(Publicado en Diario16 el 17 de octubre de 2019)
El último logro periodístico, el último exclusivón del siglo de Eduardo Inda lleva el siguiente titular: “Marlaska cenaba anoche en el bar de copas de moda de Chueca mientras ardía Barcelona”. Y añade que el ministro del Interior en funciones disfrutó de una “tranquila cena” en el Válgame Dios, un bar de copas del popular barrio madrileño. El titular de Interior ya ha aclarado que después de permanecer todo el día al pie del cañón en su despacho oficial, siguiendo los preocupantes acontecimientos de Barcelona, se tomó un momento de respiro para ir a cenar como habría hecho cualquier trabajador en su jornada laboral. Pero es que además el exmagistrado se hizo acompañar de otro responsable del ministerio, un colaborador de confianza con el que durante la cena siguió tratando sobre la crisis catalana para después volver al ministerio y continuar supervisando la operación policial que se lleva a cabo en Cataluña.
El navajazo trapero lleva todo el sello Inda, que ha tratado de comparar la cena de Marlaska con otros comportamientos cuanto menos poco dignos de políticos del PP que se largaron al teatro, de cacería o a un balneario en lo peor de una crisis de Estado. Recuérdese por ejemplo la reciente desidia de Miguel Moreno Verdugo, el gerente del Servicio Andaluz de Salud que en medio de la crisis de la listeriosis decidió asistir a una corrida de toros. O el caso de Gregorio Serrano, aquel director general de Tráfico que se quedó en su casa, con su familia, el Día de Reyes, mientras las carreteras colapsaban por una nevada histórica y cientos de personas quedaban atrapadas en la AP-6. O cuando aquella Ana Botella, alcaldesa de Madrid, se solazó en un spa de lujo en Portugal en plena tragedia del Madrid Arena. Todo ello sin contar con el fin de semana de infausto recuerdo del Prestige, cuando al ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, le dio por largarse de caza mientras Galicia quedaba sepultada por un alud de chapapote.
Quiere decirse que, por mucho que Inda se esfuerce en demostrar lo contrario, el hecho de que un ministro salga un rato a cenar tras una jornada agotadora para después reanudar el trabajo no tiene nada que ver con lo que hizo en su día ese plantel de políticos del PP que dejó al país tirado como una colilla en medio de una situación de emergencia para dedicarse a sus divertimentos, aficiones y cosas.
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