jueves, 28 de febrero de 2013

LA RUBIA MOGAMBO


Dicen que es princesa, pero para mí que Belén Esteban tiene más sangre azul en sus venas que ella. La amiga entrañable del rey, la rubia mogambo de las monterías africanas de Zarzuela, Corinna, se ha convertido en el personaje rosa que faltaba en ese thriller negro que es el caso Urdangarín. Ahora va y sale en la portada del Hola, todo enjoyada y perfumada de escándalo, para decirnos que no quiere ser centro de ninguna polémica. Claro, por eso le ha faltado tiempo para desnudar su alma (look Michelle Pfeiffer) en exclusiva mundial y en el semanario oficial de la aristocracia. Uno cree que Corinna no es más que una buscavidas del euromillón, por mucho que se empeñe en definirse con el eufemismo de experta en consulting empresarial. Ahora se dice así, pero las malas artes de Corinna nos huelen a algo más sencillo, primitivo, sensual.
Se queja esta aprendiz de Mata Hari de que la prensa va a por ella solo porque es rubia y mujer, pero también es rubia y mujer Leticia Sabater y nunca tuvo tanto tirón mediático. Asegura que no quiere hacer daño al Rey pero acto seguido se pone a largar ante el primer paparazzi que pasa por su lado. 
Corinna es una mala imitación de Grace Kelly y sus pedruscos prestados y sus modelitos Barbie princesa no son más que el envoltorio engañoso de lo que es en realidad: una intermediaria del trapicheo monegasco en el que ha caído la vieja Europa, una comisionista del lío en Río en el que se ha visto envuelto Juan Carlos I.
Corinna se ha creado un personaje ya manido en la literatura y el cine, el de la supuesta aristócrata superpija de apellidos interminables y prusianos, el de la top que no da un palo al agua y que pulula por las cancillerías, reinos y palacios europeos en busca del chanchullo fácil. Corinna es una fórmula tan vieja como el tiempo, la rubia peligrosa que por la noche envenena de Chanel Five al pez gordo de turno y al alba le roba las joyas y la cartera, cuando el gran hombre, ebrio, agotado y descorbatado, yace por fin en la cama con dosel del hotel sin haberse comido un colín. Desde Lubitsch sabemos que las cazahombres engatusan a reyes y duques empalmados de lujuria y champán francés, pero por la mañana, cuando ha pasado la fiebre del vals, la luna llena y las falsas promesas, les dan con la puerta en las narices y si te he visto no me acuerdo. Las corinas de la vida enamoran a los gobernantes de medio mundo pero terminan largándose con el gitanazo que espera dentro del coche con su camiseta de rayas gondolieras y su tatuaje amor de madre.
Treinta años de austero y fructífero reinado juancarlista han quedado ensuciados al final por un desliz con la reina del artificio, por un error con una aventurera marbellí que hunde monarquías como quien juega a los barcos, por las intrigas palaciegas de una condesa descalza con linajes baratos de Sissi Emperatriz. Engañarás al duque, engañarás al Rey, engañarás a la Historia, Corinna, chata, pero nunca podrás engañar al pueblo. No vayas de única porque se te transparenta toda la ambición. Como los pezones de la Hathaway.                    

sábado, 23 de febrero de 2013

LOS SICILIANOS DE LA IGLESIA


Ocurre que un Papa de Roma es como un rey, nadie se acuerda de él hasta que se le necesita. A mí los papas me la traen bastante al viento, pero Benedicto XVI, tras su abdicación/dimisión es uno de esos personajes históricos y magnéticos que darán para mucho best seller de Corte Inglés y para mucho ensayo coñazo. Estamos sin duda ante un papa adusto, erudito, oscuro, muy lejos del viajero, alegre y mediático Wojtyla que tantos amores católicos despertaba y que tanto piropo cursi inspiraba, totus tuus y todo aquello. A Benedicto, cuando llegó al trono vaticano, todos le criticaron su pasado sospechoso en la Alemania nazi, su jefatura al frente de la Inquisición moderna y su humanidad aparentemente gélida, un retrato que después se ha demostrado fallido y arquetípico porque se basaba únicamente en los trazos de su rostro de sátiro travieso. Después, cuando ya era tarde, se ha demostrado que el hombre no era tan malo como nos lo pintaron algunos medios de comunicación y que los malos realmente eran otros, los obispos-banqueros, los poderes fácticos en la sombra, los pederastas ensotanados y los mayordomos carteristas que le espiaban en los aposentos papales.
La dimisión de Benedicto tiene más que ver con su hartazgo de tanto sepulcro blanqueado, con su impotencia para sujetar a la curia bancaria, que con su edad avanzada y su salud maltrecha. A este Papa lo recordaremos siempre por una decisión valiente, su sagrada dimisión, esa palabra que dentro de poco habrá que dar de baja en el diccionario de la RAE por arcaica y desusada. Un agnóstico es un ateo que todavía ha vivido poco y hasta el mundo agnóstico aplaude ahora a un papa íntegro que ha tenido un gesto humano tras una indigestión de injusticias eclesiásticas. "Ahí os quedáis, que yo me voy con mis libros a un monasterio", debe haber dicho a los obispotes de Roma gordos, fatuos, corruptos. 
Uno ya no confía en que Rajoy tenga un arrebato de dignidad mariana y siga los pasos de Su Santidad (SS), pero cree que Don Juan Carlos sí está a tiempo de seguir el camino de Benedicto XVI, ya que una huida a tiempo puede salvar un Reino. La imagen de Iñaki El Empalmado, duque de ferias y congresos, bajando por el cadalso vergonzante del Juzgado mallorquín es demasiado brutal, demasiado demoledora y grotesca, y no hay Monarquía que la resista. Por eso urge una reforma en profundidad en la Zarzuela para tapar las goteras que le han salido tras tres décadas de democracia. Los historiadores deberán juzgar ahora cómo un jugador de balonmano que movía tan bien la mano pudo engañar a la Casa Real con su juego de muñecas.  
Pese a que ya digo que no comulgo con la curia vaticana, he de confesar que Benedicto será a partir de ahora mi papa de cabecera, my favourite Papa, porque con esa dimisión divina y humana ha demostrado no solo que es mortal, sino que ha sido honesto con sus principios religiosos hasta el final, y eso es mucho en los tiempos que corren. Su decisión ha puesto en evidencia a los grupos sicilianos de la Iglesia, que son como las meigas gallegas, siempre intrigando, siempre amasando, siempre ensuciando el mensaje de Cristo, por los siglos de los siglos. Amén.   

Imagen: Neil K. Kempsell              

jueves, 21 de febrero de 2013

LAS METÁFORAS DE RAJOY


De todas las malas metáforas empleadas ayer por Mariano Rajoy en el debate de la cosa hay una que da mucho miedito: "Ha costado mucho pero el barco no se ha hundido". Lo digo porque cada vez que el presidente habla de barcos, cada vez que se pone el disfraz de patrón de navegación es que la pifia sin remedio. Recuerde el ocupado lector de este blog cuando el registrador de la propiedad se puso también metafórico en aquellos días tempestuosos del naufragado Prestige. Sus "hilillos" de chapapote nos salieron caros a los españoles (sobre todo a los gallegos) y ahora mucho nos tememos que la metáfora manida del barquito esconda un mal fario de cara al futuro para todos nosotros. 
Si nos fijamos bien, las metáforas de los políticos son siempre las mismas, que si el barco, que si los toros, que si el fútbol, y no hay un solo asesor en Moncloa que caiga en la cuenta y le diga al presidente que estas licencias literarias deberían estar prohibidas por sobadas. Pero que el premier pepero haga alusión a la metáfora de la embarcación es más que una metáfora un símbolo, un símbolo de que nuestros políticos se repiten hasta la saciedad y hasta la suciedad y les falla la imaginación, que es más importante que la lógica, ya lo dijo Hitchcock. 
Uno cree que detrás de la metáfora recurrente del discurso de su excelencia está el ministro Wert, el prepotente, maquiavélico y engreído Wert. Ya se conocen sus aficiones literarias y sus pinitos radiofónicos (otro día hablaremos de por qué en este país se permite llegar a la política a cualquier artista/advenedizo). Por eso nos olemos que en el origen de las pobres metáforas que ayer esgrimió Rajoy (todas para olvidar) hay un mal literato, un poeta adolescente que no ha pasado del cursi Bécquer. Su discurso no solo fue patético y yermo desde el punto de vista literario, sino que no hizo un mal atisbo de autocrítica, por mucho que empezara su alocución con la triste cifra de parados, un brindis al sol para luego tirarse el nardo de lo estupendo que soy y lo bien que lo estoy haciendo, ea. Eso sí, para quien no hubo una mala metáfora fue para Bárcenas El Suizo y ya sabemos que el silencio, señor Rajoy, es el mejor arma de la complicidad.
Rubalcaba, por su parte, no empleó metáforas porque no le hacen falta, porque su capacidad de oratoria es la más potente del hemiciclo, pero al líder socialista le falla su pasado y un hombre con un pasado demasiado turbio siempre acaba metido en líos. A Rubalcaba, hombre brillante sin duda, lo mejor que le podría ocurrir es pasar a la reserva castrense, a la retaguardia política, y dejar paso a caras nuevas, a ideas nuevas, porque si no el PSOE acabará convirtiéndose en un dinosaurio de museo. La calle está en plena revolución, una revolución extraña, es cierto, ya que por la mañana el españolito se pone el traje de perroflauta 15M, rompe un par de escaparates bancarios y por la tarde se va al hamburguer con la familia. Pero es una revolución al fin y al cabo y sus señorías que están muy cómodos en sus escaños indolentes deberían saber que cualquier día puede irrumpir un grupo (no de picoletos borrachos, como en el 23F) sino un grupo de activistas de la calle cabreada que dé por suspendido el sistema corrupto en el que nos ahogamos todos. Las Cortes huelen a formol, a antiguas, y corren vientos convulsos, vientos telúricos por toda Europa, por lo que las metáforas viejas, dodecasílabas, bizantinas, ya no le sirven al gentío. Ya lo ha dicho el Financial Times: "En España todo huele a putrefacción". Y tanta mierda ya no se limpia con unas cuantas metáforas facilonas que ni dan brillo ni dan esplendor. El PP que revise su manual de ética y recursos literarios y el PSOE que se lo haga mirar. Por el bien de la democracia.  

