(Publicado en Diario16 el 28 de mayo de 2019)
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas), decía el gran Dámaso Alonso. Hoy ese verso universal es más real que nunca, ya que el aire venenoso que respiran los madrileños los está matando poco a poco, lentamente, en cancerígeno silencio.
París, Londres, Roma y Berlín ya han adoptado medidas drásticas para reducir la contaminación en sus núcleos urbanos. Entre ellas, limitar la circulación de los vehículos más antiguos y contaminantes, la única medida efectiva para ir depurando el aire tóxico. Manuela Carmena, la alcaldesa que ha pagado con la derrota electoral las rencillas y divisiones de la izquierda y sus confluencias, iba por el buen camino con su proyecto Madrid Central, un ambicioso plan para restringir el uso del coche que en los últimos meses había dado buenos resultados, logrando reducir más del 40 por ciento la polución en el centro de la capital.
Sin embargo, todo lo que se ha conseguido no habrá servido de nada si finalmente el PP de Isabel Díaz Ayuso pacta con Ciudadanos y Vox. Ortega Smith ya ha dicho que la primera medida que adoptará el nuevo gobierno municipal, caso de que el “trifachito” a la madrileña prospere, será liquidar ese proyecto. Por lo visto, el abogado ultraderechista ha debido pensar que limpiar el aire de Madrid es una medida progre, roja, comunista, con la que hay que acabar de inmediato. Aquí, para demostrar que uno es un buen español, tiene que tragarse el humo mortífero de la gran ciudad. Así son los chicos de la extrema derecha española. Tan duros que ni en el cáncer los amedrenta. Todo por la patria.
Para el letrado de Vox, personado como acusación particular en el juicio del ‘procés’, que los madrileños respiren oxígeno sano es algo intolerable, un ejemplo de “sectarismo”, de traición a España, como él dice, y apuesta por alternativas que garanticen la “libertad” (como si depurar el aire fuese un acto de totalitarismo estalinista).
No hay un dios que entienda a esta gente ni sus propuestas marcianas, descabelladas, y quizá por eso muchos españoles que dieron su voto a la formación verde en las elecciones generales del 28A se lo han pensado mejor en las locales y europeas. Vox ha perdido un millón de votos en menos de un mes, la mitad de su granero, y la conclusión a la que se llega no puede ser otra que con las cosas de comer y con el aire de nuestros hijos no se juega.
A cambio de cargarse Madrid Central, Ortega Smith propone potenciar una red de “parkings disuasorios”. Vista la devoción que los de Vox sienten por las armas de fuego, el letrado debería aclarar si lo de “disuasorios” quiere decir que piensan poner vigilantes con pistola apuntando a todo aquel automovilista que se salte la ordenanza municipal. Ortega también quiere recuperar un plan de aparcamiento para residentes, otra medida que no sabemos cómo diantres va a mejorar la calidad del aire que respiran los madrileños. Abriendo plazas de garaje para los vecinos del centro de Madrid –los más ricos y poderosos, todo sea dicho de paso– resolvería en todo caso el problema del estacionamiento, pero se seguiría circulando, con lo cual no habremos conseguido nada. En el fondo ahí se descubre el señor Ortega Smith, el muy pillín, ya que su verdadera intención no es limpiar el oxígeno enfermo de Madrid, sino ponerle a sus amigos ricos un parking gratuito, que eso da muchos votos.
Otro argumento de la extrema derecha es que Madrid Central está provocando “graves perjuicios” al comercio, lo cual tampoco es cierto. Un estudio del BBVA, un banco nada sospechoso de bolivariano, revela que el proyecto de Carmena no ha perjudicado las ventas, ya que pasado el miedo inicial a la drástica medida se ha comprobado que los madrileños siguen saliendo de tiendas por Gran Vía y Callao como han hecho toda la vida. Eso sí, Ortega Smith propone renovar las 500 calderas más contaminantes de los barrios del centro e incentivos para la renovación de vehículos. Parches inútiles, ya que es como querer poner puertas a un volcán.
Pero es que además lo de Ortega Smith es de traca. Un señor que no es experto en economía sostenible, ni en ecologismo, ni en nada, se permite el lujo de dar lecciones ante un complejísimo problema sobre el que expertos, científicos e investigadores de medio mundo llevan años alertando. La contaminación en las ciudades no disminuirá mientras no se reduzca el desmedido tráfico rodado: esa es la cruda realidad del cambio climático. Y tratar de convencer a los ciudadanos de que retirando unos cuantos aparatos de calefacción y abriendo un par de aparcamientos el oxígeno volverá a ser limpio y puro otra vez, como por arte de magia, no solo es un engaño sino una grave irresponsabilidad, jugar con fuego y con la salud de las personas. No hay una explicación lógica ante el empecinamiento tan obstinado e irracional de Vox. Salvo que lo que quiera Ortega Smith es que los madrileños sigan incubando cánceres y respirando mierda. Entonces sí se entiende.
Viñeta: Igepzio
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