viernes, 28 de enero de 2022

EL EJÉRCITO DE SALVACIÓN

(Publicado en Diario16 el 27 de enero de 2022)

Por lo visto Abogados Cristianos ha editado una guía para adiestrar a los activistas antiaborto que tratan de convencer a las mujeres, a pie de clínica, de que no deben interrumpir su embarazo, según informa La Sexta. Hasta ahí nada que objetar, vivimos en un país libre donde cada cual puede publicar lo que estime oportuno, un folleto publicitario, una hoja parroquial, un manifiesto negacionista acientífico o un fanzine. La Constitución nos ampara a todos en el uso de la libertad de expresión. El problema surge cuando la iniciativa no solo se limita a informar al público (en este caso más bien a intoxicarlo con ideas religiosas, fanatismos, prejuicios políticos y bulos contra la medicina), sino cuando esa supuesta guía tiene como finalidad presionar (dejémoslo ahí) a las mujeres que toman una decisión soberana y legítima sobre su propio cuerpo. Es en ese punto donde empiezan a plantearse, inevitablemente, importantes cuestiones legales, morales y políticas, ya que ese tipo de campañas reaccionarias pueden atentar contra los derechos de la mujer.  

Pone los pelos de punta pensar que hay gente que va a estudiarse esa circular interna de la intransigencia para saber a lo que atenerse con la Justicia antes de empuñar una pancarta con alegorías medievalistas, echarse a la calle y hacer proselitismo ultracatólico con las técnicas del más agresivo coaching. Espeluzna imaginar a esos militantes de la intolerancia, a la luz del flexo, empollándose el Código Penal y los trucos del cuerpo a cuerpo con la Policía antes de llevar a cabo su tarea desinformativa. Todo esto es una gran desgracia para las mujeres que deciden abortar, que por si no tuvieran bastante con el problemón que les ha caído encima también tienen que aguantar a este grupo de teólogos moralistas salidos del siglo XV dispuestos a darles la turra y a echarles el Sermón de la Montaña sin ninguna compasión. Soportar a una de esas ursulinas con falda de catequista o a uno de esos mozallones repeinados con traje de mormón debe ser casi peor que enfrentarse a la ecografía y al bisturí, así que toda nuestra solidaridad hermanas.

El hecho de que la guía de Abogados Cristianos sea algo parecido a un manual de campaña o adiestramiento militar dirigido a los nuevos soldados de la sinrazón (un Ejército de Salvación mucho más radicalizado que aquel que fue fundado en 1865 por el pastor metodista William Booth y su esposa Catherine Booth) es lo que realmente debería preocuparnos, ya que demuestra el nivel de estructura, organización y fanatismo al que está llegando esta gente. En la práctica, lo que pretende el manual de marras es enseñar a los activistas hasta dónde pueden llegar en sus prácticas de comedura de coco ajeno sin meterse en líos con la Justicia, o sea, hasta dónde pueden apretar el potro de tortura ideológico que aplican a la mujer que aborta sin que esa maniobra de acoso y derribo para doblegar la voluntad de la víctima termine con ellos en el cuartelillo de la Policía o imputados ante un juez por acoso, extorsión, chantaje o amenazas.

Pero vayamos al contenido concreto de la guía. En el polémico folleto aseguran que no es ilegal rezar ante las clínicas, ni “informar a las mujeres y a sus acompañantes sobre lo que en realidad es un aborto”, ni ofrecerles “información escrita si la desean coger”. Y añade: “Si te acercas educadamente y sin ni siquiera tocar a la otra persona jamás se te podrá imputar un delito”. Los juristas de Abogados Cristianos recuerdan al activista que todo acercamiento a la mujer para intentar disuadirla debe hacerse “en actitud pacífica” y a “una distancia prudencial”. Hombre, este es un consejo de Perogrullo, señores letrados, ya que solo faltaba que los comandos antiabortistas rodearan a la víctima, en plan chulo o en manada, para intentar coaccionarla a saco. Hasta ahí podíamos llegar.

En otro párrafo se alecciona a los militantes antiabortistas sobre cómo actuar si la Policía les requiere la documentación o les ordenan que se alejen de inmediato del centro médico. Incluso se advierte al activista de que los agentes le pueden acusar de manifestación no autorizada, de modo que se aconseja a los prosélitos que se meneen mucho de acá para allá, que no se queden quietos y que se muevan más que los precios, o que Chiquito de la Calzada en una de sus actuaciones, para no infringir la ley. Ridículo, absurdo, esperpéntico.

Sin duda, la guía de Abogados Cristianos recuerda mucho a esos manuales de la guerrilla urbana que algunos muchachos radicales llevan en la mochila cuando salen en agitada manifestación y que les instruyen sobre qué técnicas o tácticas psicológicas deben emplear para esquivar a los antidisturbios, evitando así terminar entre rejas. En cualquier caso, la guía antiabortista estremece y confirma que todo vuelve, también las cruzadas y las guerras de religión. Esperemos que la constante deriva de los grupos reaccionarios ultrarreligiosos no termine en la hoguera, como cuando se perseguía a las brujas por toda Europa. Por eso hace bien el Gobierno en promover una Proposición de Ley para modificar el Código Penal y castigar con cárcel a quienes acosen, amedrenten o atosiguen a las mujeres a las puertas de las clínicas. Es una manera de que ellas se sientan protegidas en un momento trascendental de sus vidas.

A esta turba de aspirantes a monjillas y clérigos frustrados que se suman alegremente a la persecución contra la mujer (a la que deben odiar por causas y trastornos freudianos inconfesables) habría que decirles que están jugando con fuego. Porque una cosa es rezar y lanzar plegarias a las puertas de un hospital y otra muy distinta entrometerse en la intimidad de una persona para coaccionarla con técnicas psicológicas y manipuladoras propias de los tiempos de la Inquisición.  

Viñeta: Pedro Parrilla

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