miércoles, 20 de febrero de 2013

EL DEBATE


Apenas una hora antes de que comience el debate sobre el estado de la cosa uno sospecha que la esperada sesión no dará mucho más de sí que el caso de ese policía nacional al que se le ha ido la pinza y ha triturado el bazo de un pobre árbitro durante un partido de fútbol. Tal como están las cosas, con la crispación a flor de piel y la popularidad de sus señorías en niveles de nuestro PIB, temo que sociatas y peperos caigan en la tentación fácil del insulto y terminen dando rienda suelta a sus instintos más bajos para atizarse a calzón quitado en el ring político de la democracia. Sería un nuevo golpe a nuestras maltrechas y erosionadas instituciones mientras el pueblo asiste atónito a la peineta de Bárcenas a su llegada al aeropuerto. Esa peineta quedará como el símbolo de una época, como el guantazo de Ruiz Mateos a Boyer, como la calva calavera de Roldán, como el caballo imperioso de Jesús Gil. Solo que esa peineta va dirigida a la gente, al desahuciado que se suicida, al parado que malvive en los laberintos kafkianos del Inem. Y eso ya es más grave. 
Si hoy nuestros políticos no dan la talla que de ellos se espera, si deciden entregarse al "y tu más" de la corrupción sin aportar pactos contra la crisis, medidas contra la miseria y el hambre, soluciones, en fin, para sacar al país de la situación medieval por la que atraviesa, se habrán pegado el último tiro de gracia larraniano. Rajoy, como presidente del Gobierno, debería dar explicaciones sobre los 22 millones de su filesa suizo, de sus tristes fiestas entre confetis millonarios, de sus sobres gurtelianos, inmorales, delictivos. Pero además el líder del PP está en la obligación de rendir cuentas de su gestión y de liderar soluciones, si es que las tiene. El problema es que mucho nos tememos que al manda gallego le interesa que el debate se sitúe en la corrupción, una cómoda cortina de humo para no hablar de lo importante y urgente: la agonía del pueblo, o sea. Por otra parte, Rubalcaba tampoco puede quedarse en el discurso elemental del palo al Gobierno que es de goma y tendrá que explicar cuáles son sus propuestas. Aquí es preciso recordar que el líder socialista tampoco está entre los políticos más valorados por la opinión pública, ni mucho menos, y que el PSOE tiene pendiente una renovación interna de caras, ideas y proyectos. 
Así las cosas, estamos ante un debate crucial, quizás uno de los más importantes de nuestra joven y bisoña democracia, aunque ya digo que mucho me temo que al final del combate de barro todos se darán una ducha fría y se irán tan tranquilos a tomarse unos pinchos al bar del Congreso. Por mi parte, he decidido seguir el ejemplo tonificante del compañero Ramón Lobo, quien hoy escribe muy acertadamente en su blog: "En los días que hablan los Zapajoy sobre el estado de lo que desconocen, pongo música, me ausento. Observo el lento pasar de las nubes con todos los tonos del gris y pienso en el sábado, en las mareas". Uno comprueba con satisfacción cómo en Internet se está haciendo el columnismo de más calidad de este país, lejos de los tertulianos apesebrados que peregrinan de plató en plató, de los editores fatuos y cobardes de periódicos vendidos al poder del dinero, de los directores que olvidaron pisar la calle y se refugian en sus despachos opulentos. Uno se siente libre, confiado y con ganas de seguir escribiendo. Salud, Ramón.     

lunes, 18 de febrero de 2013

EL REY PASMADO


Señor Rey: De todo este avispero que se le ha montado en Zarzuela por culpa de un yerno que va todo el día empalmado, lo peor no es que se haya dado a la caza fácil del elefante, ni que se haya rodeado de una camarilla de mariocondes de la vida, ni siquiera que aún no haya hecho públicas las cuentas de Zarzuela. Lo que nos parece peor de todo es que un conquistador de su talla, un borbón contrastado en mil batallas amorosas, al final se haya dejado conquistar/engatusar, incomprensiblemente, por una corina o corista del montón con trazas de princesa prusiana vividora y marbellí.

Esos correos electrónicos sospechosos del chantajista Diego Torres no dejan mucho lugar a la duda, no dejan coartada posible a los juancarlistas. Si Corinna, su amiga de cartas y monterías, mantenía relaciones muy mercantiles con el Duque Empalmado bajo amparo de "SM" urge una explicación ya. El silencio de un monarca deja huérfanos a sus súbditos. 
A un hombre como usted, señor Rey, a un estadista experimentado que supo torear a los militarotes fachas del 23F, algunos le admirábamos sus dotes de mando, su olfato y su sentido de la estrategia política. Pero parece que lo que no han podido lograr los enemigos de la Monarquía en varias décadas de buena democracia lo ha podido una canita al aire a destiempo. Torres dice que Iñaki daba el pelotazo y usted el braguetazo. Resulta triste y grave que tal escándalo de dimensiones bíblicas salpique a la jefatura del Estado y ningún asesor le aconseje un desmentido rotundo y balsámico. Hable sin tapujos señoría, explíquese, no quede como un Rey pasmado, porque se nos cae un mito y un régimen, aclare las reuniones con amigos poco recomendables, cuente las cenas de Zarzuela con vendedores de humo y aire (ver Camps y Rita). Convénzanos, en fin, de que no ha podido más su sangre brava, caliente, borbónica, que su sentido de Estado. Cuando se deja entrar en la Corte a una cortesana sin pedigreé se corre el riesgo de arriesgar un Reino. Sobre aquellas correrías con Bárbara Rey ya se echó tierra en el 95, pero ahora es otro tiempo, señor Rey, la miseria corroe al país, los arruinados se arrojan por la ventana como en el crack del 29, la revolución seduce al pueblo. Es momento de la transparencia, del destape político, como ha hecho la sobrina de Aznar, que se ha destetado en Interviu desvelando que su tío es un gamberro.      
A Ansar le sale rana su sobrina y a SM le ha salido otra rana más aristocrática pero igual de peligrosa, señor monarca, una tal Corinna que se estaba aprovechando de la centenaria monarquía española para hacer doblones con su yerno en los salones sagrados de palacio. Y eso, majestad, es algo que ni nosotros ni doña Sofía deberíamos permitir. Nunca debió haberse ido de safaris furtivos a África con una espía del amor. Le ha pasado como a Clark Gable en Mogambo: el cazador cazado en un calentón poco meditado que ha tirado por la borda una obra política, un reino, un país. Un calentón que nos va a salir demasiado caro.           

lunes, 11 de febrero de 2013

LOS SOBRADOS


Estos boys del PP están poniendo el listón del discurso político al nivel del betún. ¡Qué tiempos aquellos en los que el debate público se situaba en el IPC, la inflación o la balanza de pagos con la Unión Europea! Ahora te levantas por la mañana, pones la radio y sólo se habla de lo mismo, del dinero negro, de los fulanos que se lo estaban llevando a calzón quitado, de las cuentas transalpinas, paradisíacas, suizas. Ellos, los chicos del sobre fácil, los ministros del trincamiento furtivo, los sobrados, nos están obligando a hablar de cosas que debían estar superadas desde la EGB (ESO para las nuevas generaciones) cosas como que el dinero del ciudadano es sagrado. No se roba, niño malo.
A estos bucaneros de la Gurtel habría que darles un cursillo acelerado de reciclaje político o mejor una terapia de deshabituación a las comisiones, porque muchos son ludópatas de la caja B. Así, el profesor de Educación para la Ciudadanía o psicoanalista, me da igual, podría sentarlos a todos en los pupitres del hemiciclo para enseñarles la primera lección del curso político: A ver, Barcenitas, ¿las cuentas en negro son legales o no?; tú, Anita Mato, ¿se debe aceptar un potosí en cumpleaños, confetis y payasos pagados por la mafia gurteliana?; señor Mariano, ¿es lícito negarlo todo, taparlo todo, o reconocer la verdad de los hechos y dimitir como un hombre valiente que se viste por los pies? 
Pero no, no parece que estén dispuestos a nada de esto, y sin embargo entre ellos se han dado la consigna de peregrinar de plató en plató, de televisión en televisión, para negar la evidencia de tanto pagaré abundante, de tanto cheque evanescente. Uno, cada vez que ve a uno de esos tramoyistas de la mentira soltando el rollo y la consigna de partido en los desayunos de TVE, o en el programa de AR con Maxim, siente ganas de vomitar. Espe, la Lideresa, se ha inventado ahora el cuento de la regeneración, como si a un ladrón se le pudiera regenerar en medio del frenesí del atraco al banco. No se dan cuenta de que al ciudadano ya no le valen retóricas vacías ni excusas baratas. El españolito peatonal ya solo quiere saber una cosa: dónde están los dineros, dónde está el parné que le han furtado y que tanta falta nos hace para mantener las urgencias de los hospitales, para cubrir el alquiler de los desahuciados, para dar escuela y pan a nuestros hijos. El españolito está indignado (la forma políticamente correcta de decir hasta los collons) y ya sólo le vale que le devuelvan el dinero porque no está satisfecho, como aquel anuncio del detergente Colón. El españolito le grita a Mato aquella canción bochornosa de Civera, cómo era, que la detengan, que es una mentirosa, y ella no hace más que poner cara de mártir, como una ursulina a la que han pillado fumando en el retrete del colegio mayor.  
Es triste comprobar que en Génova ya no queda un solo político cabal y honrado. ¿Es que han perdido la cordura y la decencia, es que están sordos, ciegos, mudos? ¿Hasta cuándo van a mantener la farsa? ¿Hasta cuándo van a guardar la omertá? Estos sobrados del PP se han puesto una venda en los ojos y avanzan ya por la tabla del barco pirata, camino de los tiburones. Se han puesto todos de acuerdo para ir al suicido político-colectivo, como una secta de milenaristas flipadillos. Qué bochorno.          

domingo, 10 de febrero de 2013

AZNAR EN SU ORÁCULO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 27 de abril de 2009)

