(Publicado en Diario16 el 16 de noviembre de 2020)
El titular periodístico resulta demoledor: España figura en la lista negra de los países de la Unión Europea que peor gestionan las ayudas europeas. Desde que entramos en el selecto club de Bruselas, los españoles hemos recibido ingentes cantidades de dinero para modernizar el país, pero solo el 39 por ciento de ese maná llega finalmente a su destino, según cálculos de la Cadena Ser. De hecho, si las deficiencias en el sistema de reparto de fondos no se corrigen con urgencia, de los 140.000 millones en ayudas que Europa tiene previsto inyectar en nuestra economía en los próximos meses, lo más probable es que solo 54.600 millones reviertan efectivamente en la sociedad española. Entonces, ¿qué ocurre con el dinero restante? ¿Qué está fallando para que las partidas presupuestarias europeas se estén yendo por algún sumidero sospechoso? Numerosos economistas consideran que a menudo el ansiado dinero de rescate se pierde en una maraña de burocracia, corrupción, ineficacia, falta de proyectos concretos o ausencia de control efectivo del gasto. Es decir, mangancia e incompetencia casi a partes iguales, como suele ocurrir en este país de fenicios. Esa es la gran desgracia nacional, que este podría ser un Estado puntero en muchas cosas y por culpa de las aves rapaces y halcones de las élites y la nobleza siempre está en el mismo lugar: en el pozo, en el arroyo del atraso secular, en el furgón de cola no ya del G-20, sino del G-40.
Ahora que el cocinero José Andrés acaba de decir que España es “el país más rico del mundo” por su potencial agroalimentario regado con el oro líquido del aceite, cabe preguntarse qué estamos haciendo con el dinero no solo de los contribuyentes sino con el que nos envían las democracias de la Europa rica. La sanidad pública se nos cae a trozos, los niños no tienen ordenadores en los colegios, la renta básica para millones de familias no termina de llegar y los ERTE dan para ir tirando unos cuantos meses mientras aquí nos permitimos el lujo de que parte del tesoro de las subvenciones se pierda por el camino. Según el periodista de Prisa Javier Ruiz, en España existe lo que los economistas llaman el “gráfico de la vergüenza”, una radiografía de cómo los políticos, empresarios afines, butroneros, amigos de concejal, comisionistas, intermediarios y buitres en definitiva, esquilman un dinero público que debería revertir en la población hambrienta.
Según el Tribunal de Cuentas Europeo, entre 2014 y 2020 España solo gastó el 39 por ciento de las ayudas que recibió. Es decir, el 61 por ciento restante se perdió irremediable y miserablemente. A fecha de hoy, el nuestro es el tercer país por la cola en “absorción” de fondos europeos, solo por delante de Croacia e Italia. Hasta Eslovaquia, Malta, Rumanía o Bulgaria gestionan mejor las ayudas que nosotros, lo cual ya es decir. Por encima, entre los más aplicados, Irlanda y Luxemburgo, que gastan el 69 por ciento de lo que obtienen y Finlandia, el 73 por ciento, el país más listo y eficiente en la gestión de los manantiales de la UE. “Así que hay dinero pero falta eficiencia institucional”, asegura el periodista Javier Ruiz. “Tenemos hasta fin de año para presentar los primeros proyectos, así que falta mes y medio para presentar planes que no se han comenzado ni a dibujar y que debieran colgar de unos Presupuestos Generales que se votan entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre. Después, el Ejecutivo comunitario tiene cuatro meses para aceptar adendas y puede validar los proyectos entre el 1 de enero y el 30 de abril. Y, por fin, el Ecofin puede tomar un mes más para que se ratifiquen y se empiecen a librar los anticipos y a recibir fondos. Así que, si se llega a todo correr, los fondos empezarían a llegar como pronto a partir de junio. El escenario de gasto es muy complicado. Las ayudas para 2021 van a llegar solo para la segunda mitad de 2021”, explica Ruiz con su lucidez habitual para los números.
Entonces, visto el desastre administrativo, ¿qué piensa hacer Pedro Sánchez para corregir la situación de despilfarro generalizado? Según la Ser, el Ejecutivo prepara ya un real decreto ley de simplificación de plazos y procedimientos que debe ir al Congreso de los Diputados en diciembre para que entre en vigor el 1 de enero. Un grupo liderado por Carmen Calvo trabaja para agilizar el sistema y hacerlo más eficaz. Mientras tanto, y a falta de que se resuelva el lío de los Presupuestos −Pablo Casado sigue echando más leña al fuego con el asunto de Bildu para dificultar un poco más la tramitación de las cuentas públicas e incluso amenaza con bloquearlo todo− el Ejecutivo ha de presentar en Bruselas sus proyectos y deberá hacerlo casi contra reloj. Hay mucha tarea por delante, todas las fuerzas parlamentarias deberían estar trabajando en la misma dirección, es decir, arrimando el hombro para presentar propuestas y mociones, pero aquí estamos en el mismo gallinero de siempre: el terrorismo etarra que ya no existe y que Casado ha resucitado situándolo bajo el foco principal del escenario político. España se muere de hambre mientras el filibustero del PP rescata una guerra que se ganó hace años. Aterrador, triste y lamentable. Después del drama del coronavirus, el líder de la oposición es lo peor que le ha pasado a este país en mucho tiempo.
Viñeta: Igepzio
No hay comentarios:
Publicar un comentario