viernes, 15 de febrero de 2019

TORRA SE TORRA


(Publicado en Diario16 el 10 de diciembre de 2018)

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha dado un paso más en la estrategia de ruptura con el Estado español. Ya no se trata de referéndums, ni de declaraciones unilaterales de independencia o multitudinarias performances para paralizar Cataluña. Ahora estaría dispuesto incluso a asumir un conflicto armado con víctimas mortales para lograr sus objetivos políticos, como ya ocurriera en las guerras de Eslovenia y Kosovo en los años noventa.
Así, tan tranquilo, lo dejó caer este fin de semana en Bruselas y sus palabras provocaron el correspondiente seísmo político en España y también en las instituciones europeas. “Los catalanes hemos perdido el miedo. No nos dan miedo. No hay marcha atrás en el camino a la libertad. Los eslovenos decidieron seguir adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para vivir libres”, dijo Torra.
Sin duda, se trata de un salto cualitativo en la hoja de ruta de los independentistas, que hasta ahora no habían apostado de manera tan rotunda y contundente por la vía violenta para conseguir el ansiado objetivo de la república catalana.
El caso de Eslovenia fue dramático. La guerra duró diez días y costó 75 muertos y 550 heridos. La secesión de la antigua Yugoslavia se declaró en 1991, tras el referéndum convocado por el gobierno regional un año antes y que terminó con un voto favorable al “sí” a la independencia del 88 por ciento de la población.
La propuesta de Torra de asumir la vía eslovena como una posibilidad se produce en medio de la ofensiva de los CDR, que el pasado fin de semana cortaron la AP-7 en Tarragona, provocando un gigantesco caos de tráfico con cientos de vehículos atrapados en largas colas. Fue la respuesta de los activistas de los comités de defensa de la república ante la invitación de Torra para que “aprieten” en sus actividades de sabotaje contra el Estado. Otro factor que puede haber llevado a Torra a incendiar un poco más su discurso es el momento especialmente delicado por el que atraviesa el procés.
Tampoco resulta gratuito que Quim Torra prenda fuego a la mecha precisamente cuando los principales líderes soberanistas encarcelados han iniciado una huelga de hambre como medida de presión ante la situación penitenciaria que están viviendo mientras Carles Puigdemont sigue cómodamente instalado en una mansión de Waterloo. Este contraste entre los que soportan los rigores de la cárcel y los que han decidido optar por el “exilio dorado” en Bélgica ha abierto profundas brechas y disensiones en el bloque soberanista.
En el seno del independentismo hay por tanto un fuerte debate interno entre los que apuestan por suspender el procés e iniciar una vía de diálogo con el Estado para reconducir la situación y los que son partidarios de seguir adelante con todas sus consecuencias, aunque la tensión llegue a un momento crítico y pueda estallar un conflicto civil en cualquier momento.
Pero las palabras de Torra resultan aún más explosivas si tenemos en cuenta el contexto político en el que se mueve la política general española. Todavía nos encontramos en medio de la resaca electoral en Andalucía, donde los ultraderechistas de Vox han logrado 12 escaños en un hecho sin precedentes en la democracia en España. Abascal ya ha anunciado que piensa promover la ilegalización de los partidos independentistas si obtiene representación parlamentaria en las próximas elecciones generales.
De modo que el escenario de confrontación está servido. La radicalización y polarización de posiciones cada vez más fanatizadas no puede conducir a nada bueno y eso lo sabe Torra, aunque lo asume como estrategia política. La convulsión del Estado, la crisis institucional, le favorece, o al menos eso cree él. Mantener la tensión, elevar la moral de la tropa con soflamas bélicas y seguir apelando al discurso del odio, tal como hace el nacionalpopulismo de Vox, es lo único que le queda ya al president. De momento las palabras de Torra han provocado la respuesta inmediata del Gobierno, que por mediación de José Luis Ábalos, ministro de Fomento, ha calificado de “iluminado” e “irresponsable” al dirigente catalán. Lo malo es que un iluminado nunca se da cuenta de que lo es.

Viñeta: Igepzio

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