(Publicado en Diario16 el 19 de agosto de 2020)
Cayetana Álvarez de Toledo ya es historia del PP. La figura más prometedora del partido conservador ha caído en desgracia a las primeras de cambio y ni siquiera la invitación de última hora de Pablo Casado, que le ha ofrecido presidir la Fundación para la Libertad −el laboratorio de ideas del Partido Popular casadista− ha servido para calmar la furia de la cesada portavoz. “Ese puesto se lo darás a todas”, ha debido pensar la polémica diputada hispano-argentina, que a esta hora recoge los bártulos de su despacho del Congreso, los mete en una caja de cartón y baja las escaleras de San Jerónimo, entre los dos mansos leones, pensando que la democracia española no se merece a alguien tan brillante y egregia como ella. En esa caja con los objetos y recuerdos de la que ha sido primera espada del PP van todas sus herramientas y armas que la han hecho célebre. En esa caja de empleada despedida va el manual del buen trumpista que se trajo del mundo anglosajón y que en España no termina de cuajar; el diccionario del insulto castellano urgente; el látigo y el cuero que se enfundaba para fustigar a sus rivales políticos en las sesiones de control; la foto de cuando Casado la ungió como joven promesa, la Leo Messi del nuevo conservadurismo hispano a la que dieron libertad total de movimientos para hacer lo que quisiera y trazar las estrategias pertinentes; el diploma de retórica argentina y metáfora rápida made in Oxford; la colección de trending topics en Twitter reunida a golpe de mensaje faltón; el carné de feminista amazónica que no ha calado ni ha colado entre las mujeres españolas; la querella del padre de Pablo Iglesias; los errores y aciertos, en fin, de una política que ha vivido deprisa y ha dejado un bonito cadáver.
A partir de ahora, Cayetana Álvarez de Toledo será una más. En la Galicia de Núñez Feijóo respiran tranquilos al ver que ya está fuera y al presentir que el soñado giro al centro es más factible que nunca. Mientras Cuca Gamarra calienta en la banda y el busto grecorromano Pastor desempolva el viejo manual ateniense de las buenas prácticas políticas, Espe Aguirre, espíritu teenager como siempre, le escribe un hermoso epitafio de despedida (nunca mejor dicho): “Ha sido la mejor portavoz de nuestros principios y valores en el Congreso”, asegura la exlideresa, que también sufre el ostracismo y la defenestración de su partido que ella cree injusta. “Si no nos apoyamos entre nosotras, guapa, quién lo va a hacer…”, le habrá dicho seguramente, por secreto Telegram o WhatsApp, al juguete roto argentino. De condesa de Bornos a marquesa de Casa Fuerte, oyes nena, qué fuerte. A fin de cuentas, ambas vienen de rancio abolengo (y tan rancio) y ya van asumiendo que la nobleza y la Monarquía están de capa caída después de que el emérito haya dado la espantada para largarse con los jeques de Abu Dabi. Lo que les queda a las dos gatapardas lampedusianas destronadas del PP es consolarse mutuamente, como dos señoronas venidas a menos en esta España que cada día es un poco más antimonárquica, un poco más republicana y un poco más jacobina.
El experimento del “cayetanismo”, la corriente más extremista que haya conocido jamás el partido fundado por Manuel Fraga Iribarne, ha devenido en fracaso rotundo, y el resultado es una mujer airada, despechada, alguien que hasta hace poco era el ojito derecho del jefe y ahora ya no la quieren ni para llevar los cafés. Fiel a su trayectoria ultra, dura, Cayetana se va de su puesto matando y echando pestes de todos y de todo, de los camaradas y compañeros que la han traicionado, de la directiva y de los que ayer le daban patente de corso y hoy la devuelven a la probeta del laboratorio de la FAES, como un experimento fallido, como una rara avis, monstruito o novia de Frankenstein de la derechona cuyas articulaciones, piezas e ideas se han quedado obsoletas justo cuando empezaba a dar sus primeros pasos en la política.
La exportavoz ha calificado de “error” su destitución y se ha despedido de la primera línea de batalla de las Cortes deslizando críticas más o menos veladas contra el secretario general, Teodoro García Egea, y contra el propio Casado por haber arrojado la toalla falangista antes de tiempo y por no haber querido dar lo que ella denomina “la gran batalla cultural” contra el “feminismo radical” y el “uso partidista de la memoria histórica”. Cayetana lamenta su súbita rescisión de contrato porque la considera “perjudicial para el grupo popular, para el PP y para la causa que defendemos”. Ahora mastica su nueva condición de aparcada, su vertiginoso tránsito de estrella de la nueva política española que iba a marcar una época a pequeño asterisco al margen, rareza o paréntesis en la historia de un partido que antaño gobernaba España a golpe de mayorías absolutas y hoy ha quedado de mera comparsa para los circos de Vox. Dice Marhuenda que la han cesado fulminantemente porque en realidad Cayetana no era la portavoz del PP, sino la portavoz de Cayetana. O sea que a fuerza de ir tanto a su aire la han mandado a tomar viento. El conocido periodista y tertuliano de La Razón, que siempre está bien informado de las traiciones que se cuecen en Génova 13, dice que en el partido no la tragaba nadie (mayormente las veteranas matronas que se la tenían jurada) y que por eso Casado ha tenido que cargársela de manera que parezca un accidente. Y a fe que no extraña nada. La chica iba de redicha, de rubia sobradita algo estirada y de niña bonita del jefe. Y así, en política una no dura ni cuatro telediarios.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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