(Publicado en Diario16 el 24 de marzo de 2019)
Nikolas Cruz, el joven de 19 años que mató a tiros a 17 personas en una escuela de Florida, grabó un vídeo para Internet antes de consumar su matanza. Brenton Tarrant, el terrorista de extrema derecha acusado de asesinar a 50 personas en dos mezquitas de Nueva Zelanda hace solo unos días, rodó toda la escena con una pequeña cámara para que millones de personas pudieran ver su fechoría en directo en las redes sociales. La Policía aún no sale de su estupor ante una grabación tan perfecta que parece sacada de un videojuego.
Psicólogos y expertos en seguridad de todo el mundo empiezan a preguntarse si Internet en general, y las redes sociales en particular, no estarán potenciando el comportamiento por imitación de asesinos y psicópatas. “Todo el mundo quiere saber por qué están ocurriendo más actos violentos de este tipo y uno de los factores que pueden estar motivándolos es Internet”, afirma Peter Langman, psicólogo estadounidense que cree que existe un peligroso fenómeno de imitadores.
Estaríamos por tanto ante una plaga de copycats, tal como se conoce en psicología criminal a los asesinos múltiples que actúan por imitación. El copycat se refiere a un comportamiento casi infantil que se produce cuando uno o algunos imitadores copian la manera de actuar de alguien que ha participado en un hecho criminal, morboso o dramático de gran repercusión en los medios de comunicación. En este caso, la influencia que recibe el asesino no vendría tanto por la televisión o el cine, como venía ocurriendo hasta ahora, sino por la propaganda mediática gratuita que estos sucesos macabros (sobre todo grandes matanzas en lugares públicos) obtiene en redes sociales como Facebook y Twitter. Cada día las policías de todo el mundo se encuentran con más casos de este tipo: asesinos masivos que matan a decenas de personas y comparten las imágenes de su siniestra historia en estos foros, donde de inmediato se generan millones de visitas.
El copycat de las redes sociales sigue las mismas pautas de comportamiento de otro asesino que ha actuado antes que él y que toma como modelo. El estímulo originario que le impulsa a cometer una masacre le llega de otros admirados criminales que ya tuvieron sus minutos de gloria en vídeos anteriores subidos a Internet. En el caso de Tarrant, en su fusil llevaba grabados los nombres de asesinos supremacistas que habían actuado antes que él en todo el mundo, entre ellos el de Josué Estébanez, el neonazi que hace 12 años asestó una puñalada mortal en el Metro de Madrid al joven de izquierdas Carlos Palomino. La imagen brutal del asesinato se hizo viral en Internet y probablemente sirvió de inspiración a Tarrant, que decidió elaborar su propio vídeo y pasar a la historia de las filmaciones más impactantes de la era online.
Para llevar a cabo su bárbaro acto criminal en las mezquitas de Christchurch, Tarrant utilizó una cámara GoPro y después difundió una emisión en directo en la que mostraba cómo iba acribillando a balazos a sus víctimas. El dramático espectáculo fue divulgado por Facebook Live. La red social tuvo que poner a trabajar a sus mejores equipos de monitoreo de inmediato para eliminar la película de unos cuantos minutos de duración. Sin embargo, Facebook no pudo impedir que miles de personas vieran la masacre en directo. Según informó la red social, en las primeras 24 horas borró de su plataforma 1,5 millones de vídeos relacionados con la matanza.
Con una herramienta propagandística de ese calibre entre sus manos, el copycat de Internet se siente un ser poderoso. Sin duda, antes de ejecutar su acción se inspira en otras páginas violentas y vídeos similares que circulan a diario por Internet. Y entre ellas ocupan un lugar importante las macabras películas rodadas por ISIS, el grupo yihadista que pretende instaurar un Califato medieval en Oriente Medio. Las imágenes de fusilamientos de soldados, decapitaciones de cristianos e infieles, ejecuciones masivas y otras salvajadas elaboradas por los fundamentalistas musulmanes con una sorprendente pericia y calidad audiovisual son fuente de inspiración constante para otros grupos terroristas y lobos solitarios de todo el mundo.
Cada vez resulta más evidente que este tipo de asesinos buscan la repercusión mediática en redes sociales tratando de emular los vídeos que han visto con anterioridad y que ejercieron en ellos una gran seducción a través de la pantalla de su ordenador o de su teléfono inteligente. Y no solo se trata de copiar e imitar la puesta en escena del asesino precedente, sino de perfeccionarla, de mejorarla, de conseguir la obra maestra. Los expertos que empiezan a estudiar el fenómeno creen que esa elaboración artesanal sería un motivo más que empuja al copycat a cometer sus crímenes. Intentar perfeccionar el crimen y sentirse capaz de no cometer las mismas equivocaciones que sus predecesores.
Hace solo unas horas, el diario El País publicaba una información en la que aseguraba que un coordinador adjunto de Vox presumía en un grupo privado de WhatsApp de tener en su casa un arsenal de “escopetas y rifles”. “Os presento mi nuevo juguetito”, escribió con sarcasmo. Tras compartir un vídeo donde aparecía disparando con una pistola en una galería de tiro, alardeó de guardar en su domicilio un almacén de armas. “No veas lo que tengo en casa, puedo empezar con lo que tengo la Segunda Guerra Civil”, aseguró con orgullo.
El ataque de Tarrant fue anunciado en el foro 8chan, que según los medidores de audiencia es la página 4.036 con más tráfico del mundo. Los propietarios de este canal apelaron a la “libertad de expresión” para defenderse y quitarse de encima cualquier tipo de responsabilidad. Sin embargo, los expertos empiezan a plantearse si los contenidos que circulan en Youtube y en redes sociales como 8chan deberían ser filtrados de una forma mucho más estricta. A menudo circulan vídeos, imágenes y memes ofensivos que superan el mal gusto y van aún más allá, rozando lo delictivo.
En esas cloacas de Internet encuentran refugio machistas, racistas, incitadores al odio, defensores de la supremacía blanca, violadores, pederastas y empresarios del porno. Además, la pornografía infantil, el ciberacoso, el espionaje, las estafas, los insultos e injurias, las amenazas de muerte y prácticas como el grooming (acoso de adultos a menores) y el sexting (envío indiscriminado de contenidos sexuales en forma de fotografías o vídeos caseros) demuestran que muchas parcelas de Internet son peligrosos territorios sin ley. Auténticos vertederos cibernéticos donde encuentra refugio lo peor del ser humano.
Viñeta: El Koko Parrilla
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