(Publicado en Diario16 el 10 de julio de 2019)
A Ángela Mulas, diputada de Vox en el Parlamento andaluz, no la conocía nadie hasta que hoy ha dejado para la historia una de las perlas más infames de la historia de la democracia española: “Gran parte de las denuncias de violencia de género no tienen fundamento ni base real, son las llamadas denuncias instrumentales”.
Mulas trataba de justificar con esas bochornosas palabras la supresión de ayudas específicas a las asociaciones y entidades comprometidas en la lucha contra la violencia de género. La susodicha pedía de esta manera al Gobierno del popular Juanma Moreno Bonilla que deje de invertir dinero público para seguir “promocionando denuncias” presentadas por mujeres que buscan lograr “ventajas en los procesos de divorcio”.
Las brutales ideas retrofranquistas que pueden llegar a brotar de la boca de los políticos de Vox se están convirtiendo ya en parte del día a día de la vida política de nuestro país y por desgracia empiezan a no ser noticia. Nos estamos insensibilizando ante las astracanadas de un partido político que ha llegado para provocar, para degradar la calidad de la democracia y para, en un futuro quizá no tan lejano, tratar de imponer una forma de gobernar autoritaria, machista e insensible con las minorías.
La tal señora diputada Mulas probablemente ha tenido hoy sus cinco minutos de gloria. Con su ofensa intolerable hacia las mujeres maltratadas ha conseguido salir en las portadas de los periódicos y en los telediarios de mediodía. “Pensar que todas las denuncias son verdaderas y no obedecen a otros intereses es eliminar la presunción de inocencia a todos los hombres que sean acusados, y creer que no hay mujeres mentirosas”, ha manifestado antes de exigir la abolición de la Ley de Violencia de Género y de mentir con las cifras, ya que según Mulas el número de denuncias sobreseídas o que acaban en absolución del acusado son “más del 85 por ciento”, lo cual es rotundamente falso.
Con su intervención de un nivel intelectual que no da la talla mínima exigible para representar con dignidad el alto cargo que ostenta como diputada regional, Mulas se ha retratado para siempre. Sin duda, esas palabras habrán hecho daño, mucho daño, a miles de mujeres españolas que hoy conviven con el miedo a que sus parejas se ensañen con ellas o incluso terminen matándolas en un arrebato machista. Pero eso a la señora Mulas le da igual. Ella solo piensa en subir al atril del Parlamento, soltar su abominable speech contra las mujeres maltratadas y cobrar a final de mes de esa misma democracia que sueña con destruir algún día.
Viñeta: Artsenal
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