El pequeño emperador, el bohemio soñador de la derecha, el hombrecillo duro, ha salido otra vez del rincón de la Historia para pedir una reforma laboral «seria e imprescindible». Aznar. José Mari. El hombre.
De cuando en cuando se nos aparece en el púlpito de la FAES, como un espíritu arrogante, altivo, dogmático, como una aparición mariana embriagada de incienso, para salmodiarnos con sus recetillas ideológicas avinagradas. Para que luego digan que en la derecha no hay intelectuales. Larga de los moros y cristianos, de la Reconquista, del furbo, del rojo bolchevique, de esto, de lo otro, de lo divino y lo humano, y en políglota, no se vaya a creer el lector.
Esta vez tocaba Economía. Cree que los europeos trabajamos menos que los yanquis y cobramos más paro, critica que Europa prefiera mantener al parata antes que «animarle a conseguir un nuevo trabajo». Muy bien. Aznar quiere resolver el problema del paro. Pues para empezar a resolverlo le mandamos a todos esos pilletes que se han quedado sin empleo desde que no gobierna el PP, a todos esos conseguidores, tramitadores y comisioneros del chollo fácil, los Bigotes y los Correas, fulanos a los que Camps trata de amiguitos del alma, ya sabe el lector, te quiero un huevo tronco, y que los vaya animando el señor José Mari a trabajar, que hasta la fecha no han pegado ni chapa y se lo han llevado entero. O mejor, que vaya colocando en su partido a esa recua de tramoyistas del chanchullo que han hecho carrera estos años montando guateques y bodas, como la de su hija Anita con Agag.
Si el señor José Mari opina que el subsidio le sale caro al país, pues cuando vuelva enrollamos el Inem como una alfombra y lo vendemos en el rastrillo, por sucursales, con sus funcionarios, sus telarañas, sus botes de típex y sus parados, y que nos diga también si piensa enchufar en la inmobiliaria de Carlos Fabra a tanto chupamingas que se ha quedado desocupado tras las higiénicas redadas de Garzón. Otro día puede que nos salga con que las pensiones son un lujo, o que el salario mínimo está por las nubes, o que nada de médico por lo social, a cifrar en la privada. Entonces le ponemos el cartel de «se traspasa» al Estado de Bienestar y a otra cosa.
El aznarismo de ayer nos trajo la ruina de hoy, y ahora Aznar quiere que pague el obreraje. Cágate lorito. Él, que abonó con su política los años del destarife, el despelote y el desmangue capitalista. Él, que iluminó a los bucaneros de la corbata por la mar océana de la codicia. Él, que convirtió España SA en un trust de chinorris del mierdeo inmobiliario al enarbolar la bandera del cachondoliberalismo y su Biblia malvada, la infame Ley del Suelo. Primero rompe los platos y ahora quiere pegarlos. Déjelo señor José Mari, que ya nos buscamos nosotros otra vajilla.
Que Aznar no sea presidente de Moncloa no quiere decir que no mande. Sospechamos que en los pasillos intrigantes de Génova, donde a Rajoy se le sigue viendo como un líder blandulón, manda más que Milikito en la caja tonta, que ya es mandar. La cosa es que el ex premier se ha metido tanto en su personaje que se lo ha terminado creyendo, como Bela Lugosi, aquel actor tronadillo que acabó durmiendo en el ataúd del Conde Drácula. Aznar, a fuerza de creerse su papel, se ha quedado en una vieja gloria crepuscular que se va plagiando a sí mismo. La Historia es una retahíla de hombres que se plagian unos a otros. A Cela, que lo han cogido plagiándose a una escritora, quieren sacarlo del nicho para que declare como imputado (hoy día todo dios está imputado en algo, eso no quiere decir nada). A este paso, a don Camilo le retiran el Nobel y se lo dan a la occisa Corín Tellado, que era más maja que las pesetas, aunque no supiera escribir la pobre. Para mí que Aznar es la Corín Tellado de la política. Aznarín Tellado. Un autor prescindible.



viernes, 8 de febrero de 2013

LAS CORSARIAS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 11 de mayo de 2009)

Trajes de seda de mil pavos, maletines que viajan al Caribe, cochazos de mil caballos que vuelan por las autopistas, un diluvio bíblico de comisiones y comisionistas, y ahora tías en bragas, plumas y ligueros. Todo eso es lo que va saliendo de los albañales de la Gürtel. Cuenta Levante-EMV que a Camps y a Costa los van a imputar finalmente. Que los imputen, así podrán defender su honor, como dicen ellos. 
Pero entre que los imputan y no los imputan, otro tabloide ha publicado estos días en qué se gastaban Correa y El Bigotes la calderilla de los contratos que les firmaba el PP: en un espectáculo de varietés, en una revistilla de pornoaventura, en Las Corsarias, o sea. 
Quisieron montar un gran musical con Malena Gracia, Marlene Mourreau y Rosanna Walls como grandes estrellas. Y claro, con semejante cartel de chais no pudieron pasar de un mamachicho de sex shop con más muslamen que ingenio literario. Así que el show fue clausurado a los tres días por falta de público, dinero y vergüenza torera. Normal, esta vez les ha fallado la visión empresarial, no han sabido ver que los tiempos del cine X y del teatro X ya pasaron, hoy el crápula noctámbulo no necesita pagar entrada en ningún vodevil para ponerse a tono, prefiere esa intimidad delictiva, tecnológica e irreal que dan las chinorris de la webcam. 
Calidad no puede decirse que tuviera demasiada calidad el musical de estos productores del teatro absurdo (no confundir nunca con teatro del absurdo, un movimiento bastante más coherente). En Días felices, un clásico del género, Beckett nos muestra a una mujer que se va hundiendo, acto a acto, en un montículo de periódicos quemados. Con estas mujeres-pirata, que son una mala imitación de las de Jacques Tourneur, los bucaneros de la Gürtel nos dejan otro clásico de nuestro tiempo, las corsarias pechugonas de la corrupción, la pechuga opulenta del pirateo político, la teta corsa, negra y venérea que ha ido engordando estos años a costa de Costa. 
Todo régimen se construye con sus artistas, escritores y arquitectos de cabecera. El PP, como no, ha delegado en los suyos, que tienen su forma de entender el negocio del arte, el arte del negocio. Sin duda, Correa y El Bigotes son los intelectuales de esta derecha de farándula y pasarela. Eran los negros en la sombra que escribían las comedias y farsas del PP. Eran los figurantes, los tramoyistas, los artistas, los mánagers, los productores, los Pajares y Esteso que cantaban bingo en la trastienda del Casino de la democracia. De vez en cuando caían unos duros y montaban un musical de mal gusto, como esa cosa de Las Corsarias que no hay por dónde cogerla. Baudelaire pensaba que quien practica el mal gusto lo hace por ese placer aristocrático de desagradar. El mal gusto no es un delito, aunque debiera serlo, desde aquí doy mi voto para una reforma penal o un referéndum en condiciones, ahora que se ha ido Ibarretxe.
Los jueces dirán si el Bigotes le pedía contratos a Camps como un colega le pide fichas a otro para seguir jugando al póker. En el póker hay que entrar fuerte. Se entra fuerte pidiendo un Mundial de Vela, una visita papal o el Vaticano, para que luego te den un concurso de paellas o una verbena en Castell de Cabres. Todo es saber pedir, hombre, qué te voy a contar yo, Bigotes, si te los has pasado a todos por la piedra. 
Habrá que ver cómo termina el cabaret de la Gürtel. De momento, el PP tiene un problema. La verdad siempre es un problema. Lo sabemos muy bien los que sufrimos en silencio una columna hemorroidal y semanal. Se nos exige ser circunvalativos, difusos, oblicuos, sugerentes, indirectos, transversales. No herir sentimientos, ser políticamente correctos, parecer educados. Pero uno se queda con el estilo afilado, claro y cervantino del diputado socialista Ángel Luna: «Señor Camps, se le van agotando las excusas, se le van apreciando las mentiras». 
Las Corsarias de Correa/Bigotes Productions son las rollizas de este Botero autonómico y esperpéntico en el que nos han metido, la metáfora cutre de una época, la puesta en escena horteraza del gobierno bipolar Aguirre/Camps. Las Corsarias le han puesto libreto, música, texto y coro a una zarzuela que bien podría titularse Don Francisquito, El sastrecillo valiente o La Corte del Faraón. El caso es que dos pilletes casposillos se lo estaban pasando pirata con nuestro parné. Hay que joderse.

EL CLAN DE LOS IMPUTADOS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 18 de mayo de 2009)

Han mentido, han patrocinado el chollo facilón, se han vestido con el truculento traje del tocomocho, han convertido la democracia en un mercado de baratillo, han enterrado los ideales, han dilapidado el gran sueño de Pericles. Estos dandis del PP valenciano, cuyos nombres aparecen impresos en los folletines policiales de Garzón, no pueden caer más bajo. Camps, Costa, Campos,  las tres ces incógnitas. Ya están todos imputados. 
Con mucho menos material del que hay en la Gurtel, habría escrito Tom Wolfe La hoguera de las vanidades. Pensaban que podían seguir manteniendo una amistad peligrosa, sin mancharse las manos, con El Bigotes, ese Anticristo forrado de Armani. Y ahora ya ve el lector quién mandaba en realidad en el sillón de la Generalitat, no era Camps, el presidente, qué va, era un corsario de las finanzas de mostachos dalinianos, un Jaime de Mora y Aragón pirata, frívolo y sombrón.
Imputados, qué fuerte. A Felipe le colgaron el inri de señor Equis, aunque nunca le cogieron en nada porque siempre fue un cíngaro listo. Pero es que estos primerizos del escándalo se han dejado pillar la equis a las primeras de cambio, y a Camps hasta le han pillado esa jerga ruborizante y vergonzante de cowboy indeciso en plan Brokeback Mountain. 
Ya no son presuntos implicados, han ascendido en la carrera judicial. Ahora son imputados, un respeto. Carlos Fabra les asesorará, es un veterano del Vietnam jurídico. Quién la mandaría meterse en esa guerra bacteriológica de los pesticidas, en esa jungla asiática de papelorios y cuños falsos. Con lo tranquilo que estaba él montando su mecano aeroportuario para nórdicos aburridos. Según se va viendo ahora, Fabra tenía también un oscuro ángel de la guarda, el empresario Vilar, que hoy es un Conde de Montecristo del talego maño. Los hombres del dinero sucio siempre van detrás de los políticos de aspecto limpio. Los Krupp se escondieron detrás de Hitler, March lo hizo con Franco. El poder y el dinero son dos caras de la misma moneda.
Todo un Gobierno imputado, qué flash. Toda una cancillería atrapada bajo la pesada sombra de la sospecha. La sospecha en política es algo inadmisible, perverso, vergonzante. Pero aquí nadie se plantea una dimisión en condiciones. La dimisión es el suicidio honroso del político. El suicidio hizo grande al Romanticismo, aquella cosa de Larra. Está visto que estos enamorados de la moda juvenil no son nada románticos. Son más bien de la corriente materialista.
Y así van. Arrastrando como sísifos bien trajeados, la pesada piedra de los rumores y evidencias; sufriendo, como pobres Segismundos, el grillete de bulos, chistes y noticias; peregrinando en romerías alicantinas para que el ciudadano pueda ver sus rostros, entre atormentados y compungidos, de San Sebastianes atravesados por las flechas. Prefieren aferrarse al escaño, cerrar filas, aguantar, vagar, como los espectros palaciegos de Shakespeare, por congresos, presentaciones, pasarelas, galas, desayunos, cenas, ruedas de prensa y reuniones varias, siempre las pesadas reuniones que no le dejan tiempo a uno para medirse en el sastre ni para desestresarse con el hobby apasionante de los sulfatos agrícolas. ¿Cómo se puede vivir y dormir sabiendo que no encuentran las dichosas facturas, que los trajes salen del armario ropero y se revuelven contra ti, que los sastres te han salido curas largones y no te respetan el secreto de confesión? ¿Cómo se puede vivir sabiendo que un mejunje venenoso anda por ahí, por los campos, por los fruteros familiares? Lo bueno que tiene decir la verdad es que no tienes que acordarte de nada, en eso tenía razón Mark Twain. Aunque a ellos no les interesa la verdad.
Ya los tenemos a todos imputados. Sin duda, el sillón debe ser una droga muy dura. Están enganchados, encocados de poder, ciegos de poltrona. Muy bien asesorados, eso sí, en eso que llaman dilación del procedimiento judicial. Muy bien entrenados en dar largas, en ganar tiempo, en echar balones fuera. De cuando en cuando se tiran algún nardo y dicen que todo es un montaje de la oposición o una venganza de periodistas resentidos o denuncian que alguien ha filtrado datos del sumario, el viejo truco del secreto de sumario que siempre busca anular el escándalo. Eso quisieran ellos, que el escandalazo se anulara, olvidara y quedara atrás como un mal sueño. Han olvidado que la grandeza de la democracia es que hay prensa, televisión, radio, gente a la que le interesa la verdad. Ahora ya es tarde para casi todo. Ahora ya están todos imputados.

