(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 19 de octubre de 2009)
A mí me parece, Paco, tron, que la gente, el gentío, los valencianos del norte, del centro y del sur, ya no te comprenden. Lo que pasa es que éste es un país cruel que gusta de martirizar toreros, folclóricas, futbolistas y hombres de Estado. Y claro, tú ibas para hombre de Estado, ibas de único. La envidia, ya ves. Ahora estás a punto de perder un trono, un carrerón, un retal de la Historia por esta movidilla de la Gürtel de la que hablan ya hasta los americanos de América. Pero siempre nos quedarán tus trajes, Paco, querido. A mí, personalmente, me gustaban tus trajes, aunque fueran prestados, regalados o de estraperlo. Sobre todo el que llevaste aquel día vaticano del Papa. Qué hechuras, qué corte, que delicatessen textil/sutil. ¡Y qué chaleco prístino! Como los que llevaban Redford y Newman en El Golpe, de ahí para arriba.
No hagas caso de las malayas lenguas, que son todos unos cromañones. Tú a lo tuyo, a darte al vacile del traje, a tu mundo virtual de champán, flashes, candilejas y neón. La maldita oposición, Pepiño Blanco, Pedro Jota, los viñetistas, toda la majada mediática y política hispánica, se ríe ahora de tus modelitos elegantes y principescos. Pero nadie habla del caché y del chaqué, de la política de alta costura que has instaurado estos años, de tu toque celebrity, total, de la esbeltez y aprestura con la que has paseado esos trajes patrióticos por medio mundo y parte del extranjero. Porque pasear esos trajes era como vender cien camiones de azulejos, o mejor aún, de horchata, que para el cóctel de la etiqueta combina mejor. Déjalos. Perdónalos, porque no saben lo que es la moda, el glamour, el dandismo. Sí, el dandismo. Te han crucificado por dandi, por pincel, como a un Cristo de la pasarela Cibeles, aunque no nos engañemos, tú también has vendido y decapitado, por treinta trajes de oro, a tu Pedro particular y superinocente, claro, a Ricardo Costa, un tentetieso dandi del flower power que ahora llora como mujer los trajes que no ha sabido defender como hombre. Lágrimas de cocodrilo sobre zapatos de cocodrilo (Martinelli, siempre Martinelli).
Algunas veces hemos dicho aquí que el error de este gobierno no han sido los sobornos (que también) ni los regalos (que por supuesto) ni las comisiones, ni el Filesa fallero. Este gobierno no muere de un revés de Código Penal ni de un resabiado fiscalote anticorrupción ni de las maldades de ese soplón cantarra y largón, José Luis Peñas (por quien ahora te despeñas, Paco). No, este gobierno muere de un subidón de dandismo incomprendido, de narcisismo nihilista, de un chute de moda juvenil prerrafaelita y romanticón. Eso es, un subidón de poder, que el poder embriaga más que esos inciensos exóticos y orientales que, para narcotizarte y vampirizarte, te insuflan en Milano y en tantas y tantas boutiques internacionales que tú y Costa os habréis pateado estos años.
O sea, que esos trajes, esos trajes de alta comedia Lubitsch, yo los admiro y hasta los envidio, qué coño. Seguro que te has inspirado en Cary Grant, seguro que te has visto reflejado en el mejor actor que ha dado Hollywood, porque se te transparenta la escuela del enredo sofisticado, te conoces el percal, anda que no. Los que sólo tenemos cartera para americana de pana con codera sociata y gracias, los que nos hemos quedado en progres y pobres, jamás podremos saber y entender lo que es llegar bien puesto, con el subidón almidonado de la raya diplomática, a las grandes cancillerías del mundo y de la moda. Napoleón pasó a la Historia por su sombrero bicorne, tú pasarás por tu frac fascinante.
Hasta Pedro Jota dice, ahora, que esto no es cosa de cuatro trajes, sino algo de mucho mayor calado, de financiar todo un partido, de financiar toda una época enjalbegada de fango. Pues mándalos a todos a chuparla, como hace el buda futbolero y peludo Maradona. Por mucho que digan, tú y yo sabemos que esto no ha sido por la pela, que «todo este lío», como tú dices, ha sido por la estética, por la clase.
Paco, has jugado a premier distinguido, a lord inglés del Turia, y eso no te lo perdonan ni tus amigos marianistas ni tus enemigos zaplanistas. Has vestido el Poder, para siempre, con grandes marcas, aunque sean marcas hiladas con el hilo suciamente dorado de la sospecha. Has impuesto un estilo, como Emidio Tucci o el bello Brummel, y has tirado el dinero del pueblo en casinos de chorizos con bigote y en sastrerías traicioneras. No te lo reprocho, el dandismo es como una secta masónica que te abduce y te seduce. Fracasarás como político, como líder, como guía espiritual. Pero te quedarán los trajes. Ya todos dicen que eres un golfo. Pues para mí que eres un dandi.
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