viernes, 10 de junio de 2022

OTANISTAS CONTRA SOVIÉTICOS

(Publicado en Diario16 el 1 de junio de 2022)

Cada día que pasa se enturbian un poco más las relaciones entre socios de gobierno por culpa de la Cumbre de la OTAN a celebrar el próximo 29 de junio en Madrid. García-Page acusa a Unidas Podemos de ser “un caballo de Troya dentro del Gobierno” (identificando al partido fundado por Pablo Iglesias con una especie de quinta columna infiltrada para sabotear los planes de Moncloa). A su vez, los morados avisan de que darán la espantada en el evento y de paso acusan al PSOE de haber “adjudicado a dedo” los contratos de la cumbre –valorados en 37 millones de euros– (la acusación de Ejecutivo prevaricador y manirroto es de lo más fuerte que se ha escuchado últimamente en ese turbulento Consejo de Ministros). Y mientras tanto Pedro Sánchez deja caer que aquí quien manda es él, dando un puñetazo encima de la mesa y advirtiendo de que representará a España en la reunión atlántica por encima de manifestaciones pacifistas “testimoniales” que no expresan el sentir de la mayoría del pueblo español. El gallinero monclovita empieza a ser de proporciones considerables.

A esta hora, cualquier gobernante, diplomático o militar acreditado para acudir a la madrileña Cumbre de la OTAN se estará frotando los ojos con el espectáculo que están dando esos extraños vecinos del sur que son los españoles. La tensión es máxima. A mediodía, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, trató de contemporizar entre las dos almas de la coalición. Negó las acusaciones de despilfarro –“el contrato cumple con todos los requisitos de legalidad”, dijo–, pero dejó en el aire, al igual que el ministro Garzón, su presencia en la conferencia atlantista. Bien mirado, mejor que no vayan porque otro papelón como el que montó Zapatero cuando se quedó sentado al paso de la bandera yanqui volvería a dejar la imagen de España por los suelos. Y después del show del emérito en Sanxenxo es lo que nos faltaba para terminar de quedar como bananeros.

Aquí, en este bendito país, todavía no hemos aprendido la diferencia esencial que existe entre el interés de partido y el interés de Estado, o sea las instituciones que deberían priorizarse por encima de la riña de gatos. Los trapos sucios de la coalición mejor lavarlos en privado, de puertas para adentro; la postura oficial bien consensuada, pactada, siempre proyectando la idea de gabinete serio y cohesionado, no de patio de colegio o guardería donde todos andan a la gresca y a la pataleta porque el otro no le da la razón.

El Gobierno de coalición no ha aprendido aún que las buenas formas, la educación y el fair play democrático no deben perderse nunca. En buena medida esa jaula de grillos constante y permanente está en el origen de la desafección, del hastío del votante y del desencanto de la gente de izquierdas. El electorado progresista empieza a estar muy harto de esas peleas de Barrio Sésamo que no llevan a nada más que a hacer el ridículo y a desangrar el proyecto político. Si la OTAN tiene que celebrar una cumbre en España (cosa lógica teniendo en cuenta que somos socios de la Alianza Atlántica desde hace más de cuarenta años) tendrá que celebrarse. Y si a la muchachada utópica de Podemos no le agrada el sarao otanista que se prepara (también cosa lógica teniendo en cuenta que muchos de ellos son comunistas, anticapitalistas y antisistema) el sentido común aconseja que muestren su disconformidad en privado, pero que acaten la posición institucional, que sean maduros y asuman su papel. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, ya lo dice un antiguo adagio del siglo I antes de Cristo que hace alusión al mito de la espada de Damocles (la chavalería podemita, seguramente educada en la ESO, conocerá la frase por los cómics de la Marvel, mayormente Spider-Man).

La chiquillería revolucionaria y tumultuosa de Podemos no puede estar siempre con el “o me dan lo que quiero o rompo la baraja y le abro la puerta a Vox”. En primer lugar, porque es socio minoritario y porque las últimas encuestas le auguran un pequeño descalabro y bajando. Y en segundo término, y más importante, porque dirigir los destinos de un país no es lo mismo que organizar una asamblea en Vistalegre que termina con un manifiesto utópico, con la peña abrazada cantando la Internacional, con unas birras en fraternal camaradería y con un par de canciones de Barricada o Extremoduro.

Ahora que Putin ha declarado la Tercera Guerra Mundial para acabar con la OTAN y con las democracias occidentales, Unidas Podemos debería tener claro que por una vez (y sin que sirva de precedente) España está en el lado bueno de la historia, como diría Courtois, a quien unos desconocidos contrarios a la memoria histórica futbolística han arrancado su placa del paseo de la fama del Atlético de Madrid. El portero madridista se ha convertido en el Largo Caballero del deporte al que los fascistas le hacen una visita nocturna y alevosa de vez en cuando para darle una manita de vandálica pintura.

Aunque la Alianza Atlántica sea un asco (eso lo sabemos todos los que amamos la paz) siempre será mejor que vivir esclavizados a un señor oligarca que ha perdido el juicio, que se cree el Zar de todas las Rusias y que pretende reinstaurar otro Pacto de Varsovia con muchos estados satélites sin libertad y sin democracia orbitando a su alrededor. En el siglo XXI el comunismo no lo quiere nadie. Ya en el siglo XX entró en franca decadencia, por eso Santiago Carrillo, que era zorro viejo, fundó el eurocomunismo, a ver si así, estirando el chorizo leninista, podía salvar los muebles de la maltrecha izquierda internacional.

Querer cerrar la OTAN a estas alturas de la historia no deja de ser una bella utopía. Ojalá algún día exista un mundo sin soldados. Lamentablemente, la guerra es el estado natural del hombre, ya lo dijo Hobbes. Se puede creer en la fábula de una humanidad fraternalmente unida en paz y prosperidad, en el bosque feliz de la Abeja Maya y hasta en unicornios rosa. Pero acabar con la OTAN no va a acabar con los ejércitos porque siempre habrá algún tirano que quiera imponerse a los demás. En todo caso, para estrechar lazos de amistad entre los pueblos, Podemos puede invitar a Putin a ingresar en la Alianza Atlántica. Que pase y se tome un café o un vodka si le apetece. Es un oligarca capitalista, criminal y corrupto, y no desentonaría en el club. 

Viñeta: Pedro Parrilla 

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