viernes, 8 de febrero de 2013

LAS CORSARIAS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 11 de mayo de 2009)

Trajes de seda de mil pavos, maletines que viajan al Caribe, cochazos de mil caballos que vuelan por las autopistas, un diluvio bíblico de comisiones y comisionistas, y ahora tías en bragas, plumas y ligueros. Todo eso es lo que va saliendo de los albañales de la Gürtel. Cuenta Levante-EMV que a Camps y a Costa los van a imputar finalmente. Que los imputen, así podrán defender su honor, como dicen ellos. 
Pero entre que los imputan y no los imputan, otro tabloide ha publicado estos días en qué se gastaban Correa y El Bigotes la calderilla de los contratos que les firmaba el PP: en un espectáculo de varietés, en una revistilla de pornoaventura, en Las Corsarias, o sea. 
Quisieron montar un gran musical con Malena Gracia, Marlene Mourreau y Rosanna Walls como grandes estrellas. Y claro, con semejante cartel de chais no pudieron pasar de un mamachicho de sex shop con más muslamen que ingenio literario. Así que el show fue clausurado a los tres días por falta de público, dinero y vergüenza torera. Normal, esta vez les ha fallado la visión empresarial, no han sabido ver que los tiempos del cine X y del teatro X ya pasaron, hoy el crápula noctámbulo no necesita pagar entrada en ningún vodevil para ponerse a tono, prefiere esa intimidad delictiva, tecnológica e irreal que dan las chinorris de la webcam. 
Calidad no puede decirse que tuviera demasiada calidad el musical de estos productores del teatro absurdo (no confundir nunca con teatro del absurdo, un movimiento bastante más coherente). En Días felices, un clásico del género, Beckett nos muestra a una mujer que se va hundiendo, acto a acto, en un montículo de periódicos quemados. Con estas mujeres-pirata, que son una mala imitación de las de Jacques Tourneur, los bucaneros de la Gürtel nos dejan otro clásico de nuestro tiempo, las corsarias pechugonas de la corrupción, la pechuga opulenta del pirateo político, la teta corsa, negra y venérea que ha ido engordando estos años a costa de Costa. 
Todo régimen se construye con sus artistas, escritores y arquitectos de cabecera. El PP, como no, ha delegado en los suyos, que tienen su forma de entender el negocio del arte, el arte del negocio. Sin duda, Correa y El Bigotes son los intelectuales de esta derecha de farándula y pasarela. Eran los negros en la sombra que escribían las comedias y farsas del PP. Eran los figurantes, los tramoyistas, los artistas, los mánagers, los productores, los Pajares y Esteso que cantaban bingo en la trastienda del Casino de la democracia. De vez en cuando caían unos duros y montaban un musical de mal gusto, como esa cosa de Las Corsarias que no hay por dónde cogerla. Baudelaire pensaba que quien practica el mal gusto lo hace por ese placer aristocrático de desagradar. El mal gusto no es un delito, aunque debiera serlo, desde aquí doy mi voto para una reforma penal o un referéndum en condiciones, ahora que se ha ido Ibarretxe.
Los jueces dirán si el Bigotes le pedía contratos a Camps como un colega le pide fichas a otro para seguir jugando al póker. En el póker hay que entrar fuerte. Se entra fuerte pidiendo un Mundial de Vela, una visita papal o el Vaticano, para que luego te den un concurso de paellas o una verbena en Castell de Cabres. Todo es saber pedir, hombre, qué te voy a contar yo, Bigotes, si te los has pasado a todos por la piedra. 
Habrá que ver cómo termina el cabaret de la Gürtel. De momento, el PP tiene un problema. La verdad siempre es un problema. Lo sabemos muy bien los que sufrimos en silencio una columna hemorroidal y semanal. Se nos exige ser circunvalativos, difusos, oblicuos, sugerentes, indirectos, transversales. No herir sentimientos, ser políticamente correctos, parecer educados. Pero uno se queda con el estilo afilado, claro y cervantino del diputado socialista Ángel Luna: «Señor Camps, se le van agotando las excusas, se le van apreciando las mentiras». 
Las Corsarias de Correa/Bigotes Productions son las rollizas de este Botero autonómico y esperpéntico en el que nos han metido, la metáfora cutre de una época, la puesta en escena horteraza del gobierno bipolar Aguirre/Camps. Las Corsarias le han puesto libreto, música, texto y coro a una zarzuela que bien podría titularse Don Francisquito, El sastrecillo valiente o La Corte del Faraón. El caso es que dos pilletes casposillos se lo estaban pasando pirata con nuestro parné. Hay que joderse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario