miércoles, 12 de mayo de 2021

LEGUINA Y REDONDO

(Publicado en Diario16 el 7 de mayo de 2021)

La crisis de la izquierda española es la crisis del PSOE. Salvo momentos puntuales de hartazgo social contra los gobiernos de derechas en los que el puño y la rosa se revitalizaron, en la última década los socialistas han ido retrocediendo y perdiendo terreno, en buena medida arrastrados por los vientos que soplan en toda Europa, a saber: crisis de la socialdemocracia, hundimiento del Estado de bienestar y auge del populismo ultraderechista. Las causas que explican la enfermedad son variadas, pero entre ellas sin duda habría que incluir el factor humano o lo que es lo mismo: la instalación en el partido de una casta de burócratas felipistas empeñados en convertir el PSOE en una nueva UCD y que han hecho de la política una larga carrera hasta la jubilación. Leguina y Redondo Terreros, un suponer.

Hablamos de dos supuestos socialistas que fueron santo y seña de la izquierda española –uno como presidente de la Comunidad de Madrid, el otro como secretario general de los socialistas vascos– y que cuando la cosa se puso fea, cuando pasó su tiempo y llegaron las vacas flacas, o sea la decadencia lógica del felipismo vendido a los poderes fácticos, buscaron acomodo en la radio de la caverna obispal, más concretamente en el programa de Carlos Herrera, para hacer la guerra de guerrillas, la revancha y la vendetta traicionera. Leguina y Redondo, impúdicamente, se vendieron al enemigo y pusieron su brazo y su voz al servicio del facherío radiofónico que cada mañana imparte sopas con ondas rebosantes de odio y bilis contra el PSOE, sea cual sea el dirigente que esté en ese momento en el poder. Ya les da igual si el líder es Zapatero o Sánchez, si la línea política del partido es más o menos escorada a la izquierda o centrista, la cosa es acabar con el socialismo, exterminarlo, y que España siga siendo una, grande y libre.

Se desconoce si Leguina y Redondo, Redondo y Leguina, han terminado detestando al PSOE por evolución ideológica, por aburguesamiento, por rencor cainita o por necesidad de seguir en el candelero para llevar el consabido mendrugo de pan a casa. El caso es que ambos se han acabado convirtiendo en mercenarios de la derechona, no ya de la COPE o radio amiga, sino de otros medios reaccionarios y trumpistas (a cada cual más cutre) que tratan de ponerle el cascabel al gato socialista para terminar de domesticarlo, amaestrarlo y hundirlo. Cada vez que el dúo sacapuntas se pone delante de un micrófono del grupo NO-DO es para apuntalar los pilares fundamentales del nuevo movimiento nacional reaccionario y ultraliberal, hasta tal punto que en ocasiones adelantan por la derecha a aquellos que les dan de comer. Tratando de ser más papistas que el papa y más de derechas que Franco (ya se sabe que no hay peor fanático que el converso) han escrito la página más infame en la historia del socialismo de este país, y si el padre de Redondo Terreros, el gran líder de UGT Nicolás Redondo o Redondo El Bueno, levantara la cabeza, no daría crédito al espectáculo denigrante.  

Todo aquel que sin ser fan de la troupe ultra de COPE se haya levantado alguna mañana con la curiosidad de saber qué dice el enemigo mediático sobre esto o aquello y haya sintonizado el dial de Franco, con la mala suerte de coincidir con los tertulianos de Herrera, habrá sentido, sin duda, estupefacción y tristeza al escuchar a estos dos tipos que hasta no hace mucho iban de grandes popes del socialismo español y que ahora se han cambiado la chaqueta para enfundarse el traje de luces con caspa de la derechona patria. Oírlos despotricar de las autonomías, de los nacionalismos, de Cataluña, de los chiringuitos progres, del intervencionismo estatal y de los pactos de Sánchez con otros partidos de la izquierda (todo ello en el tono más faltón, patriotero y casposo del búnker o franquismo sociológico) produce sonrojo y asco.

Durante todo este tiempo, Leguina y Redondo, en la peor tradición de los comentaristas cipotudos, han estado ayudando a cavar la tumba del socialismo, haciéndole el caldo gordo y el juego sucio a la derecha más reaccionaria, ultraliberal y carpetovetónica que se recuerda. Y todo ello a cambio de un café mañanero con cruasán más algún que otro incentivo que solo ellos saben, en dinero o en especie (la promoción del librito de turno, quizá). Ese ha sido el precio de la vergonzante renuncia a los valores reales de la izquierda democrática.

Ayer se supo que el PSOE ha decidido abrir expediente de expulsión a ambos sujetos por compadrear con la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, en la campaña a las elecciones autonómicas del 4M. La lideresa trumpita ha llegado a decir de ellos que ambos son ejemplo de “estar siempre al servicio de los demás”. ¿Al servicio de quién? Será al servicio de ellos mismos, de sus nombres y apellidos y de sus ambiciones personales, puesto que hace ya tiempo que Pili y Mili dejaron de pensar en clave de transformar la sociedad para hacerla más justa y solidaria y se vendieron al patrón y a la Conferencia Episcopal. El paquete que les ha caído de Ferraz se lo tienen bien merecido por haber coqueteado descaradamente con el ultraderechismo y por haber cambiado de bandera y de chaqueta. Y ahora encima se extrañan, se llevan las manos a la cabeza y hablan de cacicada sanchista. “Como dicen los castizos, me la suda”, contesta Leguina cuando el periodista le pregunta por su vergonzante expulsión. Se conoce que después de tantos años al lado de los gurús de la prensa herreriana y facciosa se les ha pegado el lenguaje tabernario y macho. En una de estas hasta los llama Ayuso y les da un carguete. O el mismísimo Abascal los enchufa en Vox. Total, ya puestos.

Viñeta: Igepzio

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