gobierno del PP. La llamada de auxilio se materializó en una conversación que mantuvieron Piqué y Ayuso y finalmente el jugador del FC Barcelona participó en la masiva compra de mascarillas, hasta 14 millones de unidades que costaron 32 millones de euros y que se repartieron de forma gratuita en las farmacias. Lo cual no es poco. Al parecer la empresa del exinternacional blaugrana –Kosmos, organizadora de la Copa Davis de tenis desde hace dos años gracias al acuerdo firmado entre el Gobierno regional y el Ayuntamiento de la capital− cuenta en su plantilla con varios empleados que mantienen buenos contactos en el mercado asiático. “No en vano, el socio de Piqué en esta empresa es Edmund Chu, natural de Shanghai, que es desde donde partieron los aviones con el material”, siempre según la Ser. En conclusión: la ayuda del controvertido jugador consistió en conectar a funcionarios del Gobierno madrileño y a trabajadores de Kosmos para comprar el material y organizar los vuelos chárter. Todo un ejemplo de organización y eficacia, algo de lo que careció el Ejecutivo de Ayuso, que por cierto extravió varios aviones que aún no se han encontrado en lo que sigue siendo el gran misterio de esta pandemia. Quizá las naves estén en la isla de Perdidos. Quién sabe.
El caso es que esta plaga nos está dejando imágenes insólitas y hasta surrealistas, como el episodio de aquellos dos contagiados por el covid que de la noche a la mañana dejaron de ser chinos para convertirse en negros, o los peculiares consejos de Donald Trump (hoy en la UCI por el coronavirus) sobre la posibilidad de inyectarse detergente en vena para curar el mal de Wuhan. Pero esto de Piqué ayudando a la España mesetaria y fascista que envía a los piolines a Barcelona para repartir palos y que entrulla a los soberanistas sin compasión no se lo esperaba Pablo Casado. La noticia ha debido coger con el pie cambiado en Génova 13, donde Miguel Ángel Rodríguez se afana en diseñar una estrategia política que por momentos roza la insumisión contra el Gobierno central. El PP de Madrid ha optado por la táctica de la crispación y la defensa cerrada de la patria frente al enemigo independentista que quiere romper España. Ayer mismo, sin ir más lejos, la propia Isabel Díaz Ayuso volvía a tirar de argumento victimista y de agravio comparativo con Cataluña para tratar de convencer a la opinión pública de que Pedro Sánchez se ha vendido a Esquerra y a Torra (Presupuestos a cambio de indultos) y que por eso se ensaña con los madrileños. José María Aznar, a través de su Fundación FAES, también alimenta la confrontación territorial al asegurar que las duras medidas sanitarias del Gobierno chavista, anarco-rojo y bolivariano contra Madrid son un intento de contentar a los independentistas. “Se comprende el valor simbólico que para la actual formación de Gobierno puede tener el que un catalán socialista amenace con cerrar Madrid”, publicaba hace unos días el laboratorio de ideas del Partido Popular, o sea Aznar, porque en ese antro neoliberal solo trabaja él.
Ahora resulta que mientras los patriotas del PP y su socio de Vox especulaban con la salud de los madrileños, privatizaban la Sanidad pública y acreditaban los peores números de toda Europa en la gestión de la pandemia, ha tenido que ser un catalán sospechoso de soberanista el que venga a arrimar el hombro, cosa que Casado nunca hace cuando Sánchez le pide unidad. El ejemplo de Piqué es simbólico e ilustrativo de que cuando se piensa con el cabeza sin olvidar el corazón y no con la bilis y la víscera patriotera se pueden hacer grandes cosas para superar la peste asiática. Desde el entorno del futbolista dicen que la Comunidad de Madrid le pidió ayuda y que él la prestó sin recibir ninguna compensación económica por ello, lo cual le honra todavía más. Al hombre le va bien en los negocios, como a todo buen catalán, y ha decidido echar una mano para salvar vidas, mucho más de lo que han hecho otros como Casado o Abascal, a los que se les llena la boca de España mientras no mueven un solo dedo para frenar la catástrofe vírica. Aquí mucha rojigualda en la mascarilla y mucho te quiero perrito pero de pan poquito.
Lamentablemente, de nada servirá el gesto de altruismo de un deportista ejemplar, elegante y solidario. Es más, conociendo el pelaje fanático de esta gente lo más probable es que en un par de días se hayan olvidado del detallazo de Piqué con los madrileños y vuelvan a las andadas con que si el jugador fue un traidor a la Selección Española o no se ponía la mano en el pecho a la hora de escuchar el himno nacional. Pero el gesto quedará ahí. Y también la habilidad de un futbolista-empresario que supo moverse en el “mercado persa” especulativo para traer material sanitario a España. Vista la recua de incompetentes que tiene a su alrededor, Ayuso debería ficharlo como consejero de Salud.
Viñeta: Igepzio
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