Imagen: Manel F.

BENEDETTI

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 25 de mayo de 2009)

Los poetas, como los políticos, siempre han tenido algo de rufianesco. Unos y otros manejan la pluma y la palabra como quien maneja la faca traicionera. Cuando el cuerpo de Benedetti aún estaba caliente y se le veneraba en sede parlamentaria, como a un padre de la democracia, Gamoneda, aquí un poeta, que no un amigo, se descolgaba con que el genio uruguayo era un artista «menor» que escribía con un lenguaje «normalizado y coloquial». 
A uno le parece que el esnobismo artístico es la corrupción del arte por el arte, como el pastizamen de las comisiones es la corrupción de la democracia, ya veremos lo que pasa con ese desfile de moda por la pasarela judicial valenciana, ya es primavera en El Corte Inglés, planta primera. 
El gran drama del arte es que se lo apropiaron las élites, lo hicieron nobles para nobles, reyes para reyes, pijos para pijos. Alberti se definió como poeta en la calle y terminaron cantándole hasta los punkarras de Tierno. Eso era Mario, un poeta de la calle. 
Cuanto menos, el cervantizado Gamoneda ha tenido poca elegancia y poca sensibilidad (cualidades principales del poeta) con un colega que ya no puede levantar su pluma para defenderse. Él sabrá de dónde le viene tanta inquina literaria. De las entrañas líricas, se supone. Y luego dice Gamoneda que Benedetti fue un hombre «necesario», esto lo suelta, sin duda, para quedar bien. Como buen poeta, sabe que puede haber puñalada sin elogio, pero es raro que haya elogio sin puñalada, creo que eso lo dijo Quevedo hace unos días. 
Gamoneda es el poeta de lo esotérico, lo oculto, lo simbólico que ni dios entiende. Mario era el poeta de la luz, la palabra clara y sencilla, el metalúrgico del lenguaje, el proletario del verso, el bufón antiyanqui, el exiliado de la vida (un exiliado nunca deja de serlo), el futbolero soñador, el marido que cuidó a su mujer enferma, el mecánico de la literatura que trabajó para Will L. Smith, repuestos para automóviles sociedad anónima. Fue el alma de un Montevideo de obeliscos, pendejos, rabizas y militronchos conspiradores. El galán de bigotillo digno, no como otros bigotes que bichean por ahí, él era el bigote de jubilado adorable que fuma en verso. Algunos lo han definido como el poeta del compromiso. Un mal titular, compromiso es atadura, ortodoxia, una cosa manida, cutre/progre, y él era un espíritu libre. 
En este país, todo escándalo se riega con un buen homenaje, alfombra roja y vinillo de Jerez si hace falta, hombre. El señor Gamoneda parece que ha querido poner el puntito de provocación y escándalo a la vida honrada y fértil de un escritor. Aquí, los genios y los grandes hombres son linchados mientras los convictos escriben libros y se forran en la caja tonta. A Fabra le rindieron pleitesía aquella noche caribeña de camisas guayaberas, sobacos embriagados y cubatas como lingotes de oro. A Camps, sus barones y baronesas lo han vitoreado entre los tapices de palacio, un acto de adhesión que ha sido un fresco paleocristiano, feudal, nobiliario, larga vida al rey. 
Yo a Benedetti le agradeceré que me rescatara de un viejo hotel de Manhattan, Octava con la 48, la del vicio, putis y travelos mayormente, un año antes de lo de las Torres. Aquella tarde leí con devoción sus cuentos completos (Benedetti es antes que nada un cuentista formidable). El huracán Floyd batía contra las ventanas y en el pasillo un electricista polaco subido a una banqueta y equipado con bermudas y destornillador terminaba de estropear la bombilla del techo. Fue el penúltimo drama neoyorquino antes del apocalipsis. Un cielo de lodo, golgotiano, rascacielos temblando, ríos torrenciales bajando por las calles, policías con chubasqueros amarillos sucumbiendo en el oleaje de coches, fulanas negras tiritando y fumando en las bocas de Metro. Yo riéndome con Benedetti, el mundo derrumbándose. 
La literatura es un refugio, un consuelo, un valium moral contra la desesperación. Todo eso lo da Benedetti por mucho que la brigada Gamoneda, elitista y pretenciosa, se empeñe ahora en despreciarlo. Mario, un escritor para la calle, un misionero de la literatura, un sabio exiliado, deportado, amnistiado. El maestro que abrió el sur a Serrat. Un amigo, en fin. Gracias por todo viejo.

Imagen: Andrés Cascioli

EL PENSAMIENTO SIMPLE

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 1 de junio de 2009)

Cuando un político se disuelve en el sistema, en el partido, en el aparato (con perdón) es que está empezando a pasar a la Historia, al museo de cera o al hogar del jubilado, que viene a ser casi lo mismo. Así, cuando Aznar se diluyó en un sistema más amplio y transnacional, el sistema yanqui/Bush, perdió carisma, personalidad, aura, aquello caudillil que lo llevó a la Moncloa. Y ahí se acabó el político. 
Pues lo mismo les pasa ahora a estos boys del PP valenciano: que para esconder sus miseras judiciales se están diluyendo en un sistema superior, mecánico, oscuro. Así, Aparici defiende a Fabra, Fabra defiende a Costa, Costa defiende a Camps, Camps se defiende a sí mismo, y Rajoy, que es el supersistema en carne y hueso, los defiende a todos. El sistema es como el eterno retorno de Heráclito, una danza cósmica de fuego en la que todos ponen la mano por todos y todos se acaban quemando. 
De ese eclipse del hombre por el sistema le viene a Fabra la atrofia lingual de los últimos tiempos. No habla, no contesta, no opina sobre sus pleitos. Es obvio que se ha diluido en el sistema. Por eso, cuando un periodista le interpela, él se limita a musitar por los pasillos: «Siguiente pregunta, siguiente pregunta», y vámonos corriendo a las fiestas de Santa Rita, hombre, que se acaban. Eso es que ya está en el sistema, ha sido automatizado, configurado, reprogramado por asesores y abogados para que diga lo que el sistema le ordena que diga. Quiero decir que el señor Fabra ha dejado de ser el señor Fabra, se ha disuelto en el sistema, y no hablo si no es en presencia de mis fontaneros. 
La primera consecuencia para un político, un líder, un espadón que deja de cavilar por sí mismo y piensa en plan sistema, es que acaba diciendo incoherencias, como le pasaba al doctor Strangelove de Teléfono Rojo cuando se le iba la pinza y el brazo fachilla. Una incoherencia es lo que ha dicho J. J. Ripoll, presidente alicantino, al pedir cárcel para los periodistas que han publicado el papelamen de la Gürtel. Si se analiza, es normal que diga estas cosas. Un cerebro descerebrado por el sistema siempre acaba desvariando. Al día siguiente, cuando se quitó el chip sistemático y lo guardó en la mesita de noche, el hombre pidió perdón, lo cual demuestra que pensar en clave sistema es como estar poseido un ratito. 
Otro ejemplo: Alberto Fabra. Él también ha sido zombificado por el sistema, o se ha dejado zombificar. Para el alcalde, los sociatas se han vendido a un violador, o sea, a ese empresario pagano que denunció a Fabra y que ahora está enchironado cual Conde de Montecristo de una cárcel mañica. ¿Pero a qué violador se refiere el señor alcalde? ¿Los jueces y juezas que están aireando los asuntos escabrosos son violadores? ¿El fiscal que ha pedido cárcel para Fabra es un violeta peligroso también? ¿Los maderos y picoletos que andan detrás de los trapos sucios van por ahí abusando por retambufa y de forma no consentida del personal? Otra vez estamos ante el síntoma, la fiebre, el brote, la cosa que lleva implícita el sistema. De una u otra manera, al final, en el PP siempre se acaba imponiendo el discurso del sistema a la reflexión inteligente. Se agarran al sistema como aquella marujona de Martes y Trece se agarraba a su detergente Gabriel. 
Rajoy, sin ir más lejos. Ahora nos sale con que unos «inquisidores del siglo XXI» quieren acabar con el PP. Es el sistema el que está hablando por su boca. El sistema que lo ha metido, hasta el tuétano, en el papel de una Santa Úrsula defensora de pobres vírgenes ajusticiadas. 
Ortega nos alertó sobre el hombre/masa. El PP nos trae el hombre/sistema, que se niega a pensar porque pensar conduce siempre a la verdad y la verdad es dolorosa. Lo malo es que el hombre/sistema, el político/sistema, lleva a la estupidización de la democracia, la ideología de lo memo, el discurso gilichorra. Uno ve en esta neurosis del sistema un segundo acto de cuando aquéllo del 11-M, lo de la mochila de Vallecas y lo del matarratas de Pedro José. Entonces también entró en juego el sistema, el sistema se hizo cargo de la situación, y todos, mayormente Zaplana y Acebes, se pusieron muy largones y empezaron a soltar cosas sin sentido y dieron barra libre al inconsciente subterráneo y reptilíneo. 
Jung cree que el hombre que no asume su final ya está en la patología y debe tumbarse en el diván. Es evidente que algunos del PP no asumen que ha llegado el final. Para mí que le están pegando fuerte al Prozac. 

