jueves, 5 de septiembre de 2019

EL PP DE CASADO ES LO DE SIEMPRE


(Publicado en Diario16 el 3 de septiembre de 2019)

El juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón ha imputado a las expresidentas de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes por la presunta financiación irregular del PP regional, una investigación que se enmarca en el “caso Púnica”. En el fondo, lo que hace la Justicia es relanzar la investigación de este oscuro asunto y concretamente de la pieza que indaga si el PP que presidió Aguirre se financió ilegalmente durante las campañas electorales de 2007, 2008 y 2011.
Hasta ahí la información pura y dura que difundieron las agencias de noticias, la fría nota policial que no por esperada resulta menos impactante y trascendente. Ahora la investigación de la Justicia seguirá su curso, pero con independencia de ello hoy se impone el análisis político, las consecuencias para el PP y su nuevo líder, Pablo Casado, que se ha encargado de repetir hasta la saciedad, en campaña electoral y fuera de ella, que aquel partido preñado de corrupción era ya historia. ¿Cómo va a ser historia si los fantasmas del pasado vuelven una y otra vez como aquellos cuentos terroríficos de Charles Dickens? ¿Cómo podemos olvidar esa época aciaga y negra de nuestra historia si los casos criminales siguen brotando como setas?
El marrón de la imputación de Aguirre y Cifuentes es de considerables dimensiones para el partido y llega en el peor momento, justo cuando Isabel Díaz Ayuso –número 1 en la línea sucesoria del “aguirrismo”– acaba de ser investida presidenta de la Comunidad de Madrid (en medio de fuertes escándalos) y precisamente cuando Casado preparaba una gran operación de imagen para aglutinar el voto de PP, Ciudadanos y Vox en torno a España Suma, ese invento del que Rivera y Abascal huyen como de la peste.
A esta hora, la única respuesta dada por la dirección del PP a la imputación judicial, al jaque a las damas, ha sido apelar a la “presunción de inocencia de ambas”, lo que en lenguaje coloquial se llama “volver a las andadas”, o lo que es lo mismo, recuperar la vieja partitura de aquella marcha fúnebre de la corrupción que acompañó al partido en su defunción tras el descalabro electoral del pasado mes de abril. Recuerde el lector cuando los Bárcenas, Granados, González y otros monstruos de la galería de freaks del PP desfilaban uno tras otro por los juzgados mientras Aguirre también invocaba la presunción de inocencia para sus hijos políticos y se limitaba a decir que aquello era cosa de la fatalidad, del azar, de cuatro ranas de nada que le habían salido en el estanque de la Comunidad de Madrid. Hoy parece que la reina del cuento también va camino de convertirse en un hermoso anfibio verde citado para croar (y cantar) ante los jueces de la Audiencia Nacional. Aguirre tendrá que dar cuenta de si, como dice el magistrado instructor del caso, fue ella “quien ideó la búsqueda de recursos que financiaran las campañas que ella misma seleccionaba, y la supervisora última de las sinergias entre sus consejeros de confianza, que impulsó con dicha finalidad (…)”, ya que dichas campañas electorales “iban dirigidas fundamentalmente a fortalecer y vigorizar su figura política y a consolidarla como presidenta de la Comunidad”, concluye el demoledor auto.
Y pese a que la realidad se acaba imponiendo tozudamente (lo de Madrid era tan gordo que exigía cuanto menos la imputación de sus máximas dirigentes para que dieran al menos una explicación) Casado se empeña en dar una apariencia de limpieza y regeneración. Pues ni lo uno ni lo otro. La limpieza brilla por su ausencia, ya que los tribunales están hasta los topes de casos de corrupción que afectan a Génova 13. Fuentes judiciales consultadas por Diario16 aseguran que está muy cerca el momento en que el PP vuelva a ser condenado de nuevo por financiación irregular en alguno de esos ‘expedientes X’ que colean por los palacios de justicia de toda España.
Pero es que además la supuesta regeneración no se ve por ningún lado, ni en caras ni en cargos. Es más, a menudo la ciudadanía comprueba con estupefacción que los mismos perros (y sapos) con diferentes collares, que en su día se vieron afectados por la sarna de la corrupción, regresan ahora a la primera línea de la política como si estuviesen curados, rehabilitados, vírgenes de comisiones, sobres y chanchullos. No hay más que echar un vistazo al casting de altos cargos que ha preparado la presidenta Díaz Ayuso para concluir que aquellos fantasmas del pasado dickensianos a los que nos referíamos al principio de este artículo siguen cómodamente instalados en diferentes puestos de la dirección del partido.
¿Dónde está por tanto la regeneración tantas veces prometida, dónde los rostros castos y puros de esos hombres y mujeres que venían a reconstruir un partido emponzoñado de detritus? La pregunta, por supuesto, es retórica, ya que nadie en el PP va a salir a dar una respuesta que están esperando todos los ciudadanos. De hecho, tras conocerse la noticia de la imputación de Aguirre y Cifuentes ni siquiera Casado se ha atrevido a comentar algo sobre el tema y mucho menos a romper lazos con la gran matriarca castiza. Es decir, mientras todo apunta a que estamos llegando al corazón de las tinieblas, al final de la trepidante serie por temporadas de la corrupción madrileña, al PP la única explicación que se le ocurre es tirar de la manida coartada de siempre, de la excusa fácil de la presunción de inocencia. No se dan cuenta de que quizá estén asistiendo a la explosión final de las supuestas cloacas del “aguirrismo” y a los funerales políticos de esa Mamá Grande de los «batracios» (parafraseando a García Márquez) que fue doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma.

Viñeta: El Koko Parrilla

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