domingo, 14 de noviembre de 2021

TRES PREMIOS NOBEL

(Publicado en Diario16 el 13 de octubre de 2021)

Los premios Nobel de Economía David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens han demostrado, con hipótesis contrastadas, con gráficos y estadísticas, los mitos y bulos del “capitalismo de amiguetes”, entre otros que subir el salario mínimo interprofesional genera paro. Que vaya tomando nota la patronal. Y Pablo Casado, el apocalíptico de la política española. Cada mentira, cada bulo propalado por las derechas, se puede rebatir de inmediato con números. La extrema derecha española (y aquí ya es preciso incluir no solo a Vox, sino al PP por su deriva carpetovetónica) es puro delirio.

Así, cuando Casado dice que España está quebrada no hay nada detrás de esa afirmación, solo una burrada que se suelta sin más ni más para ver si así el partido arranca por fin en las encuestas. Y cuando la conspicua y mendaz Isabel Díaz Ayuso sentencia frívolamente que está contra el aborto porque las feministas profesionales de la izquierda viven la interrupción de un embarazo como si se tratara de “una fiesta”, “una liberación” y “una celebración” –“hay mujeres que abortan cuatro veces”–, sencillamente eso no es política, es farsa, puro teatro del malo.

Hace tiempo que las derechas se han abrazado al irracionalismo más estéril y esperpéntico. Hablamos de una corriente filosófica que antepone la voluntad ciega y el individualismo a la comprensión racional del mundo objetivo. O sea, pura cerrazón, puro atavismo. El PP se pudre por dentro no solo por el atracón de corrupción que se dio en los peores años del marianismo, sino porque no ha hecho la necesaria evolución, el salto crucial desde un falangismo ultrapatriótico, africanista, montaraz y asilvestrado (José Antonio, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo) a una derecha atemperada, razonable y civilizada homologable con la que hay en los países europeos. De la otra rama del reaccionarismo tradicionalista, véase Vox, mejor no perder el tiempo con análisis inútiles. Por mucho que el Tribunal Constitucional le compre la película y los recursos judiciales al partido de Abascal, son lo que son: autoritarios, caudillistas y profranquismo.

Este país necesitaría hombres y mujeres de Estado, no hooligans. Países como Portugal están dejando atrás la crisis económica provocada por la pandemia gracias a que sus mentes pensantes se están dedicando a la buena política y no a la retórica patriotera, que es lo que hace Casado a todas horas. El racionalismo está triunfando en el país vecino, donde incluso se ha inventado un nuevo concepto, el “capitalismo de la sardina”, un modelo de crecimiento basado en la sostenibilidad de las pequeñas economías. El “capitalismo de sardina” es turismo de calidad (nada que ver con el modelo subdesarrollista de sol y playa por el que sigue apostando el PP), reconversión verde de la industria, nuevas tecnologías, energías renovables, buenos vinos, moda y alta costura y eficiente diplomacia económica para entablar jugosas relaciones internacionales. Lo lógico sería copiar lo que funciona, el pequeño “milagro portugués”, que lo tenemos a la vuelta de la esquina y está demostrando cuál es el camino, no ya hacia el futuro, sino a la conquista del presente. Pero el irracionalismo conservadurista de las derechas españolas repudia cualquier innovación por sus absurdos prejuicios ideológicos y porque sencillamente cree en recetas anticuadas ultraliberales que ya no funcionan. Lo hemos dicho en esta columna mil veces: Casado se ha quedado en Adam Smith pese a que el mundo ha cambiado radicalmente desde la máquina de vapor.  

La apuesta por la “economía de la sardina” incluye políticas para el ciudadano como las que proponen los tres premios Nobel recientemente galardonados –Card, Angrist e Imbens­–, quienes han conseguido desmontar el bulo derechista de que subir el salario mínimo interprofesional genera más desempleo en una economía. Incluso concluyen estos expertos que la entrada de inmigrantes en un país no tiene por qué repercutir en una bajada de sueldos de los nacionales, sino más bien al contrario, produce un efecto estimulador.

Lo van a tener difícil Casado y el patrono de patronos, Antonio Garamendi, para explicar a los españoles el truño ideológico que han estado vendiendo todos estos meses de pandemia en los que se han desgañitado para convencernos de que no era el momento de que la clase trabajadora mejorara su situación salarial y existencial. Todo lo cual nos lleva a una conclusión: esta gente de la enfermiza derechona patria trata de imponer sus prejuicios políticos, sus anticuadas teorías decimonónicas y sus tics reaccionarios propios de otros tiempos a un país que solo intenta ponerse a la altura de las nuevas ideas que se abren paso en el mundo civilizado. Si por el PP/Vox fuera, España volvería otra vez al feudalismo. Eso es, a fin de cuentas, el “capitalismo de amiguetes” que estos señores propugnan con sus nepotismos, enchufismos, mordidas, comisiones y trueques propios de economías tercermundistas que generan desigualdad y conflictos sociales. Para muestra el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, a quien han pillado en los ‘Pandora Papers’. Evadir y no pagar impuestos: ese es el modelo económico que ofrece esta gente.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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