miércoles, 2 de octubre de 2019

ERREJÓN SE PONE A PUNTO


(Publicado en Diario16 el 24 de septiembre de 2019)

Mientras el rey firma hoy el decreto de disolución de Las Cortes, Íñigo Errejón engrasa la maquinaria de su nuevo partido (que por cierto aún no tiene nombre) con el que pretende presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno de España. El anuncio del líder de Más Madrid de que planea irrumpir en la escena política el 10N ha provocado un terremoto político. En la izquierda, tanto PSOE como Unidas Podemos (UP) han recibido la noticia con inquietud. Aunque Adriana Lastra se ha apresurado a poner la venda antes de la herida al asegurar que la entrada de un tercer partido de izquierda no afectaría a los socialistas al tratarse de una “escisión” del universo morado creado por Pablo Iglesias, lo cierto es que en los despachos de Ferraz Pedro Sánchez e Iván Redondo ya hacen cuentas con la calculadora mágica del CIS tratando de analizar cómo podría afectar el factor Errejón al resultado final de las elecciones.
Esa aparente seguridad del PSOE contrasta con lo que dicen las fuentes consultadas por Diario16 en la sede socialista, que se muestran “muy preocupadas” por la nueva situación que se genera tras un golpe en la mesa de Errejón que mueve todas las fichas del tablero. Iván Redondo, el gurú/asesor de Sánchez, lo tenía todo bien atado: ruptura de cualquier negociación con Unidas Podemos, convocatoria de elecciones generales e incremento de un buen puñado de escaños (quizá rozando los 150 diputados) con los que pensaba arrinconar al siempre incómodo Iglesias y darle la estocada definitiva a Ciudadanos. Esa era su estrategia. Ahora, con Errejón en liza, el motivo del recelo socialista es lógico: el nuevo partido del ex de Podemos le hace daño al PSOE, ya que un buen número de votantes socialistas pueden verse seducidos por el mensaje del joven político madrileño. Y si a ello unimos la más que previsible abstención que se registrará el 10N, como consecuencia de la frustración del electorado, resulta evidente que Redondo y su equipo de asesores tienen un problema.
Pero si el nerviosismo cunde en el partido del puño y de la rosa, el pánico empieza a apoderarse también de la formación morada, donde son conscientes de que Íñigo, ese espectro errante que fue defenestrado en Vistalagre tras varias noches de purgas, se les puede aparecer en cualquier momento para ajustar cuentas con el pasado. Hoy mismo la prensa ya está contando que en circunscripciones como Murcia se están dando de baja de UP nutridos grupos de militantes. ¿Tienen esas supuestas deserciones algo que ver con un deseo de cierto sector de las bases de abandonar el barco de Iglesias para sumarse al proyecto de Errejón? De momento todo son incógnitas.
Lo que sí sabemos es que la operación del que fuera cofundador de Podemos tiene mucho de cuestión personal, de lucha encarnizada y fratricida entre dos viejos amigos que dejaron de serlo y que tratan de solventar algunas cuestiones pendientes. Sin duda, ese duelo “a muerte” que promete ser histórico empieza a pasarle factura al partido de Iglesias en aquellas circunscripciones donde gobierna con otros partidos, confluencias y mareas. El edificio construido con el frágil cemento de la pretendida unidad de la izquierda en los últimos años se verá sacudido irremediablemente por el ‘huracán Íñigo’ en ciudades tan importantes como Madrid, Barcelona, Valencia, A Coruña, Cádiz y otras muchas donde el bloque progresista empezará a replantearse nuevas estrategias de pactos.
De hecho, los movimientos en ese sentido ya han comenzado. La Comisión Ejecutiva de la coalición Compromís, hasta hoy socio preferente de Pablo Iglesias, ya ha votado explorar un pacto con Más Madrid, el partido de Errejón, y “otras fuerzas” políticas para concurrir a las elecciones del 10 de noviembre en una “plataforma amplia y plural”. El partido ha advertido además de que “si la militancia lo acuerda”, Más Madrid y Compromís se reunirán como también “todas las opciones que se puedan presentar porque el espacio va a ser mucho más plural”. Así lo ha confirmado también el portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, quien asegura que con esa medida la formación valenciana ha querido dar “con toda la humildad tres lecciones”: primero, que la coalición “lleva diez años aprendiendo a conjugar el verbo pactar”; segundo, que se puede “tener opiniones absolutamente diferentes pero al final lo que prima es lo que prima”; y finalmente que “en Madrid deben aprender que desde la periferia también se puede entender ese dibujo de un estado diverso”. Todo un aviso para el navegante Iglesias.
Sin duda, la decisión del partido de Mónica Oltra y Joan Baldoví es un revés severo para Unidas Podemos y tendrá una primera consecuencia inmediata: uno de los pilares básicos en los que se asienta el partido morado se agrieta. Si se desploma o aguanta el Gobierno del Botànic en la Comunidad Valenciana solo el tiempo lo dirá.
Pero la entrada de Errejón en la cancha política no solo tiene efectos concretos en la izquierda. También en la derecha. El 10N los resultados que salgan de las urnas serán muy ajustados y un puñado de votos pueden decantar un escaño a un lado o a otro. Y ahí es donde surge la gran paradoja. Quizá el nuevo proyecto errejonista termine dando diputados, sin querer, a partidos como Ciudadanos, que parecía herido de muerte hace solo unos días. Y es que en este escenario vertiginoso y volátil en el que se mueve la política española, una dimensión casi cuántica, cualquier cosa puede suceder en apenas un segundo. Hasta que un partido esté vivo y muerto a la vez. Como el gato aquel de Schrödinger.

Viñeta: El Koko Parrilla

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