Imagen: Leandro

EL HUNDIMIENTO DE SUSAN

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 8 de junio de 2009)

El caso Susan Boyle, esa mujer elefante que tiene hechizado al gentío del Imperio británico con sus gorgoritos radiantes, ha destapado, una vez más, la tragedia y la miseria de la televisión. Recuerde el lector que la chica se presentó al Tú si que vales a la inglesa y ha terminado en un frenopático porque no ha podido asimilar el éxito ni las pastillas. 
El colapso nervioso de Susan nos pone, sin duda, ante la decadencia de Occidente de la que nos advirtió Spengler. Su derrumbamiento es el derrumbamiento de una Europa que sucumbe entre la neurosis del dinero y la astenia electoral. Lo vimos con aquel drama de la joven terminal que vendió su vida y su muerte al mefistófeles televisivo y lo estamos viendo otra vez con este cutreshow que han montado los magos del prime time recurriendo al zafio truco de la mujer barbuda. El europeo de hoy adora lo vulgar, lo hortera, lo decadente, lo cursi, lo corrupto, lo pasé. El europeo de hoy vota al Berlusconi despelotado en su cortijo lleno de ninfas y orgías neronianas, vota facherío democrático y vota a ese violinista insulso con cara de mustiez nórdica que se ha llevado Eurovisión (yo siempre tuyo Soraya, ya sabes amor). Verónica Lario, ex de Il Cavaliere, ha dicho que la política es ya una basura impúdica que vive de la televisión. 
A veces pensamos en la telebasura como un laboratorio que produce cotilleos, noticias de la ingle y vísceras. Pero la telebasura no es otra cosa que el espejo de la realidad, la telerrealidad que producimos los peatonales en la calle. La telemierda somos todos, como Hacienda (o casi todos, que Carlos Fabra tiene barra libre). 
Los moralistas de la cosa ya han puesto el grito en el cielo por una muchacha gordi, sensible y soñadora a la que unos brokers viciosos de la audiencia han puesto al borde del suicidio. No caen en la cuenta de que en la caja estúpida, que es el circo romano del siglo XXI, se trata de eso precisamente. Cuantos más higadillos, menudencias y criadillas, mejor. Cuanto más morbo, drama, cuernos, mugre, suicidios, follisqueo, muerte y tragedia, tanto mejor. Susan, la Galatea desbaratada del Pigmalión televisual, ha cumplido con el guión hasta el final. Mucho nos tememos que si la cosa ha triunfado en los platós de su Majestad también triunfará aquí, y seguro que a estas horas ya hay equipos de cazatalentos cianóticos, productores tarados y directores temulentos buscando una Susan desesperadamente por Teruel, que también existe. 
Tout le monde sabe que la telebasura es un producto pesado hasta la cansinez, una cosa repetitiva, agobiante, necia. Un vulgar sucedáneo del star system hollywoodiense, sólo que en el cine se suicidan estrellazas como Marilyn que ascienden a los altares de la cultura universal y en la caja tonta lo hacen triunfitos con acné y cascajos sin oficio ni beneficio de los que nadie se acuerda al día siguiente. 
Durante un tiempo, la telebasura fue inofensiva, y hasta divertida, y hacíamos la vista gorda, aunque nos costara un huevo y la yema del otro. Pero ahora la cosa es diferente. La televisión está empezando a producir cadáveres, y eso ya es más grave. 
El gran sueño de Europa ha quedado reducido a la Champions, al parlamentarismo trincón de lores y comunes que no justifican sus facturas, al Festival de Eurovisión que es la Meca del mal gusto y a realitys como el de Susan Boyle, que es el cuento de la Bella y la Bestia, sólo que al revés. Tanto Montesquieu, tanto Rousseau y tanto Voltaire para terminar en el muslamen liposuccionado de la Esteban, cuídate Belén, cielo, que se te acaba el parné y se te ve muy demacradita, que cualquier día nos das un susto en el tugurio ése de Jordi González en el que desnudas tu biografía anodina. 
La tele es garito de hospicianos, como diría Cela, y habría que añadir noria de graciosos con poca gracia, ventana de caricatos impotentes, gallinero de políticos acabados que van de sabios tertulianos, mancebía andaluza de pilinguis hambrientas de cartera y bragueta, docentes del bajo vientre como la Milá, nido de polluelos ágrafos, anillados y hormonados que persiguen un sueño podrido y oficina de desempleo de la farándula pesetaria. Una parada de monstruos que ni Tod Browning pudo imaginar. Lo mejor que se puede hacer con la tele es apagarla. 
Hoy por hoy, en Europa lo que se lleva es vender el alma y otras cosas peores al diablo televisivo. Susan, chata, que te repongas cuanto antes de tu chute de vanidad empastillada. A lo mejor, con suerte y un par de exclusivas, hasta te sacan diez minutos en Doctor House. Y a vivir del cuento. 

EL BRAZO DEL INMIGRANTE

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 15 de junio de 2009)

El brazo, ese brazo segado, arrancado, enajenado por el ciego capital, ese brazo noble de obrero, el brazo anónimo y digno que rema en la patera, que no tiene papeles ni voz ni voto, el brazo de ese honrado sudaca al que un patrón siciliano ha dejado tirado en la cuneta a unos metros del hospital, no es ni más ni menos que el brazo que ha perdido la izquierda en estas elecciones europeas. «Si te preguntan, comenta que tuviste un accidente, pero no digas nada de la empresa», le aconsejó el negrero antes de darle la patada trasera, cruel, inhumana. Sólo le faltó decirle: Muérete si quieres, chico, pero no molestes. 
Sin saberlo, ese vampiro que ha tirado el brazo de su trabajador al estercolero de la vergüenza se ha convertido en un trasunto del fantasma que recorre Europa. Una derecha que descuartiza al obreraje y esconde sus despojos para que no se vea la masacre, una derecha que aplasta al ser humano para salvar su pasta canalla, una derecha que trata al trabajador como carnaza numérica para alcanzar un sueño de lodo dorado. 
El PP saca pecho con esos dos puntitos que le ha furtado a Zetapé en las europeas en medio de la peste económica, de la guerra del feto y de la astenia democrática del europeo medio. Los chicos del PP navegan ya en la nave felliniana de los locos, ebrios de victoria, esproncedianos de euforia, viento en popa a toda vela, mientras sus cargos públicos enfangados desfilan sonrientes por la pasarela judicial. «A la gente le da igual que Camps y yo seamos inocentes o culpables», ha dicho Carlos Fabra, que se toma cada cita electoral como un juicio con jurado. Alarte cree que el PP ha ganado porque se ha producido una degradación de la sociedad. Pero no es el ciudadano el que degrada la democracia por ir a votar, es la clase política la que ultraja la pureza de las urnas.
La derecha celebra su ceremonia de la unificación mientras en la trastienda se afilan los metales y se esconde la basura. A Mayor Oreja, que pasea su busto muermo por los balnearios de Europa como aquellos nobles decadentes de la Montaña Mágica de Mann, lo mandan a Bruselas porque no saben dónde meterlo al hombre; Rajoy coge aire en medio de la Gürtel; al tesorero ya le han echado el guante y va a tirar de la manta de un momento a otro. Pero todo eso da igual. La derecha sólo necesita un poco más de paro, un poco más de crisis, un poco más de miedo para ganar las generales. No importa cuántos lleguen con las manos manchadas, ha empezado la marcha de los cruzados que caminan hacia la victoria sucia, hacia la Jerusalén socialista. El 7-J ha sido otro paso hacia la Europa ágrafa que ya no vota, hacia la Europa anoréxica de ideas, hacia el cortijo sardo, saturnal y orgíastico de Berlusconi, no sabemos si con velinas y ragazzas sofaldadas, pero es muy probable que con la corrupción como bandera. 
La historia de ese Jack el Destripador de Gandia que ha preferido salvar su chiringuito ilegal antes que salvar el brazo y la vida de un hombre es la avanzadilla de una clase empresarial podrida y desalmada que se extiende como un cáncer por la vieja Europa. Es la derecha del barrigón cervecero pillado in fraganti por los reporteros de Comando Actualidad cuando rociaba a un harén de chais con su lluvia amarilla de champán marbellí; es la derecha de Paco El Pocero, que ahora quiere exiliarse en Guinea para seguir estafando al negrito del África tropical; es la derecha de Florentino Pérez, un mesías del capitalismo que se gasta cien kilos en una vedette futbolera mientras el currito empieza a hincarle el diente a la suela de la bota, como hacía Chaplin. Ésta es la derecha que llena autobuses mentirosos de sudacas y africanos para llevárselos de mitin a cambio de un mendrugo de pan. 
Y ese brazo suelto, arrancado, elidido, explotado, el brazo desgarrado que pintó Dalí, el brazo del pueblo que amasa el pan honrado, el brazo que un patrono ha arrojado al cubo de la basura como un mal escupitajo, quedará para siempre como símbolo de un momento histórico, como el brazo de San Vicente, pero sin embalsamar ni canonizar, que el del inmigrante es un potencial brazo chavista y a los rojos ni agua. La patronal caníbal engorda y la izquierda se queda manca. Está claro quién ha ganado de verdad estas europeas. El millonetis, el corrupto, el hortera y el facha. 

Imagen: Padylla

jueves, 7 de febrero de 2013

EL PUCHERAZO DEL AYATOLÁ

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 22 de junio de 2009)

