(Publicado en Diario16 el 28 de abril de 2019)
Noche de terror en el PP. Desde que se cerraron los colegios electorales, los pasillos de Génova 13 parecen los de aquel hotel de El Resplandor, la película de Kubrick. Hay miedo escénico, fantasmas de la UCD que se aparecen y se esfuman, una atmósfera gótica, oscura, decadente. Gente que fuma nerviosamente, gente que entra y sale de los despachos, gente que sube y baja aceleradamente por las escaleras. La madrugada va a ser larga. Las botellas de champán, los canapés y los confetis quizá haya que devolverlos a la empresa de catering. Ya está en ello Ana Mato. No se descarta que por la mañana solo queden las cenizas humeantes del partido, los retratos rotos de Fraga y Aznar, los puros y los Marcas atrasados de Rajoy y poco más. A estas horas nadie puede confirmar si se podrán salvar los muebles y la caja B de Bárcenas, una pieza de museo. Una pena, con lo bien que habían quedado tras la polémica reforma del edificio. Muchos temen que haya que mudarse a una sede más modesta porque el presupuesto no dé para seguir en el centro de Madrid. Habrá que cerrar sucursales en provincias, en pueblos y parroquias. Un puñetero desastre, un descalabro. “Pinta muy mal”, dice un importante cargo de la formación de la gaviota.
El pesimismo reina en el cuartel general de los populares madrileños. Donde antes circulaban alegremente los sobresueldos hoy planea la melancolía. Atrás quedan los años exultantes, los diez millones de votos, los sobacos de Aznar empapados en sudor en el balcón de la victoria. Por la mañana quizá todo eso se haya perdido como lágrimas en la lluvia, como decía el replicante aquel de Blade Runner.
Los primeros sondeos dan la victoria al PSOE (116-121), que incluso podría llegar a formar gobierno con Unidas Podemos (42-45), siempre que PNV y ERC lo apoyen, o al menos se abstengan en segunda ronda de investidura. El bloque de izquierdas ha ganado las elecciones, esa es la única realidad, mientras el PP (69-73 escaños) podría quedar relegado al papel de mera comparsa. Ciudadanos (48-49) da la cara y los legionarios de Vox (36-38) desfilarán por los pasillos del Congreso al ritmo del “novio de la muerte”. Al cierre de los colegios había escasas posibilidades de que el bloque de derechas pueda formar gobierno.
En general, ese giro a la derecha, esa consigna nefasta de que hay que ser más ultra que los propios ultras (ordenada obviamente por Casado) puede ser uno de los factores que lleven al desastre electoral al PP. Pero hay otras razones de peso que conviene no perder de vista, como el liderazgo más que discutible de Casado en un partido fragmentado en diversas familias; la negación de los escándalos de corrupción a toda costa, y hasta sus últimas consecuencias, cuando todo el país estaba viendo cómo cientos de cargos públicos populares desfilaban por los juzgados españoles; la nefasta gestión de la moción de censura que hizo Mariano Rajoy al resistirse a presentar su dimisión por la sentencia del caso Gurtel, tal como le pedía Sánchez (con lo cual el Gobierno popular se habría mantenido en el poder un par de años más); y los años de duros recortes que han arrastrado a la pobreza a millones de españoles de las clases medias (también a los votantes del PP). Corrupción, ineficacia y miseria económica. Una tormenta perfecta que ha abonado el terreno para la llegada de la extrema derecha, siempre revanchista y ávida por ajustar cuentas con esa democracia que en las últimas cuatro décadas había colocado el franquismo en el basurero de la historia.
Las peores previsiones se han confirmado en las urnas. Los españoles han votado democracia, no franquismo; modernidad, no caspa; Estado de Bienestar, no patrioterismo barato. Los votantes no se han tragado el cuento del traidor y separatista Pedro. Si es que se veía venir, señor Casado. Tanto decir “váyase señor Sánchez” y a lo mejor el que se va es usted.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
No hay comentarios:
Publicar un comentario