jueves, 5 de septiembre de 2019

DÍAZ AYUSO



(Publicado en Diario16 el 8 de agosto de 2019)

La exclusiva de Vozpópuli sobre los supuestos y sospechosos contactos de la candidata del PP a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con los integrantes de la trama Púnica para mejorar la imagen de la entonces presidenta regional, Esperanza Aguirre, es un feo asunto que no debería caer en saco roto. A pocos días de presentarse a la investidura −que Ayuso ha alcanzado, no lo olvidemos, gracias a un infame pacto con Ciudadanos y con la ultraderecha de Vox−, la candidata debería dar todas las explicaciones oportunas para despejar cualquier sombra de duda y llegar al poder autonómico sin mácula ni sombra de sospecha.
La acusación que lanza el diario digital madrileño es de una gravedad evidente, ya que asegura que Díaz Ayuso era la persona que encargaba tareas al conseguidor de la trama corrupta Púnica, Alejandro de Pedro, tal como también ha informado El Plural. Aunque de momento Díaz Ayuso no ha sido imputada en nada por el juez ni tampoco ha sido llamada a declarar como testigo, su responsabilidad política queda en entredicho y debe ser aclarada cuanto antes, con independencia de que haya participado o no en los hechos, que serán depurados a su debido tiempo en el ámbito judicial. Por el momento Ayuso guarda un indecoroso silencio, como pretendiendo escurrir el bulto, y solo ha entrado en el asunto de puntillas para dar una explicación tan increíble como débil e insuficiente: que solo conocía a Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes de verlas por la sede del partido.
La explicación que esgrime Ayuso no es de recibo, ya que ella era una mujer de confianza de Aguirre (fue designada a dedo por la anterior presidenta regional por méritos personales más que por su currículum) y hasta gestionaba su cuenta en las redes sociales: el famoso perfil del perro Pecas, la mascota de la lideresa.
Sin duda, la información de Vozpópuli coloca a Ayuso en una situación complicada, ya que Adrián de Pedro −informático de la empresa que dirigía su hermano Alejandro de Pedro, el conseguidor de la Púnica−, ha confirmado ante el magistrado Eloy Velasco que la joven candidata popular era su interlocutora en el PP de Aguirre. “Yo hablaba con Isabel Díaz Ayuso, que era la que me decía: ¿Me puedes ayudar en esto o en lo otro?”, ha declarado tajantemente el informático, quien además le ha dicho al juez que Ayuso era “una empleada del PP de Madrid” que trabajaba para la sede de la calle Génova 13.
Más allá de que la Justicia siga indagando en la supuesta relación que Ayuso mantuvo con los intermediarios de la red mafiosa que lograba adjudicaciones ilegales en la Comunidad de Madrid, resulta evidente que a pocos días de la investidura Díaz Ayuso tiene un serio problema. Durante la pasada campaña electoral a las autonómicas la candidata vendió a sus electores que ella era el futuro, la regeneración del partido, el aire fresco, la líder renovada que iba a cortar con el turbio pasado del “aguirrismo” y con los escándalos de corrupción que durante años carcomieron de arriba abajo el PP de Madrid.
Sin embargo, en un diabólico déjà vu, en una especie de retorno al día de la marmota, hoy los madrileños se desayunan con estupor con una noticia del pasado que tiene mucho que ver con la corrupción, como si el reloj no hubiese avanzado, como si todo siguiera igual. Los ciudadanos, atónitos, vuelven a comprobar una vez más cómo las promesas de campaña de uno de sus líderes políticos, en este caso de quien tiene la misión de dirigir los destinos de la Comunidad de Madrid en los próximos años, no concuerdan con su biografía más reciente. Y resulta que la gran esperanza blanca del PP, la joven y virginal muchacha supuestamente limpia de polvo y paja y a salvo de escándalos, la elegida para regenerar la putrefacta política madrileña, está también salpicada por el más turbio pasado. Ese pasado que siempre, tenaz y tercamente, acaba por regresar de una forma o de otra con sus fulanos corruptos campando a sus anchas por las instituciones, con sus manzanas podridas cayendo del árbol del PP y con aquellas ranas fangosas de Aguirre de triste recuerdo.

Viñeta: El Koko Parrilla

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