(Publicado en Diario16 el 7 de octubre de 2022)
Los niñatos salvajes del colegio mayor Elías Ahuja que tratan a las mujeres como “putas ninfómanas” no surgen de la noche a la mañana. Son subproductos de una mala educación, de unas ideas, de unas políticas y discursos que se han instalado trágicamente en la sociedad española. Vox lleva años transmitiendo el mensaje de que el machismo no existe, sino que es una invención de la izquierda socialcomunista. Son negacionistas de la igualdad de género y desde el mismo momento que niegan la violencia sexista se convierten en cómplices del terrorismo patriarcal. Ese modelo cultural aberrante que trata de implantar el partido verde ha terminado por seducir a muchos jóvenes y adolescentes de este país que ven a los macarras de “La manada” como héroes, iconos, ídolos a los cuales imitar.
Pero tan culpables son quienes alientan ideologías xenófobas y machistas como quienes alternan con ellos por intereses o cálculos políticos. Núñez Feijóo, un suponer. El líder del PP llegó a Génova con la vitola de hombre moderado que jamás negociaría nada con los posfranquistas de Vox. Hoy, los populares forman gobiernos regionales con el partido de Santiago Abascal allá donde lo necesitan e incluso se plantean un pacto de Estado de cara a las próximas elecciones que están a la vuelta de la esquina. Quien se mete en la jaula con el león fascista más tarde o más temprano termina llevándose un zarpazo. Que se lo pregunten si no a Mañueco, que no sabe cómo esquivar las dentelladas de su vicepresidente Gallardo Frings, un señorito que entiende la democracia como el derecho a faltarle a la madre al adversario político. Feijóo empieza a darse cuenta ahora de que los arañazos de la bestia fascista con la que ha compadreado hasta ahora son tan inevitables como incómodos. El hombre sabe perfectamente que su decisión de autorizar acuerdos con Vox no es éticamente sostenible y por lo visto ha decidido lavar un poco su imagen para que no lo tomen por uno de esos cromañones con traje y corbata de la extrema derecha con los que anda últimamente. Ayer mismo, mientras Ayuso cargaba contra el feminismo comunista, Feijóo se reunía con la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres para tratar sobre la ley trans, a la que el Grupo Parlamentario Popular ha presentado una enmienda a la totalidad.
Según fuentes populares, Feijóo ha incidido en la necesidad de retirar este proyecto legislativo que supone una “involución para el derecho de las mujeres y una desprotección de los menores”. Además, el líder del PP critica que se equipare el sexo al género, diluyendo la “especificidad de la violencia contra la mujer, algo extremadamente grave que puede provocar que muchos acosadores se refugien en esta ley para evitar ser acusados y juzgados”. No es que Feijóo se nos haya vuelto feminista de la noche a la mañana (es un gallego chapado a la antigua y no le van esas moderneces) sino que como hombre zorro y populista que es ha entendido que unas elecciones no se pueden ganar sin ellas. El PP no puede cargar contra el feminismo como hace Vox ni emprender absurdas batallas culturales que no llevan a ninguna parte. De ahí que de cuando en cuando juegue al postureo de que le preocupa el mundo de la mujer pese a que de feminista no tiene ni los calcetines. El presidente del PP se reúne con ellas, les dedica cinco minutos de su valioso tiempo, les dice que está a favor de los derechos LGTBI y de luchar contra cualquier acto de odio y con las mismas se va a una reunión urgente con Santi Abascal para ultimar el próximo Gobierno de coalición con la extrema derecha. De un político del PP no se puede esperar un compromiso sincero con los problemas de la mujer, sino solo electoralismo barato. Han mamado el machismo desde la misma cuna. Ayer mismo algunos medios nos recordaban que Pablo Casado, el Pablo Casado que también iba de feminista liberal, fue universitario residente del polémico colegio mayor Elías Ahuja, donde se dejó llevar por el ardor machirulo cuando con solo 19 años ya ironizaba, en la revista de humor El búho, con ir de a la caza de “lobas y zorras” (también fantaseaba con ser miembro de una raza superior). Por mucho que se disfracen no engañan a nadie. Son la derecha nacionalcatolicista de toda la vida.
Viñeta: Pedro Parrilla
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