viernes, 28 de enero de 2022

VOX VA CON PUTIN

(Publicado en Diario16 el 26 de enero de 2022)

Uno abre la página web de Vox para saber, por curiosidad, qué opinan los ultras españoles sobre lo de Ucrania, ¿y con qué se encuentra?: ni un solo comunicado de prensa, ni una sola referencia, ni una meridiana posición política sobre el asunto. No se pronuncian. Sin comentarios. Cri, cri, cri. En el portal digital de los nostálgicos supremacistas se habla de todo, de caza, de toros, de los menas, del pin parental, pero ni media palabra sobre la crisis ucraniana. Es como si para Vox no existiera el lío monumental que mantiene en vilo a la humanidad.

Desde que entraron en el Parlamento como un grupo de cromañones con traje y corbata, garrote al hombro, los señores de la extrema derecha española se han mostrado declaradamente negacionistas. Lo han negado todo, la violencia machista, los derechos de los inmigrantes y las personas homosexuales, las vacunas, la pandemia y la realidad misma. Por lo visto, ahora también niegan que estemos a las puertas de la Tercera Guerra Mundial. Los misiles de Kaliningrado sobrevolarán nuestras cabezas, fiu fiu rumbo a las bases yanquis de Morón y Rota, y seguiremos sin saber en qué bando está esta gente. Los tanques de Putin atravesarán Europa, arrasándolo todo a su paso, y Santiago Abascal guardará un oscuro silencio, Ortega Smith seguirá con la cantinela del Peñón de Gibraltar y Macarena Olona andará con lo suyo, o sea la matraca de la “guerra cultural”, un término difuso que no entienden ni quienes les votan. Sin embargo, de posicionarse ante el mayor conflicto internacional desde el final de la Guerra Fría, de definir ante la opinión pública si son atlantistas o pro rusos, nada de nada. No lo verán los ojos de los españoles.

¿Pero por qué Vox mantiene una posición ambigua, poniéndose de perfil, en un tema tan trascendental para el mundo? Sencillamente porque aunque siempre han sido putinistas (simpatizantes de Putin, que no se nos entienda mal), confesarlo ahora, justo cuando se está gestando una guerra nuclear, no es bueno para el negocio, resulta impopular y resta votos. Los líderes voxistas, con la boca pequeña, dicen respetar la soberanía de Ucrania, pero en la práctica no respaldan las decisiones del Gobierno Sánchez, que a fin de cuentas sigue las directrices de Joe Biden, de la OTAN y de la Unión Europea. Esta incoherencia o doble moral es propia de los movimientos populistas.

Cuando Jiménez Losantos le preguntó a Abascal si se había vacunado ya, el Caudillo de Bilbao se negó a contestar precisamente por la misma razón, para no perder masa electoral en el submundo ultra. Ahora que está a punto de estallar un conflicto global de incalculables consecuencias, el líder ultraderechista se guarda esa otra carta bajo la manga, aunque todos sabemos que en Vox siempre han estado al lado de gañanes autoritarios como Trump, Bolsonaro y el propio Putin. Es algo conocido que, en sus inicios, el partido verde mantuvo estrechos contactos con Steve Bannon, el gran asesor trumpista, y que entre el expresidente norteamericano y el líder ruso siempre hubo buena sintonía política porque ambos estaban en la misma onda posfascista. Ahora Vox paga haber sido rehén de esas malas compañías. Si apoya a Putin, va contra los intereses de España, contra Estados Unidos, contra la OTAN y contra la UE. Si se desmarca, queda mal con sus amigos de la internacional populista. Están atrapados entre dos fuegos.  

Lógicamente, cuando los periodistas los abordan para preguntarles por el tema de Ucrania en los pasillos de las Cortes, algo tienen que decir a su parroquia, que sigue esperando órdenes y consignas para situarse a uno u otro lado de la trinchera, ya sea al lado de Washington o con Moscú. Ayer mismo, Espinosa de los Monteros daba un maravilloso ejemplo de incoherencia, de trilerismo político y de cómo echar balones fuera cuando la prensa le apretó para que se posicionara al respecto. Al ser interrogado, el portavoz de Vox se limitó a poner en marcha el ventilador de la demagogia para desviar la atención y se defendió alegando que al menos ellos no van firmando pactos secretos con el Partido Comunista de Chino, como sí hace el Partido Popular. Pero hasta ahí. A esta hora los votantes voxistas siguen sin saber si son aliadófilos y amigos de la OTAN o se alinean con el nuevo Pacto de Varsovia (Rusia-China-Irán) impulsado por el Kremlin. Mientras tanto, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, aprovecha para erosionar a su competidor en la carrera por la hegemonía de la derecha española: “Hay que ser pro Unión Europea”, sugiere. Un buen movimiento táctico de Don Teodoro, hay que reconocerlo y sin que sirva de precedente.

Asistir a una reunión interna de Vox estos días debe ser un espectáculo impagable. ¿Y nosotros con quién vamos? ¿Qué hacemos? ¿Dónde nos posicionamos, con los yanquis, con China y los herederos de la Unión Soviética, nos declaramos neutrales?, deben preguntarse con los brazos abiertos, el cuello encogido y mirándose unos a otros. Todo en ese partido despide un humo estupefaciente que tira para atrás, por no decir que estamos ante un porro de partido. Hasta donde sabemos, Vox es un proyecto profundamente antieuropeo que mantiene relaciones con grupos fascistas del viejo continente (también ucranianos). Precisamente el próximo fin de semana se va a celebrar en Madrid una gran cumbre facha que bajo el eslogan “Defender Europa” busca relanzar el proyecto ultraderechista. Está previsto que Santiago Abascal sea el anfitrión de ese congresillo internacional que reunirá al primer ministro húngaro, Viktor Orbán (mamporrero oficial de Putin en la UE), al líder de Polonia, Mateusz Morawiecki (contrario al expansionismo ruso), y a Marine Le Pen (esta apoya las ansias territoriales de Moscú en Ucrania y Crimea), entre otros personajes siniestros de la fauna ultra continental. Últimamente húngaros y polacos están a la gresca precisamente por las injerencias rusas en todas partes, así que el fastuoso sarao reaccionario organizado por Abascal peligra. La sólida internacional populista empieza a resquebrajarse precisamente por las discrepancias entre quienes están con Putin y los que se desmarcan del tirano de Leningrado. ¿Qué piensa hacer el señor Abascal?

Viñeta: Pedro Parrilla

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