(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 18 de mayo de 2009)
Han mentido, han patrocinado el chollo facilón, se han vestido con el truculento traje del tocomocho, han convertido la democracia en un mercado de baratillo, han enterrado los ideales, han dilapidado el gran sueño de Pericles. Estos dandis del PP valenciano, cuyos nombres aparecen impresos en los folletines policiales de Garzón, no pueden caer más bajo. Camps, Costa, Campos, las tres ces incógnitas. Ya están todos imputados.
Con mucho menos material del que hay en la Gurtel, habría escrito Tom Wolfe La hoguera de las vanidades. Pensaban que podían seguir manteniendo una amistad peligrosa, sin mancharse las manos, con El Bigotes, ese Anticristo forrado de Armani. Y ahora ya ve el lector quién mandaba en realidad en el sillón de la Generalitat, no era Camps, el presidente, qué va, era un corsario de las finanzas de mostachos dalinianos, un Jaime de Mora y Aragón pirata, frívolo y sombrón.
Imputados, qué fuerte. A Felipe le colgaron el inri de señor Equis, aunque nunca le cogieron en nada porque siempre fue un cíngaro listo. Pero es que estos primerizos del escándalo se han dejado pillar la equis a las primeras de cambio, y a Camps hasta le han pillado esa jerga ruborizante y vergonzante de cowboy indeciso en plan Brokeback Mountain.
Ya no son presuntos implicados, han ascendido en la carrera judicial. Ahora son imputados, un respeto. Carlos Fabra les asesorará, es un veterano del Vietnam jurídico. Quién la mandaría meterse en esa guerra bacteriológica de los pesticidas, en esa jungla asiática de papelorios y cuños falsos. Con lo tranquilo que estaba él montando su mecano aeroportuario para nórdicos aburridos. Según se va viendo ahora, Fabra tenía también un oscuro ángel de la guarda, el empresario Vilar, que hoy es un Conde de Montecristo del talego maño. Los hombres del dinero sucio siempre van detrás de los políticos de aspecto limpio. Los Krupp se escondieron detrás de Hitler, March lo hizo con Franco. El poder y el dinero son dos caras de la misma moneda.
Todo un Gobierno imputado, qué flash. Toda una cancillería atrapada bajo la pesada sombra de la sospecha. La sospecha en política es algo inadmisible, perverso, vergonzante. Pero aquí nadie se plantea una dimisión en condiciones. La dimisión es el suicidio honroso del político. El suicidio hizo grande al Romanticismo, aquella cosa de Larra. Está visto que estos enamorados de la moda juvenil no son nada románticos. Son más bien de la corriente materialista.
Y así van. Arrastrando como sísifos bien trajeados, la pesada piedra de los rumores y evidencias; sufriendo, como pobres Segismundos, el grillete de bulos, chistes y noticias; peregrinando en romerías alicantinas para que el ciudadano pueda ver sus rostros, entre atormentados y compungidos, de San Sebastianes atravesados por las flechas. Prefieren aferrarse al escaño, cerrar filas, aguantar, vagar, como los espectros palaciegos de Shakespeare, por congresos, presentaciones, pasarelas, galas, desayunos, cenas, ruedas de prensa y reuniones varias, siempre las pesadas reuniones que no le dejan tiempo a uno para medirse en el sastre ni para desestresarse con el hobby apasionante de los sulfatos agrícolas. ¿Cómo se puede vivir y dormir sabiendo que no encuentran las dichosas facturas, que los trajes salen del armario ropero y se revuelven contra ti, que los sastres te han salido curas largones y no te respetan el secreto de confesión? ¿Cómo se puede vivir sabiendo que un mejunje venenoso anda por ahí, por los campos, por los fruteros familiares? Lo bueno que tiene decir la verdad es que no tienes que acordarte de nada, en eso tenía razón Mark Twain. Aunque a ellos no les interesa la verdad.
Ya los tenemos a todos imputados. Sin duda, el sillón debe ser una droga muy dura. Están enganchados, encocados de poder, ciegos de poltrona. Muy bien asesorados, eso sí, en eso que llaman dilación del procedimiento judicial. Muy bien entrenados en dar largas, en ganar tiempo, en echar balones fuera. De cuando en cuando se tiran algún nardo y dicen que todo es un montaje de la oposición o una venganza de periodistas resentidos o denuncian que alguien ha filtrado datos del sumario, el viejo truco del secreto de sumario que siempre busca anular el escándalo. Eso quisieran ellos, que el escandalazo se anulara, olvidara y quedara atrás como un mal sueño. Han olvidado que la grandeza de la democracia es que hay prensa, televisión, radio, gente a la que le interesa la verdad. Ahora ya es tarde para casi todo. Ahora ya están todos imputados.
Imagen: Manel F.
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