(Publicado en Diario16 el 11 de junio de 2019)
Por lo visto, todo el mundo en el PP valenciano sabía que Francisco Camps y Álvaro Pérez ‘El Bigotes’ se conocían. Se les veía juntos en los despachos de la sede del partido, en los actos y mítines políticos, en eventos públicos y caminando juntos por la calle. Sin embargo, Camps sigue negándolo rotundamente y le parece que las acusaciones del empresario son “de película”. Y puede que ahí tenga razón el honorable, ya que su truculenta relación con El Bigotes se parece bastante a aquel largometraje, El cabo del miedo, de Martin Scorsese.
Por refrescar, el film cuenta la historia de Max Cady (Robert de Niro) un preso que acaba de ser puesto en libertad tras catorce años entre rejas. Entonces se dedica obsesivamente a buscar a su abogado, Sam Bowden (Nick Nolte), para ajustar cuentas con él, ya que lo considera responsable de su desgracia y de su condena. A uno siempre le pareció mejor la primera versión de J. Lee Thompson, El cabo del terror (rodada muchos años antes, en 1962) con los inolvidables Gregory Peck y Robert Mitchum en los papeles de acosado y acosador, pero eso no viene a cuento. De cualquier forma, el símil cinematográfico puede servirnos para desentrañar el misterio de la amistad de Camps con El Bigotes tanto si recurrimos a la cinta original como a su remake.
Veamos. Tenemos a un ex president de la Generalitat Valenciana que sin ser Nick Nolte vive una existencia tranquila en la Ciudad del Turia, entre naranjos, barracas y fallas ardiendo (lo de tranquila es un decir, ya que últimamente el honorable se pasa más tiempo yendo y viniendo a los juzgados que en su propia casa). Camps es un ciudadano ejemplar (que diría Rajoy), un señor respetable y de derechas de toda la vida (faltaría más), un buen tío (como asegura Arcadi Espada en su libro). Sin embargo, de buenas a primeras irrumpe en su cotidiano día a día un personaje oscuro como El Bigotes. Según se va viendo, Álvaro Pérez solo vive para arruinarle la vida al político popular con sus confesiones y acusaciones ante el juez. Bien, ¿pero qué interés puede tener alguien como El Bigotes en demostrar en sede judicial que fue Camps quien dio la orden de contratar con la Gürtel en Fitur 2009? ¿Qué extraño placer o diversión se puede encontrar en pasarse las horas muertas en un juzgado acusando con tal inquina y ensañamiento a un hombre gris como el president que no pasará a la historia de la humanidad?
Según la exclusiva de Liarla Pardo, la primera hipótesis sería la que más se aproxima a la verdad. El programa de La Sexta ha destapado las supuestas conexiones entre ambos personajes tras detectarse algunas contradicciones en la declaración del honorable president y ciertas fotografías que demostrarían que sí mantenían una relación de amistad.
En su declaración en la Audiencia Nacional, Camps ha negado tener trato con El Bigotes, de quien dijo que “era un señor que estaba por allí y que lo que hacía era poner escenarios” en los mítines del partido. Sin embargo, en una fotografía publicada por el programa de Cristina Pardo se puede ver a ambos compartiendo confidencias ante la sonrisa cómplice del honorable president.
Por otra parte, en un momento del interrogatorio el fiscal le pregunta a Álvaro Pérez: “¿Podía darle el señor Camps la adjudicación de Fitur?” A lo que el empresario responde: “De hecho me la dio (…) A mí me las daban porque lo ordenaba él”. Según El Bigotes, se veía con el líder del PP valenciano en el Club de Tenis de Valencia. “He comido muchísimas veces con el señor Camps. En su mesa, en un rinconcito. Me han visto los camareros, los porteros, los ordenanzas, los recogepelotas y los que pintaban las rayas de las pistas. Me ha visto muchísima gente estar allí con él. Ir allí a verle jugar al pádel y luego hacíamos un apartadito y charlábamos un rato”, confiesa con rotundidad.
A este respecto, Camps lo niega todo: “Los domingos por la tarde no voy nunca al tenis porque soy persona de costumbres (…) He comido toda mi vida en casa de mis padres, los sábados, y toda la vida los domingos en casa de mis suegros. Pero por la tarde no recuerdo haber estado en el tenis (…)”. Sin duda, una coartada cogida con los pelos, un débil clavo ardiendo al que agarrarse cuando tienes detrás a un tipo tan constante y tenaz en sus acusaciones como El Bigotes. Alguien que quizá no sea tan mortífero y sangriento como Max Cady, pero que puede hacer mucho daño.
Ilustración: Artsenal
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