lunes, 24 de enero de 2022

REBELIÓN EN LA GRANJA

(Publicado en Diario16 el 17 de enero de 2022)

Los señores del PP (y también los de Vox) se han lanzado a la caza del voto furtivo en las macrogranjas de la España vaciada. Ya no hay un solo barón o dirigente conservador que no tenga su correspondiente foto con alguna vaca, cerdo, gallina u oveja colgada en la pared de su despacho oficial, para que quede constancia de que es un buen español, carnívoro, tradicional y anticomunista. Como Dios manda. La moda política del momento en las derechas españolas consiste en montarse en un coche, darse un garbeo por una explotación ganadera perdida en León, Albacete o Teruel, soltar algún insulto apresurado contra Pedro Sánchez y retratarse junto a algún pobre animal explotado para sacar un puñado de votos.

El político pepero (y también el voxista) ha visto el filón de las macrogranjas y todo candidato que se precie, antes de la cita con las urnas, tiene que pasar inevitablemente por alguna de estas instalaciones convertidas en el gran parque temático rural de la demagogia populista. La derecha española es mitinera, agitadora y tumultuaria. Ya se vio cuando la “guerra del agua”. Estuvieron años organizando ruidosas manifestaciones para exigir el trasvase de la España húmeda a la España seca pese a que todos los informes alertaban de que el Plan Hidrológico Nacional de Aznar era un atentado ecológico en toda regla. Recuérdese cuando los populares movilizaban a los regantes murcianos, les daban una gorrilla, una banderita y un bocadillo de mortadela, los metían en un autocar y para Madrid a gritar contra el Gobierno traidor que supuestamente negaba las aguas a las regiones gobernadas por el PP. Ahora piensan hacer lo mismo con las macrogranjas. Los asesores de Génova babean solo de pensar en esa foto de Casado sosteniendo un tierno lechoncillo entre sus brazos. A los gurús trumpistas que aconsejan a Abascal les hacen los ojos chiribitas solo de imaginar al Caudillo de Bilbao posando en sudada camiseta, como un vaquero o John Wayne ibérico, frente a una becerra asturiana. Hasta los desahuciados candidatos de Cs (señoritos que no han salido en su vida de la ciudad por no mancharse los zapatos de charol) van a sumarse al photocall campestre con los pobres animales, en la ingenua creencia de que así conseguirán evitar el inevitable batacazo electoral en Castilla y León.

Por lo visto se trata de parecer más de campo que una boina de cuadros. No ha tardado Casado en dejarse caer por la campiña para soltar una sus habituales chorradas de ideólogo de pacotilla. “No necesitamos que vengan, en jet privado, esos de la izquierda caviar, de las mariscadas, de los ERE. Nosotros sabemos lo que hace falta aquí. Esta tierra no tiene gente que maltrata a los animales, pero esta tierra es maltratada por las políticas de Sánchez desde hace demasiado tiempo. Ese es el maltrato que hay en Castilla y León, no lo hay en las granjas, no lo hay en la ganadería”. Desde Forrest Gump no se había escuchado un discurso tan simplista, tan de nivel Barrio Sésamo.

Todo el mundo a estas alturas sabe que la carne de macrogranja es de pésima calidad, por no hablar del maltrato que soportan los animales hacinados en condiciones deplorables. Pero Casado no va a parar a la hora de confundir a los españoles mezclando churras con merinas, ganadería con política, salud con comunismo. Félix Bolaños ha estado ingenioso al desear que ojalá “hablaran las vacas” con las que se retrata Casado porque ellas “al menos no engañan, no mienten, no faltan y no boicotean los fondos europeos”. Por si no tenían bastante esas vejadas terneras, esas malparadas gallinas y esos masacrados cerdos con malvivir en oscuros barracones, aguantando el pienso artificial malo y el chill out machacón que supuestamente desestresa al ganado, ahora tendrán que aguantar las caricias hipócritas de fulanos como Pablo Casado, Moreno Bonilla, Díaz Ayuso o Santiago Abascal. Gente que no sabe lo que es un tractor. Gente que no cree en la comida de calidad ni en la salud pública. Personajes indolentes ante los derechos de los animales, tipos insensibles que van al Auschwitz ganadero a retratarse con las víctimas del holocausto campero para sacarle un puñado de votos a las elecciones. Nutridos free tours de políticos desalmados que creen haber encontrado el filón electoral de las macrogranjas para remover las vísceras de los últimos habitantes de los pueblos abandonados y terminar de darle la puntilla al Gobierno de coalición.

Flaco favor ha hecho Garzón a todos esos pobres animales condenados a una muerte lenta y agónica. Con su denuncia de la carne de baja estofa, el ministro pretendía llamar la atención sobre miles de reses que viven en deficientes condiciones de salubridad, o sea al borde del maltrato ilegal. Un objetivo loable, sin duda. Sin embargo, el titular de Consumo ha conseguido justamente el efecto contrario. Ahora los animales de macrogranja no solo tendrán que soportar las miserias de un vida indigna y antinatural, sino lo que es mucho peor: van a tener que aguantar el postureo de Casado y las visitas intempestivas de los señoritos de Vox con sus mítines estridentes, sus consignas antiecologistas y el Cara al Sol a todo volumen. No deberíamos consentir semejante atentado contra los derechos de los animales. Movilicemos al Seprona, a Greenpeace, al Pacma si es necesario. Rebelión en la granja ya.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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