lunes, 18 de febrero de 2013
EL REY PASMADO
Señor Rey: De todo este avispero que se le ha montado en Zarzuela por culpa de un yerno que va todo el día empalmado, lo peor no es que se haya dado a la caza fácil del elefante, ni que se haya rodeado de una camarilla de mariocondes de la vida, ni siquiera que aún no haya hecho públicas las cuentas de Zarzuela. Lo que nos parece peor de todo es que un conquistador de su talla, un borbón contrastado en mil batallas amorosas, al final se haya dejado conquistar/engatusar, incomprensiblemente, por una corina o corista del montón con trazas de princesa prusiana vividora y marbellí.
Esos correos electrónicos sospechosos del chantajista Diego Torres no dejan mucho lugar a la duda, no dejan coartada posible a los juancarlistas. Si Corinna, su amiga de cartas y monterías, mantenía relaciones muy mercantiles con el Duque Empalmado bajo amparo de "SM" urge una explicación ya. El silencio de un monarca deja huérfanos a sus súbditos.
A un hombre como usted, señor Rey, a un estadista experimentado que supo torear a los militarotes fachas del 23F, algunos le admirábamos sus dotes de mando, su olfato y su sentido de la estrategia política. Pero parece que lo que no han podido lograr los enemigos de la Monarquía en varias décadas de buena democracia lo ha podido una canita al aire a destiempo. Torres dice que Iñaki daba el pelotazo y usted el braguetazo. Resulta triste y grave que tal escándalo de dimensiones bíblicas salpique a la jefatura del Estado y ningún asesor le aconseje un desmentido rotundo y balsámico. Hable sin tapujos señoría, explíquese, no quede como un Rey pasmado, porque se nos cae un mito y un régimen, aclare las reuniones con amigos poco recomendables, cuente las cenas de Zarzuela con vendedores de humo y aire (ver Camps y Rita). Convénzanos, en fin, de que no ha podido más su sangre brava, caliente, borbónica, que su sentido de Estado. Cuando se deja entrar en la Corte a una cortesana sin pedigreé se corre el riesgo de arriesgar un Reino. Sobre aquellas correrías con Bárbara Rey ya se echó tierra en el 95, pero ahora es otro tiempo, señor Rey, la miseria corroe al país, los arruinados se arrojan por la ventana como en el crack del 29, la revolución seduce al pueblo. Es momento de la transparencia, del destape político, como ha hecho la sobrina de Aznar, que se ha destetado en Interviu desvelando que su tío es un gamberro.
A Ansar le sale rana su sobrina y a SM le ha salido otra rana más aristocrática pero igual de peligrosa, señor monarca, una tal Corinna que se estaba aprovechando de la centenaria monarquía española para hacer doblones con su yerno en los salones sagrados de palacio. Y eso, majestad, es algo que ni nosotros ni doña Sofía deberíamos permitir. Nunca debió haberse ido de safaris furtivos a África con una espía del amor. Le ha pasado como a Clark Gable en Mogambo: el cazador cazado en un calentón poco meditado que ha tirado por la borda una obra política, un reino, un país. Un calentón que nos va a salir demasiado caro.
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