(Publicado en Diario16 el 31 de julio de 2020)
Donald Trump está sopesando la posibilidad de aplazar las elecciones presidenciales con la excusa de que existe el riesgo de que los comicios sean “imprecisos y fraudulentos” a causa del voto por correo. “Con el sistema universal de voto por correo (no el voto para los ausentes, que va bien), las de 2020 serán las elecciones más fraudulentas e imprecisas de la historia. Sería una gran vergüenza para Estados Unidos. ¿Un aplazamiento de las elecciones hasta que las personas puedan votar de forma adecuada y segura?”, plantea de forma inquietante el magnate estadounidense en su cuenta personal de Twitter.
De confirmarse la decisión, estaríamos ante un hecho sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos. Aunque tradicionalmente la fecha de las elecciones presidenciales siempre queda fijada para el primer martes de la primera semana completa del mes de noviembre, parece que en este caso el inquilino de la Casa Blanca está dispuesto a imponer su santa voluntad sobre siglos de normas consuetudinarias y enmiendas constitucionales. Trump se considera intocable, al margen de la ley, una especie de semidiós que está por encima del bien y del mal, y sus formas políticas se asemejan más a las de un dictador totalitario que a las del presidente de la primera democracia del mundo.
La polémica decisión de aplazar la cita con las urnas dice mucho de la delicada situación en la que se encuentra el empresario metido a presidente. Con miles de activistas pro derechos civiles organizando manifestaciones y disturbios en todo el país tras el asesinato de George Floyd a manos de un policía racista y la economía nacional desplomándose a causa de los estragos del coronavirus, los analistas políticos de Washington interpretan la maniobra del multimillonario norteamericano como un claro gesto de debilidad. Cabe recordar que Estados Unidos es uno de los países con peores datos en número de contagiados y fallecidos a causa del virus covid-19, en buena medida debido a la nefasta gestión y ligereza del presidente. La pandemia deja ya casi 4,5 millones de personas contagiadas y más de 150.000 víctimas mortales. Por si fuera poco, las encuestas electorales sitúan a Trump en una clara desventaja respecto al probable candidato demócrata, Joe Biden, cuyo llamamiento para echar del poder al clan republicano y recuperar los valores fundamentales de la democracia parece haber calado en la población, sobre todo entre los más jóvenes. Así las cosas, los sondeos anticipan un vuelco electoral, ya que los estados del sur, tradicionalmente fieles al millonario neoyorquino, podrían estar dándole la espalda por primera vez.
“Desde el 26 de junio se han publicado 15 encuestas sobre las preferencias a nivel nacional en Estados Unidos, según el recuento que sigue el portal RealClearPolitics. Biden está por delante en todas. La media es una ventaja de 8,8 puntos. La más ajustada le da 2 puntos y la más generosa, 15 puntos (52 a 37). Las encuestas nacionales no son muy útiles para predecir la victoria en un país tan grande y con un sistema político tan fragmentado, como se vio en 2016, cuando ganó Donald Trump frente a Hillary Clinton. Pero sí sirven para captar el tono general de la simpatía del país por uno u otro candidato a la Casa Blanca. En este momento, la cuestión es cuánta ventaja tiene Joe Biden, pero no está en discusión que va por delante”, publicaba el diario El País hace solo unos días.
Parece claro que Donald Trump empieza a vislumbrar el principio del fin de su nefasto mandato y solo un milagro podría darle la reelección. Ese milagro no sería otro que una suspensión de las elecciones, que para no pocos analistas internacionales supondría una especie de golpe de Estado encubierto. Mientras tanto, el presidente sigue lanzando cortinas de humo para tratar de esconder su momento de mayor vulnerabilidad en cuatro años de mandato. “Los demócratas hablan de injerencia extranjera en el voto pero saben que el sistema de voto por correo es una vía fácil para que otros países entren en la competición. Además de todo eso, ¡no permite un recuento preciso!”, se lamenta en Twitter.
Según el diario The New York Times, Trump está preparando el terreno en el caso de una derrota, de tal forma que ya ha hecho circular la consigna entre sus seguidores para que se nieguen a aceptar la victoria de Biden en el caso de que esta se produzca el próximo 3 de noviembre. De acuerdo con el rotativo neoyorquino, Trump no tiene competencias para cambiar de forma unilateral la fecha de las elecciones presidenciales, que se establece de acuerdo con la legislación federal. Además, según el prestigioso diario norteamericano, la afirmación de que el sistema de voto por correo permite el fraude o lleva a recuentos imprecisos es falsa. De modo que algo (y no bueno) está tramando el hombre más poderoso del mundo. Muchos no se creen que un tipo irascible y vengativo como Trump que jamás da su brazo a torcer, alguien capaz de sacar al ejército y a la Guardia Nacional a las calles para reprimir duramente las manifestaciones en memoria de George Floyd y hasta de atravesar una batalla campal solo para posar con una Biblia en la mano, vaya a dejar el trono de la Casa Blanca pacíficamente, aceptando deportivamente la derrota y sin preparar antes una de las suyas. ¿Se encamina EE.UU hacia un golpe de Estado con la suspensión de las elecciones como pretexto? La respuesta el próximo 3 de noviembre.
Viñeta: Igepzio
No hay comentarios:
Publicar un comentario