(Publicado en Diario16 el 7 de junio de 2109)
El Gobierno francés ha vuelto a lanzar una seria advertencia a Albert Rivera para que no pacte con Vox en gobiernos y ayuntamientos. No deja de ser el mismo mensaje que Manuel Valls envía una y otra vez a la formación naranja, cada día más cerca de caer en brazos de los ultraderechistas. “Cualquier alianza con Vox para conquistar una comunidad autónoma o una gran ciudad, y pienso en la capital de España, sería una ruptura total y definitiva con un partido”, ha avisado por activa y por pasiva el político francés.
La Presidencia francesa, por encargo de Emmanuel Macron, “vigila” muy de cerca los movimientos de Ciudadanos tras las recientes elecciones generales y municipales. Durante las conversaciones del partido de Rivera con Vox para formar gobierno en Andalucía ya le lanzó un claro aviso a navegantes: “No puede haber alianzas con la extrema derecha en España”, dijo en aquella ocasión un portavoz del Palacio del Elíseo. Además, el representante del ejecutivo francés aseguró que “trabajar con un partido de extrema derecha no es algo anodino y lo tendremos en cuenta en nuestra reflexión para elegir a nuestros socios en Europa. Observamos, y somos muy claros sobre el hecho de que no puede haber alianzas con la extrema derecha”, insistió la fuente gubernamental, que además dejó caer que los “vínculos amistosos” de República en Marcha (REM) −el partido de Macron−, con Ciudadanos, podrían verse afectados por los coqueteos con los ultraderechistas de Abascal.
Sin embargo, pese a los reiterados toques de atención del Ejecutivo del país galo, uno de los más importantes valedores del proyecto neoliberal de Rivera en España, el líder de Ciudadanos sigue haciéndose el sueco, oídos sordos, y continúa negociando, de momento en la sombra, con Santiago Abascal. La formación naranja sufre una especie de extraño trastorno de personalidad, una dolencia que se manifiesta en una suerte de transformismo político que lleva a los de Rivera a la constante y preocupante indefinición. El presidente de Ciudadanos no sabe muy bien lo que quiere ser de mayor y un día se levanta socialdemócrata, al siguiente neoliberal-conservador y el fin de semana, antes de acudir a los mítines en el País Vasco, se despierta poseído por una acuciante fiebre falangista que más allá de que sea pasajera corre el riesgo de cronificarse peligrosamente. Son los efectos adversos de fundar un partido a toda prisa y con bases frágiles, ficticias, sin raíces históricas ni tradición.
Cada vez resulta más evidente que Rivera no sabe lo que es. Y lo que es aún peor. No sabe lo que es el partido que tiene entre manos. De ahí que hoy Andrea Levy haya salido un tanto desencajada de la reunión crucial con los representantes de Cs para llegar a un acuerdo sobre la Alcaldía de Madrid. Al término de la sesión, los periodistas han preguntado a la número 2 y portavoz del PP en las negociaciones si habrá gobierno ‘trifachito’ a la madrileña y ella no ha sabido muy bien qué contestar. “Podemos decir que Ciudadanos sigue instalado en la indefinición. Para nuestra sorpresa hemos comprobado que no muestra su disposición a que haya un gobierno alternativo a Carmena, liderado por el PP”, ha asegurado Levy.
El siempre lúcido periodista José Antonio Zarzalejos cree que detrás de estas tensiones hay una razón evidente: Ciudadanos está tensando la cuerda al máximo en su diálogo con los populares para no quedar relegado al papel de simple comparsa. Cs necesita tocar poder y tocarlo ya, bien sea en la Alcaldía de Madrid o en el Gobierno regional. Sin duda es un motivo de peso, ya que si Rivera no coloca alguno de sus peones en ayuntamientos importantes como el de la capital de España sus votantes verán frustrados sus anhelos y el proyecto naranja, por otra parte algo gripado y desinflado, correrá el riesgo de terminar en rotundo fracaso.
Y ahí es donde entra Vox. La ansiedad de Rivera, su necesidad perentoria de que el poder local cuente con caras reconocibles de Ciudadanos, puede llevarle a pactar con el mismísimo Diablo si hace falta, en este caso con Abascal. Esa sería la explicación al hecho de que el líder naranja se esté pasando por el forro de sus caprichos las líneas rojas del Gobierno francés. A fin de cuentas se trata de una razón trascendental: primero sobrevivir; después quedar bien con el amigo francés.
Viñeta: Igepzio
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