Los iraníes quieren que les devuelvan el voto, lo cual dice mucho en favor del pueblo persa, porque aquí, en Europa, está visto que la cosa del sufragio se la trae al pairo al ciudadano, y mayormente nos preocupa si Cristiano se lo monta con Paris, si el Gobierno nos grava el fumeque o si Camps se paga los modelitos de su bolsillo, más por lo que tiene de cotilleo que por lo que pueda tener de escándalo político. Basta con repasar los datos de las decepciones generales del 7-J para comprobar que al personal europeo no le pone ya la urna. De la última pantomima electoral nos queda la orgía berlusconiana y los panteras hitlerianos patrullando las calles a la caza del negrata. Con eso se ha dicho todo. 
Pero en Irán es otra cosa. En Irán el gentío es una sola garganta que quiere que el Poder, la Teocracia, esos señores envueltos en apolilladas sábanas negras, les devuelvan el voto. Ver en televisión a cientos, a miles, a millones de cuerpos y almas iraníes, puño en alto, nobleza en alto, reclamando su papela sagrada, su cuota de libertad, ha sido un acontecimiento edificante y dignificante. ¿Cuándo fue la última vez que el pueblo se echó a las calles ibéricas para hacer una práctica en vivo de democracia? Una sociedad cae en el aburrimiento y se hace gazmoña cuando ya no tiene nada por lo que luchar. El aburguesamiento democrático es el primer escalón del dinero sucio y fácil. 
Pero en Irán todo es diferente. Las imágenes televisivas del terremoto humano caminando valiente y decidido detrás de Musavi, ese revolucionario con pinta de impasible catedrático de Semiótica, han dejado al mundo desconcertado. Las caras aureolando ilusión, fe, juventud, fuerza, ansias de libertad. 
Occidente creía que eran seres atrasados, sin cultivar, fundamentalistas, atávicos. Pensábamos que aquél era un mundo bárbaro y hermético sin solución, un mundo que no queríamos comprender porque dormía el sueño del subdesarrollo medieval, el eje del mal y toda esa coña en plan Bush. Estábamos a punto de creernos que cada iraní escondía debajo de la camisa una bomba suicida. Y nada de eso. Estos días la tele nos ha mostrado que no son tan diferentes a nosotros. Hombres en vaqueros y mujeres sin velo de rostros inteligentes y hermosos, vecinos que se indignan al leer los periódicos mentirosos del cura Jatamí, ciudadanos que siguen con avidez la Copa Confederaciones. No llevan rabo ni cuernos ni lanzan espumarajos radicales por la boca. No llevan un Bin Laden dentro del cuerpo. 
No son más que personas indignadas que se echan a la calle a defender las migajas de democracia que les deja un régimen corrupto. Como lo harían los parisinos, los londinenses o los barceloneses. Ciudadanos que se comportan como rebeldes civilizados, ciudadanos furiosos por el pucherazo electoral que han sufrido en sus carnes, cabreados por el engaño de los ayatolás, enfurecidos por el tongo que les ha urdido el charlatán vendedor de alfombras que es Ahmadineyad (un tío que se hace la raya en medio para separar los piojos hembra y los piojos macho, por citar a ese internauta iraní desconocido que es un francotirador electrónico). 
Persia, una civilización brillante que ha caído en la miseria y el olvido por los reyes sátrapas del pasado y los monjes piradillos del presente que se llevan el petróleo y engatusan al personal con unos cuentos coránicos. En ese Irán que ahora resucita como un grito en el desierto floreció el Edén. Persia vio cómo se levantaban los Jardines de Babilonia, dejó impresas las primeras palabras, vio nacer a Avicena y alumbró las Mil y una noches. 
Toda esta movida persa de llamas verdes que se rebelan contra sus clérigos impostores recuerda a la revolución pacífica de Gandhi, al desplome del Muro de Berlín y a la marcha de aquellos rusos que estaban hasta los soviets y se subieron a los tanques para escuchar a Gorbachov, que ahora se ha quedado en un Sinatra de calva grafiteada de sangre. La revolución islámica se tambalea. Irán empieza a raparse las barbas.

Imagen: KW

EL ÁNGEL NEGRO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 29 de junio de 2009)

Michael Jackson, el negro que quiso ser blanco, el blanco que no quiso ser negro. El rey del pop, el rey de la ambigüedad. Hedonismo, identidades híbridas, ambivalencia racial, moral, sexual. Todo eso fue MJ, y dejó su impronta bien grabada en el siglo XX, que también fue el siglo de lo ambigüo. 
El mundo antes de Jackson todavía distinguía entre hombre/mujer, adulto/niño, blanco/negro, perro/gato. Todo era más auténtico y seguro. Con MJ se certifica la demolición de las ideas, de las categorías, con él terminamos de enterrar a Aristóteles y entramos en el mundo Disney, un mundo de fantasía, cuentecillos, hadas, canciones, eterna juventud, liftings, liposucciones, anillamientos de ombligo, tatuajes y estiramientos de pene. Él abrió una época, el cuerpo como única idea, ésa fue la visión y ése fue el legado de míster Jackson. Kunta Kinte, otro negrata que sigue en el inconsciente televisivo de muchos de nuestra generación, no quería que el capataz le llamara Toby, y aguantaba los latigazos que hubiera que aguantar por reivindicar y defender su orgullosa negrura. Pero el señor Jackson, rey de la ambigüedad, quería un pelaje blanco, y por eso renegó de sus ancestros, de Kunta Kinte, del mito negro y del black power. 
MJ empezó con los Five, un panteón de dioses de diorita trajeados de seda y esmoquin que el pequeño Jackson abandonó pronto buscando fama y una imagen blanca y bella. Triunfó, se forró y se atrincheró en Neverland, una mansión que es la Xanadú de Ciudadano Kane, sólo que llena de juguetes de oro y habitaciones viciosas por las que paseó su soledad histérica acompañado de Peter Pan, Campanilla, inocentes querubines y dulces ninfas que después fueron a la televisión a forrarse y a largar escandalazos de la ingle adolescente. 
De Jackson nos quedará sobre todo un videoclip, el videoclip más vendido de la Historia, una fábula de muertos vivientes que fue epílogo del siglo XX y prólogo del XXI. El siglo XXI será la Era del ciborg, que inauguró Jackson son sus zombis y sus implantes de blancor epidérmico. MJ era un ciborg del escenario, un zombi transexuado que bailaba con pasos metálicos y sincopados y al que imitaba muy bien Chiquilicuatre, un artista casi tan grande como él. El ciborg no es ni humano ni máquina; Jackson no era ni hombre ni mujer, ni adulto ni niño, ni negrata ni rostro pálido. Los jóvenes de ahora son todos un poco Michael Jackson, mitad y mitad. 
MJ, símbolo de un tiempo que ha terminado por confundirlo todo, por mezclarlo todo, por borrarlo todo en una perpetua operación dermoestética. Ya no hay nada original, vivimos en un sistema político que no es ni capitalismo ni socialdemocracia, ni dictadura ni democracia, ni chicha ni limoná. El votante elige qué clase de corrupción quiere en el Poder y la gente va a los hospitales a cambiarse la jeta. Rajoy, un suponer. Él es un poco Franco, un poco Fraga, un poco Aznar, un poco democráta y un poco cristiano. 
Dicen los eruditos musicales que MJ fusionó el funk, el pop, el jazz, el beat, los ritmos afro y hasta la copla y la rehostia para crear el producto final, que no era sino él mismo, un ser artificial, un cobaya de la mercadotecnia, una espantosa máquina de vender discos, un estilizado bailón vestido de marcianito eléctrico y maquillado de blanco. 
En sus últimos años, a MJ le afloraba en la cara el zombi cadavérico y pálido que le dio la gloria y que vino a cobrarse la factura a costa del Fausto del rock. Los pómulos afilados, los ojos grandes de yonqui. 
Se lo lleva un infarto de vanidad, nostalgia, remordimiento, frustración y angustia. A pesar de sus pleitos, de sus cameos con menores, de aquel numerito del balcón en el que estuvo a punto a arrojar a su hijo a las garras de los fans, como un Abraham del show que ofrece un sacrificio bíblico/musical, uno le tiene a MJ cierto cariño porque creció con sus canciones. 
No cabe duda de que nos deja un montón de buenos discos, un blanqueamiento de piel que ni con Ariel, unos cuantos escandalazos pederásticos y un final triste y decadente. Ni más ni menos que cualquier otro genio. Yo, de todo lo que ha hecho el clan Jackson, me quedo con aquel tetazo televisivo y global de la hermana/pantera Janet. Y que le den al neocon.

EL INDULTO DE CAMPS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 10 de agosto de 2009)

De la Rúa, un juez al que todos quisiéramos tener por amigo en los malos momentos, ha indultado a Camps y a los demás gürtelianos al sentenciar, por la vía de urgencia, que un político puede recibir regalos de presuntos delincuentes sin cometer un delito. Bien. De acuerdo. ¿Pero y qué pasa con la imagen, con la honorabilidad, con la respetabilidad del político? El TSJ podrá salvar a Camps de sentarse en el banquillo de los acusados pero no podrá salvar su buen nombre. Aunque ya sabemos que, hoy por hoy, la honra es un valor que cotiza más bajo que una acción de Lehman Brothers. Si Larra fuera un hombre de nuestro tiempo probablemente no se pegaría un tiro en la sien, se metería a broker o a concejal de Urbanismo, que es casi lo mismo, véase ese edil untado hasta las cejas por Paco El Pocero. 
De modo que el final que le ha dado la Justicia a este culebrón nos sabe a poco. Hay demasiadas preguntas sin respuesta. El auto de De la Rúa ya no nos vale, porque hemos ido perdiendo la fe en el president con tanta grabación de la pasma, tanto desfile de moda de grandes marcas y tantas medias verdades. 
Camps, ay Camps, dijo que encontraría las facturas y no las ha encontrado. Camps juró que no conocía a El Bigotes y resulta que era su amiguito del alma. Camps prometió que se aclararía todo y todo sigue igual de turbio. Ahora la leyenda negra ya está labrada. El president y los demás implicados arrastrarán una cadena mucho más pesada que el grillete, un largo perchero cargado de trajes no explicados, crueles traiciones, sospechas oscuras, gruesas mentiras, facturas volátiles y amigos sombrones y aprovechados. Hasta han tenido que celebrar el indulto en la intimidad porque no era plan de salir al balcón de Génova con un modelito prestado.
Dice el TSJ que no hay relación de causalidad entre los trajes y los contratos a dedo. Pues me lo expliquen. A los comunes mortales ningún millonetis sin estilo nos telefonea por Navidad para arrullarnos y seducirnos. 
Al final, decisiones como ésta dan la razón a los que piensan que el poderoso entra y sale de los juzgados como quien se pasea por un balneario mientras el robagallinas va de cabeza al trullo y sin rechistar. 
Es más que evidente que sus señorías se han equivocado esta vez. El auto es tan forzado, tan retorcido y tan chirriante que llega a justificar lo injustificable: que un político pueda recibir regalos de la mafia. Con esta nueva doctrina (que ya podemos bautizar como doctrina Camps), se abre la espita para que el gobernante pueda ir por ahí aceptando detallitos de cualquier honrado tahúr. Y si hoy es un traje, mañana puede ser un Rolex diamantino, que no nos falte de ná, y pasado mañana un apartamento en Torrevieja-Alicante, como en el Un, Dos, Tres, aquel concurso para parejas gorronas de la teletransición. Sí, ésa es la idea que tiene el PP de la democracia: una tómbola, un concurso (¿quiere ser millonario?), un zoco moruno para camarillas oportunistas, rebajeros y cazachollos que están más al chupito fácil, a lo que caiga, al ajo, que a resolver los problemas voraces del ciudadano. 
Con su decisión, sus señorías del TSJ institucionalizan la dádiva como praxis política, borran de un plumazo el cohecho impropio (un delito que quedaba tan bien en el Código Penal) y dan argumentos a los que piensan que la Justicia es un cachondeo. Con el tiempo, terminaremos viendo cómo un Bigotes de turno le regala una Moncloita hinchable a un futuro presidente, a Rajoy, un suponer, Dios no lo quiera. 
De acuerdo, de momento, y mientras el Súper/Supremo no diga otra cosa, Camps ha ganado la batalla judicial. ¿Pero y qué pasa con la credibilidad, con la integridad, con la honestidad? Un honorable president debe elegir muy bien a sus amistades. A un honorable president no le puede telefonear, no le debe telefonear, un Al Capone pijo de la Castellana que busca tentarle antes del pavo hogareño e inocente de Nochebuena. 
A Camps le ha perdido su dandismo atildado. A Kennedy le pudo su ardor por la mafia rubia. Me dejé mi reputación en alguna parte, pero no la echo en falta, decía Mae West. Para la banda Gürtel, Camps era la Mae West de la vida pública a la que había que ligarse, la vedette coqueta y facilona a la que enviaban flores al camerino gubernamental, la dama high society que flirteaba con el lumpen del Wall Street madrileño a cambio de unos pañazos de cachemir o de unos gayumbos Calvin, la elegancia de un hombre empieza siempre por el interior. 
Cuando Proust quería hundir a algún enemigo, decía de él: «Ya sólo sale con grandes de España». Camps ya sólo sale con una biuti fraudulenta, trincona, horteraza, casposa y lacostiana. No hay juez que pueda lavar tanta mancha en tanto traje. El rastro quedará para siempre. Como la mamada de la Lewinsky.

