(Publicado en Diario16 el 24 de agosto de 2020)
El Partido Popular no tendrá un plan concreto para terminar con el coronavirus en España, pero planes secretos para acabar con el Gobierno los tiene a pares y se le caen de las manos. La nueva y flamante portavoz popular en el Congreso de los Diputados, Cuca Gamarra, ha asegurado que si Pedro Sánchez decide “vetar” en el Congreso la comisión de investigación sobre la presunta financiación ilegal de Podemos supondrá “ratificar que la corrupción está dentro de su Gobierno”. Lo cual que el PP ya ha dado por investigado, enjuiciado y sentenciado el caso del abogado Calvente, el letrado díscolo de Pablo Iglesias que tras ser despedido cogió los libros de contabilidad de la formación morada y se fue con ellos directamente al juzgado para interponer una denuncia por despecho.
Pablo Casado va por los juzgados reuniendo escandalillos, supuestos casillos, uno por aquí y otro por allá, para intentar hacer que el Ejecutivo de Sánchez se parezca siquiera en algo a aquella monstruosa y prodigiosa maquinaria de crimen internacional que fue el PP de Mariano Rajoy. Una misión imposible, por otra parte, ya que los años de burbujas inmobiliarias, sexo, droga y rock and roll fueron una época épica, irrepetible, única en la historia de este país, y van a hacer falta muchos Calventes, muchas cajas de solidaridad podemita y mucha falsa metralla para convertir el Gobierno de coalición de izquierdas en algo parecido a aquella orgía sin control. Pero Casado lo intenta. Hay que reconocer que aunque el líder del PP no sea “El Divino Argüelles”, aquel diputado de las gloriosas Cortes de Cádiz célebre por su brillante oratoria y por encandilar al hemiciclo con sus elevadas lecciones sobre la soberanía nacional y la separación de poderes, el hombre le pone toda su ilusión, esfuerzo y ganas a su siempre constante tarea de conspirar, intrigar y urdir complots y tramas de todo tipo contra el presidente del Gobierno.
Sin duda, Casado ha equivocado su profesión y en lugar de haber cursado estudios y másteres en Derecho y Relaciones Internacionales debería haber sido guionista de Netflix. El joven aspirante a gobernar España tiene una imaginación febril y si Fraga creó el partido y Aznar lo refundó, el joven sucesor de Rajoy ha convertido Génova 13 en una especie de gran fábrica de sueños, un potente Hollywood en el corazón de Madrid donde los artesanos del thriller y la ficción producen en serie, noche y día, sensacionales culebrones policíacos contra Pablo Iglesias. Todo para gozo y disfrute de Eduardo Inda. El problema es que la mayoría de las veces a los guiones les falta consistencia, coherencia narrativa, tiempo de cocción y base real, y suelen salir de aquella manera: disparates sin ningún sentido cinematográfico ni político, como aquella caza de brujas contra Unidas Podemos por la manifestación feminista del 8M que quedó en nada. A fin de cuentas es solo cuestión de tiempo que un partido político se corrompa, pero a la cosa hay que darle sus años de fermentación. El PP estuvo décadas en el poder y al final el lodo llegó hasta la antena parabólica de Génova 13. Casado, como tiene prisa por llegar a la Moncloa cuanto antes y está impaciente, quiere que ese proceso de degradación ocurra ya mismo y pretende que en apenas seis meses el Gobierno parezca aquella mansión de Al Capone que era la sede popular tras el ciclo aznariano/marianista. Un poquito de por favor, señor Casado, que todo lleva su tiempo, los chicos de la izquierda no han hecho más que llegar y ni siquiera han tenido oportunidad de descubrir en qué armario se guarda la caja B en la que con tanta alegría metían la mano muchos prebostes populares, hoy asiduos clientes del hotel penitenciario de Soto del Real.
Cabe esperar que de algunos de esos seriales negros cogidos por los pelos por los febriles creadores de la Metro Goldwyn Mayer genovesa salga alguna vez algo potable, bueno y gordo, porque mantener a un equipo de políticos especializados, abogados, detectives privados y confidentes parlamentarios resulta demasiado caro y costoso hasta para el PP. En una de estas, a base de pegar tiros aquí y allá, Casado hasta abate una pieza y saca un buen escándalo. Todo cazador acierta al menos una vez, y si no que se lo digan al rey emérito y a aquel pobre elefante despanzurrado. De momento, Casado ya le ha puesto un tuit mañanero a Sánchez en el que le insta a destituir a Iglesias. “Registramos una comisión de investigación sobre la financiación ilegal de Podemos. Sánchez debería apoyarla siguiendo su propia vara de medir con la que llegó al poder, que le obligaría a cesar a su vicepresidente. Si no, será responsable de un escándalo que afecta a su Gobierno”, insiste. Los populares dicen sentirse “enormemente preocupados” por las informaciones que “día tras día” se suceden sobre las supuestas cuentas secretas de Podemos, un fondo solidario que no da ni para pipas. No se inquietaban tanto sus señorías genovesas cuando sus empresas franquicia de eventos y actos electorales movían cientos de millones de euros, un auténtico pastizal en dinero negro. Y es que, una vez más, esta película ya la hemos visto. Es tan mala que se ve la tramoya.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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