(Publicado en Diario16 el 24 de agosto de 2019)
La ONU ha dado un serio toque de atención a Jair Bolsonaro por la terrible oleada de incendios que asola la Amazonia, el gran pulmón de la Tierra. Más de 70.000 fuegos se han declarado en esa vastísima región en lo que va de año, un 145% más con respecto al año anterior. Y mientras la mayor reserva verde del planeta queda reducida a cenizas, con las nefastas consecuencias para el calentamiento global y la supervivencia de la vida, el presidente brasileño denuncia que todo es producto de una “psicosis ambiental” promovida por las oenegés contra los intereses de Brasil.
Un vez más nos encontramos ante el discurso cínico y enloquecido de un fascista que además es un terrorista medioambiental, alguien que trata de reírse del resto del mundo, como ya hicieran otros sátrapas iluminados a lo largo de la historia. Hay que pararle los pies. La comunidad internacional debe reaccionar con contundencia ante las mentiras y la desquiciada política de un loco, el “Nerón brasileño”, que amenaza la seguridad de todos. El Amazonas debe seguir siendo un santuario y no debemos escatimar en medios para protegerlo. Los proyectos empresariales de Bolsonaro para convertir aquel espacio natural en un polígono industrial y en un gigantesco invernadero para beneficio de algunos agricultores que votan al caudillo brasileiro deben ser frenados a toda costa, primero con duras sanciones económicas pero también recurriendo a un bloqueo por tierra, mar y aire si es preciso, hasta asfixiar económicamente al país. Se impone una cuarentena, un cinturón sanitario sobre el Gobierno totalitario de Bolsonaro hasta que rectifique o caiga derrocado.
De entrada, el ministro de Finanzas de Finlandia, Mika Lintilä, ha propuesto a la Unión Europea que estudie la posibilidad de prohibir las importaciones de carne de vacuno procedentes de Brasil en respuesta a los incendios que han arrasado miles de hectáreas. Ese es el camino. En un comunicado, el responsable económico del Gobierno finés ha condenado la “destrucción masiva” de la selva amazónica y ha instado a las instituciones comunitarias a estudiar “urgentemente” si es posible frenar las importaciones de carne de vacuno de Brasil a la UE en respuesta a los fuegos incontrolados. Finlanda ostentará hasta que finalice el año la presidencia de turno de la Unión Europea y fuentes diplomáticas del país nórdico no han precisado, preguntadas por Europa Press, si esta sugerencia ha sido trasladada ya a la Comisión Europea, la institución que tiene las competencias en el área comercial, y al resto de Estados miembros.
Son solo tímidos movimientos mientras los expertos nos advierten cada día de que vamos tarde. La deforestación en la región amazónica se cuadruplicó en julio respecto al mismo mes de 2018. Bolsonaro atribuye a la sequía el aumento de los fuegos y se escuda en que Brasil no tiene medios para hacer frente a la catástrofe. Mentiras y más mentiras. La UE ha ofrecido ayuda tanto a Brasil como a Bolivia para apoyar sus esfuerzos de cara a combatir los incendios, incluida la posibilidad de activar el sistema comunitario de imágenes por satélite. Bolsonaro ha rechazado cualquier intervención extranjera. Una prueba más de que detrás del fuego hay una mano negra intencionada, los intereses de una industria maderera corrupta que ha apoyado a Bolsonaro para que llegara al poder y de ciertas grandes multinacionales agrícolas exportadoras interesadas en convertir extensas áreas forestales del Amazonas en zona de cultivo y pastos. Grupos organizados, lobis ultranacionalistas muy poderosos que pretenden acabar con una selva exuberante llena de vida y convertirla en un montón de chimeneas humeantes.
Ilustración: Artsenal
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