viernes, 19 de noviembre de 2021

LA FARSA DE LA FONTANA

(Publicado en Diario16 el 1 de noviembre de 2021)

Los poderosos consuman la farsa de otra cumbre fallida contra el cambio climático mientras miles de personas se movilizan. Una vez más, los líderes mundiales se reúnen, quedan, comen juntos (siempre en mesas de lujo), se dan palmaditas en la espalda y se despiden amistosamente hasta otro inútil evento aún más absurdo que el anterior. Mientras tanto, los científicos advierten de que la Tierra ha entrado ya en un punto de no retorno. La extinción de especies animales y vegetales es imparable, los polos de derriten, la contaminación lo arrasa todo y el planeta ha llegado a una fase de agonía irreversible.

Todo este apocalipsis que se avecina se vive en las cumbres de líderes del G-20 con absoluta tranquilidad, con parsimonia y hasta con alegría y jolgorio. ¿Qué medidas concretas van a tomar para frenar el calentamiento global y que la temperatura global no supere el grado y medio fatídico al que se han comprometido? Nadie lo sabe a esta hora. Se conoce el programa de actos, los horarios de las reuniones, los contactos y desayunos, si fulanito conversará con menganita en esta y otra comisión, pero de lo mollar, de los plazos y medidas drásticas para reducir el maldito efecto invernadero poco o nada.

El mundo espera una hoja de ruta y ellos nos obsequian con una hoja de turra. Es decir, teatro y farsa mientras la Tierra se va al garete. Toda esta gente que gobierna el planeta debería estar aterrorizada ante las expectativas de los científicos, pero lejos de mostrar pánico o terror ante el futuro inmediato han posado jovialmente en la foto para la posteridad ante la Fontana di Trevi y han lanzado la tradicional moneda al aire. Ese euro que arrojan al viento, ese cara o cruz al que nos condenan, es el miserable precio por el que han vendido el futuro de la humanidad. No hay mejor retrato para mostrar lo que es la decadencia suicida de unos jefes de Estado y de toda una época.

Cuenta la leyenda que si quieres regresar a la ciudad eterna algún día tienes que tirar la moneda de espaldas, con la mano derecha y sobre el hombro izquierdo. Esa es la forma correcta para que el ritual surta efecto. Pero allí cada cual lo hizo a su manera, una metáfora perfecta de la desgana, el desinterés y la incompetencia de los señores que dirigen nuestros destinos. El primer ministro italiano, el arrinconado Mario Draghi, encabezó el grupo, seguido del negacionista Boris Johnson y de nuestro supuesto referente de la izquierda, Pedro Sánchez. Si este es el plantel del que depende la supervivencia de la especie humana, apañados vamos. Luego llegó el turno de los demás, que fueron dejando caer el óbolo al agua, silenciosa y aplicadamente, como certificado de la extinción de un mundo que desaparece. Fue un entierro solemne y discreto, como corresponde a la mediocridad de la raza humana. Después del lanzamiento al aire de la simbólica moneda, la canciller alemana Angela Merkel, sonriendo, se enjuagó las manos en la fuente en medio de un clima distendido y relajado. Otra imagen para la historia: el faro y guía de la opulenta Alemania lavándose las manos como Poncio Pilatos. Revelador.

Todo lo cual nos lleva a pensar que, si los grandes prebostes mundiales no saben cumplir con un ritual turístico tan sencillo que lleva haciéndose cientos de años, cómo vamos a estar seguros de que serán capaces de salvar el planeta. Imposible. Eso sí, se desplegaron enormes medidas de seguridad alrededor de la fuente y el euro lanzado por cada gobernante fue acuñado para la ocasión con la efigie de un Hombre de Vitruvio, gran símbolo del humanismo olvidado que no cabe en la cumbre de la frustración. Otra pijada más de las nuevas estirpes políticas y económicas mientras lo realmente importante, que es tomar medidas drásticas contra el cambio climático, se sigue aplazando para otro día.

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