CHAPUZÓN EN LA INMUNDICIA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 18 de agosto de 2009)

Agosto avanza y nos azota con su céfiro ardiente. Bosques de fuego, bombas ciegas y crueles, arenales y terrazas en suspensión de pagos, moribundos del trancazo mejicano, una recua de ronaldos peseteros, lapiedras de látex y jorgejavieres del putiferio rosa (a Jimmy le ha partido la pierna Pipi en un duelo de caballeros canallas). Nos llueven las siete plagas de Egipto y encima va y nos estalla una guerra en las narices, otra más: la guerra sucia Gobierno/Oposición. ¿Qué pecado habremos cometido? 
Sociatas y peperos se atizan duro sobre el secarral goyesco. Espías, topos, soplones, grabaciones, conspiranoicos. Estamos en un déjà vue agosteño, infumable, en una curva einsteniana espacio-temporal. Nos quieren devolver a los viejos tiempos del navajeo, a la crispación, al thriller a la española, a Roldán, a los fondos de reptiles, a Amedo, a los GAL, pero sin fiambres vascos enterrados en cal viva, que ahora ya tenemos Internet y los crímenes se encargan digitalmente y virtualmente, como las pizzas, una costumbre mucho más segura, higiénica y moderna. No hace mucho he leído un anuncio en cierta web: palizas por encargo, se admite visa. Como en el puti. 
El conflicto entre Gobierno y Oposición se reduce ya a movilizar la mayor cantidad posible de mierda. La política se ha convertido en el arte de controlar el ventilador y de gestionar bien la dosis de mierda que a cada uno le ha tocado en suerte. De un hombre un voto hemos pasado a un voto un truño de mierda. 
Todo empezó cuando la poli dio el paseíllo mediático a los jefes del clan Dillinger mallorquín, una costumbre judicial que siempre se dispensa al choricillo, vaquilla, torete y robagallinas sin carné de partido (hoy día, el carné de afiliado abre más puertas que el de identidad, o sea, y lo mismo sirve para aprobar unas oposiciones a astrónomo mayor del ayuntamiento que para hacer la compra en Mercadona). Pero al PP le ha molestado mucho que los maderos metan en la misma lechera policial al delincuente de guante blanco y al clinero de semáforo, latón en mano, dentadura postiza y brik Don Simón. ¿Pero esto qué coño es?, deben estar pensando ellos. ¿Detenernos a nosotros? ¿Investigarnos a nosotros? Oiga usted, nuestra corrupción es tan buena y tan limpia como cualquier otra y no nos la toca ni Dios. Un respeto. 
Entonces a De Cospedal, esa chica telva ansiosa por despertar a nuevas experiencias, se le ocurre soltar que hay una conspiración sionista del Gobierno contra el PP. Suelta la barbaridad y luego corre a darse un chapuzón, como muy bien ha dicho el estilete Rubalcaba. De Cospedal debe estar leyendo a Kafka, que también se fue a la piscina mientras estallaba una guerra. 
María Dolores, ay María Dolores, la Lola que se va a los puertos predemocráticos, la faraona de una Génova invadida por los piratas y bajeles de la Gürtel. ¿Por qué lo has hecho Lola? ¿Por un puñao de parné? Bien pagá fuiste mujer. Y así tenemos que Lola, la dinamitera Lola, revienta el sistema y luego defiende el fondo de armario de Camps y luego se da al remojo tonto en el jacuzzi y después, sin quererlo ni beberlo, posa su bikini mojadito de infamia en la tumbona de flores, cómo vivimos la biuti, chata, oyes. Y así es como se arrasa un país. Y así se liquida un Estado de Derecho. Y así se fulminan, se finiquitan, se matasellan treinta años de difícilísima, costosísima y valiosísima democracia. 
Mientras tanto, Trillo, el galán alcanforino y entupetado fuera de temporá, va guisando la mentira, amasando la fábula, modelando la farsa con unas supuestas grabaciones que ni siquiera Rajoy conoce. Rajoy nunca se entera de nada. Rajoy sólo raja y deja rajar. Ahora quiere ver en Zapatero a un inquisidor moderno que ha ordenado una caza de brujas. Vacas, cerdos, guerras y brujas, según escribió Marvin Harris. En eso ha quedado la joven y estuprada democracia española. Las vacas sagradas son esa casta de políticos voceros que vive a costa del titular malsano y mañanero del rotativo; los cerdos esos mercaderes del templo, los bigotes y correas que van galvanizando la corriente de la corrupción; las guerras las que se inventa esa misma casta de políticos ociosos y desocupados; y las brujas los espías que sólo están en la mente truculenta de una derecha esquinera y flipadilla. España es un país de condes salvapatrias y saltatumbas, ya lo vio Ortega: «Casacas bordadas de pupilas». 
Ahora creen que todos estamos en su contra: la policía, los jueces, los fiscales, los periodistas, el parlamento, toda la pesca democrática. No les gusta Montesquieu. Añoran el Nodo, la concentración de poderes del tío Paco. Han incendiado el país. Bosques de fuego, bombas ciegas, etc... 

Imagen: Forges

EL TRANCAZO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 24 de agosto de 2009)

Los tercios llevaron la sífilis a América y ahora América, serpiente multicolor y emplumada, nos la devuelve en forma de trancazo azteca y mortal. Primero fue el mono bujarra que atracó en San Francisco, capital del whisky, para hacer del galán Hudson un espectro de pómulos hinchados. Luego fue la vaca chalada. Más tarde el pollo enfrebrecido. Y ahora nos llega esta movida del gorrino estresado y constipado con la que damos la brasa los periodistas y que está acollonando al personal. 
Uno cree que toda esta cosa de la gripe A es una pieza más del motor que hoy mueve el mundo: el miedo. Todos tenemos miedo a algo o a alguien. Miedo al terrorista, miedo al cobrador del frac, miedo al paro, miedo al tótem de diorita que nos llega de África con la simiente dorada de Usain Bolt, un rayo negro y fugaz que ha roto en mil pedazos las leyes newtonianas. Yo mismo, como buen hipocondríaco que soy, y a mucha honra, le tengo pánico a la migraña, por eso siempre viajo con una aspirina debajo del brazo. Woody Allen cree que el miedo es su compañero más fiel porque jamás le ha engañado para irse con otro. Luego, ¿o fue antes? alguien dijo aquella chorrada de que el miedo es libre. Y un carajo. No hay nada tan paralizante, esclavizante y determinante como un ataque de miedo. 
Pero me juego el chilindrín a que esta pandemia nos la quieren aplicar unos señores de Wall Street para que no pensemos en que la empresa SA, o sea sin alma, va a ponernos de patitas en la rue. Los analistas que echan las cartas ya anuncian un calentamiento otoñal con un millón de paratas subiéndose a la parra del Gobierno, mendigos de latón, clineros de semáforo, cojos Mantecas rompiendo escaparates y un actor oportunista en el estrado haciendo de Lenin. Lenin millonario, eso sí. Como pasa siempre cuando arrecia una crisis, el gurú de turno de la CEOE, el bonzo de los bolsillos reventones de pela, el anciano de la tribu de calvorones con pastón (esta vez le ha tocado a un tal Díaz Ferrán) anda por ahí el hombre exigiendo más flexibilidades y facilidades para seguir practicando el genocidio laboral. Está visto que el rico es un glotón insaciable. Peor plaga que la peste es la plaga de la pasta. Así que he aquí un Gobierno acorralado por la gripe, por los gatsbys y por el lumpen, por la derecha y por la izquierda, por ratones y hombres. Y De Cospedal y Trillo, mientras tanto, dándole y dándole a la rueca de la mentira. Se equivocó Zapatero donando el Tesoro de Atreo a los bancos. Sólo digo que si el PSOE hubiera meditado un poco más, si hubiera administrado mejor la escasez en lugar de la riqueza, como corresponde a un Gobierno socialista, ahora habría más subsidios para cubrir más paro. 
Hay quien cree que el virus de la gripe A, el bichito malvado ése, se ha incubado en un corredor de la muerte porcino y transgénico, un gulag ganadero en el que malviven los sufridos y hacinados marranos del profundo Kentucky. Mira que nos lo avisó Orwell: los animalitos se revolverán contra nosotros. El caso es que los yanquis, desde que se han quedado sin enemigos, andan malmetiendo con su guerra blenorrágica. Ya no pueden recurrir a los soviéticos, ni a los amarillos, ni a los iraquíes, ni a los marcianitos verdes, que a Obama no le llega el parné presupuestario ni para mandar un cohete con piloto/simio. Lo de las Torres Gemelas fue un ensayo nuclear, el terror global televisado, en cinemascope, en prime time. Una obra maestra bien financiada por el moro extremo y bien guionizada por el gobierno Laden/Bush. Después de aquello sólo había una cosa que pudiera meter más miedo: una pandemia como Dios manda, un diluvio de bubónicos, medievales, engripados y acatarrados irreversibles. Y en eso están ahora. 
Bien mirado, nos creíamos que nos iban a mandar al otro barrio con un mal polvete desgomado, kamikaze y flirt, y resulta que la vamos a palmar con algo mucho más trivial, un kleenex usado de segunda generación, un morreo de tornillo oxidado de infecciones, un vecino del quinto en calzoncillos agosteños que deja pegado su humus nasal en el botón del ascensor mientras se rasca los cuyons, como diría Carod, que también prepara su epidemia en la calle contra el TC. 
Hay material suficiente para que un Saramago haga ensayo. Ensayo sobre la ceguera griposa. En fin, que van a terminar encerrándonos en casa bajo arresto domiciliario y sanitario, como a góticos personajes del Decamerón. Puestos a elegir tramas siniestras que fabrican pestes baratas, me quedo con los colceños callejeros de la Transición, que eran mucho más nuestros, como de la familia, y al menos les veías la jeta cuando llegaban con la motillo, camiseta grasienta y cigarro envenenado, calle arriba, para colocarte el garrafón venenoso. Ya se sabe: más vale peste conocida que peste por conocer. Uno, que es un antiguo.

