(Publicado en Diario16 el 25 de enero de 2019)
Al juez le parece “excesivo” embargar el sueldo que Ignacio González percibe como funcionario del Ayuntamiento de Madrid, según acaba de publicar la Ser. La fiscal que investiga el caso Lezo por supuestos sobornos y comisiones en adjudicaciones de contratos había pedido que se interviniera la nómina del expresidente autonómico para asegurar así su responsabilidad en “posibles delitos de blanqueo, malversación, fraude y cohecho”.
A menudo nos encontramos con decisiones que producen extrañeza y estupor en el ciudadano, como esta medida del titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, a quien parece que le ha temblado el pulso y le ha pesado la conciencia humanitaria a la hora de intervenir el nada despreciable salario de González como empleado público (54.000 euros anuales de vellón que salen del bolsillo de los sufridos contribuyentes).
El pasado mes de octubre el Ayuntamiento notificó a González su reingreso en el cuerpo de funcionarios como consejero técnico en la Subdirección General de Apoyo Jurídico, Incompatibilidades y Régimen Disciplinario. De modo que el hombre ha vuelto a sus orígenes (de donde no debió salir nunca) como si nada hubiese pasado, como si estos últimos años de horror, deshonra, latrocinios y evasiones nunca hubieran existido. Imagínese el lector la impresión que se llevará el ciudadano que acuda a una ventanilla municipal y se encuentre con ese señor que sale a menudo en los papeles y en la televisión y a quien la Justicia acusa de haberse entrenado a fondo en muchos delitos del Código Penal hasta amasar un pequeño imperio. A ver quién es el valiente que pone en manos de semejante personaje un impreso oficial importante, una solicitud trascendental para su vida, un documento confidencial que exige la máxima diligencia y honestidad del funcionario. Como para echarse a temblar.
No cabe la menor duda de que quien en su día fue rana favorita del estanque fangoso de Esperanza Aguirre andará algo oxidado para su nuevo destino. A fin de cuentas no es lo mismo servir al ciudadano como fedatario público que servirse de él como político para fines privados. De hecho son formas totalmente opuestas de entender la vida. Pero a buen seguro que IG enseguida le volverá a coger el tranquillo al puesto, al papelamen y a las mecánicas diarias y burocráticas. Es un tipo despierto, espabilado (quizá demasiado) y ni siquiera le hará falta reciclarse o hacer cursillos de adaptación o tutoriales de esos que funcionan por internet, ya que en los últimos años de odisea judicial y de trullo ha tenido la oportunidad de ponerse al día, sobre todo en leyes criminales e incompatibilidades entre lo que está bien y lo que está mal.
Choca bastante que un hombre acusado de esquilmar y destruir la Administración pueda volver al frente de ella como esforzado funcionario, una plaza que exige la máxima honradez profesional y pulcritud de cara al ciudadano. Es tanto como poner al lobo a cuidar de las gallinas. Pero aquí somos así de altruistas y espléndidos con el poderoso; la reinserción social del ajusticiado es lo primero, siempre que el reinsertado haya pertenecido a la jet set, por supuesto.
Así que en este país donde muchas familias no pueden usar la calefacción por el facturón que les llega a final de mes, en esta España injusta y desequilibrada en lo social, en lo político y en lo mental donde los bancos no se andan con chiquitas a la hora de echar a una pareja de ancianos de su casa por no poder pagar la hipoteca o el alquiler, parece que nos sobra el dinero para mantener al político metido en unos cuantos asuntillos turbios sin importancia. Aquí no habrá dinero para los jubilados, ni para mantener las prestaciones por desempleo, ni para el dependiente que no puede ir a la farmacia a por medicamentos, pero nos sobra el parné para costearle la vida a los ricos menesterosos y sostener la nómina de los socios del gang. Al imputado, acusado, preso o convicto por corrupción hay que mantenerlo con nuestros impuestos como sea, no vaya a ser que el pobre muchacho pase hambre, se quede a la intemperie y se nos constipe. Reformemos la Constitución si es preciso para que el presunto corrupto que siempre es inocente de todo mientras no se demuestre lo contrario (y cuando se demuestre también) pueda ser alimentado y proveerse su manutención como es debido, no se le vaya a quedar vacía la nevera del casoplón de Estepona.
El Estado español no tendrá dinero para atender al pobre pero nos podemos permitir el lujo de mantener al rico. Hay que cuidar de que gente como González salga para adelante tras el palo de la cárcel, que vaya bien servido como ha ido siempre, no sea cosa de que se nos trastorne si deja de comer caviar. Aquí se trata de ser humanitario. Ahora que Manuela Carmena ha prohibido los leones en el circo y otros animales para protegerlos del maltrato, en un acto de ecologismo necesario, la Justicia ha decidido dar amparo también a un tipo como IG, otro supuesto depredador, en este caso del pan de todos. Así que nada de embargarle la nómina al pobre susodicho. Démosle la mejor vida posible. Que no pase hambre. Salvemos a González.
Viñeta: Igepzio
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