sábado, 8 de junio de 2019

LOCURAS TRUMP


(Publicado en Diario16 el 14 de mayo de 2019)

Donald Trump se ha debido despertar hoy de mal humor, ha dado un puñetazo en el tablero internacional y ha puesto el delicado orden mundial patas arriba. Es lo que tiene dejar la seguridad global en manos de un psicótico con sus altibajos, sus euforias y depresiones y sus crisis emocionales. Ayer el hombre se levantó de la cama queriendo invadir Venezuela; hoy el cuerpo le pide entrar en guerra con los iraníes; mañana la tomará con los chinos y hasta con los europeos. Mientras tanto, ha decidido invitar a la Casa Blanca a Viktor Orbán, el ultraderechista y antieuropeo primer ministro húngaro con el que parece llevarse bien. Nada bueno puede salir de esa reunión. La Tierra contiene la respiración.
El líder del mundo libre ha abierto tres guerras al mismo tiempo para distraerse un rato, ahora que los negocios le dejan tiempo libre: una militar en el Golfo Pérsico; otra comercial con China y Europa; y la de toda la vida, la ideológica, la eterna cruzada contra el comunismo bolivariano chavista.
Pero vayamos por partes: en las últimas horas la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, ha ordenado la retirada temporal de la fragata española Méndez Núñez, con 215 marineros a bordo, del convoy encabezado por el portaaviones USS Abraham Lincoln ante la escalada de tensión entre Washington y Teherán a cuenta del programa de desarme nuclear. Una decisión acertada la de la ministra, ya que España no debe verse arrastrada a un nuevo conflicto en Oriente Medio por culpa de las venadas de un hombre que ya no controla sus impulsos. No hay más que echar la vista atrás para ver cómo terminó lo de Irak y lo de Siria. Un auténtico horror que se extiende por todo el orbe en forma de terrorismo islamista.
Pero la escalada atómica que pone al mundo en un vilo no ha debido parecerle suficiente divertimento a Trump, que además ha decidido declarar la guerra comercial a China y a la UE, tradicional aliado de Estados Unidos, a cuenta de la imposición de los aranceles. Los chinos han reaccionado de inmediato con sus contramedidas económicas y el fantasma de una nueva recesión planea en el horizonte. El detonante del conflicto ha sido, sin duda, la decisión de Washington de incrementar los gravámenes a una larga lista de productos chinos por un valor de 200.000 millones de dólares, lo que ha provocado la respuesta de Pekín, que ha elevado a su vez los aranceles de un 10 a un 25 por ciento a más de cinco mil productos estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares. La inquietud de los mercados no se ha hecho esperar. Las bolsas asiáticas tiemblan y las europeas, también la de Madrid, cierran con pérdidas. Los economistas advierten de que los españoles empezaremos a notar en nuestros propios bolsillos los efectos de los calentones de Trump. Algo que va a ocurrir a corto plazo. De entrada, la inflación se disparará y artículos como los teléfonos móviles, los ordenadores y electrodomésticos verán incrementados sus precios de forma ostensible en los próximos días. También la ropa, los automóviles, los juguetes y los servicios turísticos, con el consiguiente perjuicio para la primera industria de nuestro país.
Los dos frentes abiertos por Donald Trump se unen al bloqueo que mantiene desde hace meses sobre Venezuela y Cuba, que amenaza con arrastrar a ambos países a inestabilidades políticas y económicas y a peligrosos enfrentamientos civiles. El objetivo final tras el estallido del conflicto en Latinoamérica sería enviar a la zona a los marines, que andan aburridos en los cuarteles de West Point, y de paso dar salida al stock de armamento que se acumula en las empresas de los amigos del presidente.
Todo este negro panorama que se ha configurado en los últimos meses como consecuencia de la disparatada política internacional del presidente norteamericano confirma lo que ya sabíamos: que un hombre de ideas fascistoides, machista, xenófobo y desquiciado solo puede conducir al mundo al más absoluto de los desastres. De su absurdo negacionismo del cambio climático, que amenaza con destruir el planeta de una forma más lenta y agónica, ya hablaremos otro día. Si es que antes no ha apretado el botón nuclear.

Viñeta: Igepzio

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