Imagen: Lucho

miércoles, 6 de febrero de 2013

LA CONSPIRACIÓN DEL TANGA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 31 de agosto de 2009)

Todo el santo verano con el cachondeíto fino de la conspiración y ahora resulta que no hay conspiración. No han podido demostrar ni un solo papel. Y sin informe, sin indicios, una teoría conspiranoica se queda en mojito con partidita de pádel en el Club Náutico, que es mayormente donde han fabricado esta culebra de agosto los guionistas en tanga del PP. 
De Cospedal y Trillo insisten y persisten en que tienen en su poder un informe. Pero ni la prensa, ni el juez, ni el Congreso han visto un mal folio todavía. 
–Claro que tenemos la pruebas, hombre. Paciencia, que se las mandamos a sus señorías en un pis pas. (Trillo a Bono antes de desayunar). 
Pero, de una forma o de otra, el papelamen no aparece por ningún lado. Como no aparecieron nunca las facturas volátiles de los trajes de Camps. A partir de ahora, cada vez que los periódicos destapen un pelotazo ibicenco, cada vez que la policía entrulle a un butronero del escaño o la Justicia clausure una boutique grandes marcas para gorrones del traje fácil, Rajoy nos saldrá con la susodicha conspiración. En cuanto uno denuncia que hay un socavón en su pueblo o una farola rota en su barrio, te tiran en cara la dichosa conspiración. Y si Paquirrín se mete a humorista es porque ha habido una conspiración por medio. Fijo. 
Quiere decirse, en fin, que esta derecha nuestra es experta en galvanizar conspiraciones. Tenemos una oposición tramoyista y montajil que pone una conspiración tras otra encima de la mesa como Hearst puso la guerra para hundirnos unas barcazas de cartón cuando aquello del 98. El resultado fue un ejército de grandes escritores.
Está bien que los chicos del PP entretengan el verano con conspiraciones de medio pelo. Ser biuti/jet es lo que tiene. Llega un momento en que te sobra tiempo, no ves la hora de empezar el curso escolar en San Jerónimo para seguir repartiendo tiza y mamporrazos al Gobierno. Te sobra el champán, te sobran las banderitas verbeneras y los pasodobles marbellíes. Te sobra hasta la siesta barrigona y azul en el yate (que éstos del PP nos han salido todos argonautas homéricos de yate). El cuerpo te pide marcha, teatro, mociones y emociones de censura. Y claro, tanto tedio ocioso llega un momento que aburre a los lagartos. Miren si no lo que le ha pasado a Melanie Griffith, el último jaquetón desguazado por Hollywood. El aburrimiento lleva al coñac y el coñac al divorcio. Es conveniente una conspiración de vez en cuando. O una buena juerga, como la que preparan los chicos del PP en Valencia para cerrar el verano más loco y cool de los últimos años. Sólo imputados y ex imputados remangaos. Plebe y prensa abstenerse. Conspiraciones versallescas y fiestas fastuosas, rubias Ferrari y grandes eventos, palco VIP y dolce vita. En eso se ha quedado el PP. 
Para conspiración la que le montaron ellos a Felipe, según recuerda el mismo Ansón en sus memorias televisivas en la Noria. Pero de ésa, claro, ya no se acuerdan. 
Franco también se fabricó su conspiración judeomasónica. Hoy por hoy, una conspiración vende mucho y bien, es la teta de la que mama el gran best seller. Y eso lo sabe Rajoy, que puede ser líder del delirio paranoico, pero no es tonto. La gente está harta de tanto realismo sucio. A la gente le gusta creer que el hombre no fue a la Luna, sino que Kubrick rodó una conspiración con astronautas de gomaespuma volando por el jardín de su casa; que Michael Jackson no está muerto, que anda por ahí, de parranda, bailando el moonwalker y sobándose los huevos; que Cristo nunca fue el verdadero mesías porque le comió la tostada María Magdalena. Y que a Manolete no lo mató un toro, qué va, que aquello también fue otra jodida conspiración. La gente, pues, quiere aventuras exóticas, niños abducidos, nazis resucitados, templarios coñazo, curas opusinos que llevan la faca debajo de la sotana, cuadros de Leonardo con kinder sorpresa, superhéroes sexuales y un Ian Fleming compostelano como líder de un partido/factoría que produce malos relatos de James Bond. 
Rajoy habla ya como un oráculo dionisíaco/gallego: «Denunciaremos, o no...». Rajoy habla oscuro, críptico, encriptado, es nuestro hombre en la Habana, o nuestro hombre en Boadilla del Monte, que por allí ya han caído algunos agentes dobles (y hasta triples). Como en el novelón cubano de Graham Greene, Rajoy quiere colarnos una aspiradora como si fuera una bomba nuclear, pretende engañar al mundo inventándose tramas de espías, topos, topillos, grabaciones, mataharis y conspiraciones de todo a cien. Ya se sabe que una mentira recorre medio mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse los pantalones, según avisa Churchill. Tanta ficción no debe ser buena para un político. Como sigan por el camino de la conspiración, estos patriotas de guardería van a terminar descoñándonos la democracia. Pues eso.

(Escrita en los días en que empezaba a arreciar la Gurtel)

Imagen: Forges

LOS COLEGIOS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 14 de septiembre de 2009)

Como todos los años por estas fechas, toca columna de niños, esos pirados bajitos. Hitchcock solía decir: «Nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton». Pero ha llegado septiembre, estanque de tristeza dorada, y toca columna escolar sobre la vuelta al barracón, que en esta comunidad autónoma los niños son como pequeños marines que en lugar de llevarlos a un colegio con jardín, claustro y campo de furbito los llevamos a un cuartel militar y desmontable, como a los cascos azules de Bosnia. Dentro de nada se va a imponer como uniforme escolar la casaca y el pantalón corto de camuflaje. Al tiempo. 
Ocurre que a los niños los tenemos metidos en barracones académicos porque la educación, tal como la viene entendiendo el PP valenciano, se ha convertido en una cuestión menor oscurecida por los ferraris, las velas, las raquetas, el cemento y la cosa. Y no es en realidad por falta de presupuesto, ni de planificación escolar, ni de maestros sabios y valientes (que ahora para ser maestro hay que ser cinturón negro, de ahí para arriba). Es mayormente porque la política educativa de esta derecha de superproducción Samuel Bronston se reduce a que no ha habido política educativa. 
O sea que caminamos hacia una legión de colegiales bunkerizados y barraqueros porque una sociedad ágrafa es una sociedad mucho más maleable, modelable, influenciable. Los niños valencianos son los reyes de la calabaza, pero eso no le importa al Gobierno Camps. Un aula llena de fracasados abrazará algún día el jersey Lacoste y la gaviota rampante. Se saca más parné dando un pelotazo hotelero en la playa que enseñando a leer a un niño. Antes que impartiendo aritmética o Historia, que la andan cambiando cada año y no hay quien se aclare, interesa una promoción de niños peleados con la ortografía, enemistados con la gramática. Y ya se sabe que un niño sin ortografía es un niño vacío de contenido, porque la sintaxis es una facultad del alma, véase Valéry. 
La conclusión de tanto desgobierno escolar es que los jóvenes de hoy terminan cayendo en la videoconsola, en el hamburguer, en el SMS de jergas cirílicas, en las malas películas de zombis, en la catana psicópata, en la escopeta de perdigones que en USA dispara balas de verdad, en la Suzuki de dos y medio y en el botellón feliz saturday night, como esos jóvenes de Pozuelo que han dejado la ciudad arrasada en una vicalvarada imberbe de incendios, orines, alcohol y porros. «Ha sido cosa de cuatro niñatos», dicen desde el ayuntamiento para quitarle hierro al asunto. No nos engañemos. Sólo se cae en el mal si no se sabe lo que es el bien, decía Sócrates, al que empujaron a la cicuta por querer hacer pensar a los jóvenes. Esto no es cosa de cuatro niñatos con un mal pedo, es algo de mucho mayor calado: el producto justo y necesario de unos padres fumetas y unos quinquenios educativos absurdos y aberrantes fabricados por los psicólogos ocurrentes del régimen. 
La juventud del PP valenciano/madrileño, la juventud huérfana de abecedario, empieza a pagar ahora tanta falta de inversión en libros y pupitres. Estos chicos son ya la generación del dinero, que es la filosofía que ha propagado el PP todos estos años. Son la generación del tocomocho político, de las cenas-homenaje para defraudadores de Hacienda, del comisionista yuppi, bigotón, trepador y chupasangres. Lo malo es que un presente sin colegios es un futuro de cárceles y parados. Y así nos va. Esta juventud que están creando los doctores Frankenstein del Consell no conoce a Bruce Springsteen, no ha leído nunca una mala línea de Kafka y de Franco apenas intuye que era un señor bajito con muy mala leche, y eso con suerte. No es necesario, ocupado lector, recordar lo que le pasa a un pueblo que cae en la amnesia. 
Esta derecha que quiere dar clases de Ciudadanía en inglés o en chino mandarín (precisamente para que los niños no entiendan lo que es la ciudadanía) está abonando una adolescencia iletrada, opulenta, egocéntrica, nihilista y malcriada. Ellos cachitas de gimnasio, reyes del cabello trasquilado y del gayumbo asomadizo, pandilleros del balón. Ellas tatuadas como cómics, operadas del tetamen y anilladas hasta el chichi. Viven en un botellón perpetuo y caribeño, abierto hasta el amanecer, y vuelven a casa folladísimos y con un resacón tonto y dominguero. Los cincuenta nos trajo a los roqueros, los sesenta a los hippies, los ochenta a los arquitectos de la movida democrática. Pues esta generación estupidizada y anestesiada del PP es yerma, estéril, no cree en nada, no sabe de nada, se disuelve en la nada. 
Ahora Esperanza Aguirre quiere ir contra el puterío que se gana la vida honradamente. La caza a la hurgamandera se ha abierto también en Barna. Reprimen a las prostis mientras los colegiales de Atila, camastrones e ignorantes, hacen pellas para darse a la inocente kale borroka. Que dejen en paz a las distraídas del tanga, hombre, que no le hacen daño a nadie. Y al alumno navajero y gansteril, un pico y una pala. 


Imagen: Forges