(Publicado en Diario16 el 8 de agosto de 2019)
“Buenos días. Sexto día a bordo del Open Arms. Sexto día sin un puerto seguro donde desembarcar. Esta Europa inhumana sigue de vacaciones. Vergüenza. Ahora más que nunca os necesitamos a nuestro lado”. Ese ha sido el agónico mensaje de esta mañana del buque solidario que ha rescatado a 121 personas en el Mediterráneo y que sigue dando vueltas en el mar ante la insolidaridad de la Unión Europea.
Mientras tanto, el primer ministro de Italia, Matteo Salvini, ha acusado al Open Arms de usar los rescates de inmigrantes en el Mediterráneo como “provocación política” y ha amenazado con requisar el barco si accede a un puerto italiano. “Open Arms lleva seis días en el Mediterráneo y ahora amenaza con entrar en Italia. Le habría dado tiempo a alcanzar España, el país de esta oenegé, que ha dado bandera a su nave y donde algunos alcaldes están dispuestos a la acogida”, ha asegurado con su habitual cinismo de siempre el líder ultraderechista. “Quizá estos señores solo quieren hacer una provocación política: evidentemente la vida de las personas a bordo no es su verdadera prioridad, sino que quieren a toda costa trasferir a los clandestinos a nuestro país”, ha insistido.
Salvini lanza sus consignas xenófobas en Twitter y jugando con la vida de cientos de personas mientras el barco humanitario continúa emitiendo señales de socorro frente a la isla italiana de Lampedusa, aunque sin recibir respuesta. Definitivamente la Unión Europea se ha desentendido del problema e insiste en que deben ser los países de acogida los que soliciten a Bruselas el reparto proporcional de los náufragos rescatados.
¿Pero quiénes son los responsables directos de que un grupo de personas rescatadas en el mar estén siendo tratadas como mercancía, o aún peor, como ganado condenado a morir en el mar? Sin duda, en primer lugar la Unión Europea, incapaz no ya de articular un protocolo automático de actuación para salvar la vida de gente en peligro sino de ofrecer una respuesta rápida a una emergencia humanitaria. En segundo lugar Italia y Malta, países que deberían hacerse cargo de los rescatados en cumplimiento de la legislación internacional vigente sobre Derecho del Mar. Y en último lugar España, ya que el buque rescatador lleva bandera española y nada impide que nuestro país ceda alguno de sus puertos para desembarcar al pasaje.
La posición de España es ciertamente difícil, ya que se debate entre sus obligaciones morales y humanitarias y la posibilidad de generar un conflicto diplomático con Bruselas o con otros países de la UE contrarios a la acogida. Quizá por ello está jugando el papel de simple mediador, cuando lo que realmente le corresponde es tomar la iniciativa, acoger a los migrantes y presionar a Bruselas para que convoque una cumbre europea que aborde el grave problema de la inmigración en el Mediterráneo.
De momento la tripulación del Open Arms se encuentra en un compás de espera y no descartan solicitar un punto de atraque en otros puertos seguros de Francia o Grecia. “Lo siento, no puedo ni con tanta hipocresía ni con tanto oportunismo político”, ha lamentado el fundador de la oenegé Proactiva Open Arms, Oscar Camps, que ha estallado en las redes sociales contra el ministro español de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell, que guarda un silencio tan humillante como irresponsable.
Ilustración: Artsenal
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