(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 1 de junio de 2009)
Cuando un político se disuelve en el sistema, en el partido, en el aparato (con perdón) es que está empezando a pasar a la Historia, al museo de cera o al hogar del jubilado, que viene a ser casi lo mismo. Así, cuando Aznar se diluyó en un sistema más amplio y transnacional, el sistema yanqui/Bush, perdió carisma, personalidad, aura, aquello caudillil que lo llevó a la Moncloa. Y ahí se acabó el político.
Pues lo mismo les pasa ahora a estos boys del PP valenciano: que para esconder sus miseras judiciales se están diluyendo en un sistema superior, mecánico, oscuro. Así, Aparici defiende a Fabra, Fabra defiende a Costa, Costa defiende a Camps, Camps se defiende a sí mismo, y Rajoy, que es el supersistema en carne y hueso, los defiende a todos. El sistema es como el eterno retorno de Heráclito, una danza cósmica de fuego en la que todos ponen la mano por todos y todos se acaban quemando.
De ese eclipse del hombre por el sistema le viene a Fabra la atrofia lingual de los últimos tiempos. No habla, no contesta, no opina sobre sus pleitos. Es obvio que se ha diluido en el sistema. Por eso, cuando un periodista le interpela, él se limita a musitar por los pasillos: «Siguiente pregunta, siguiente pregunta», y vámonos corriendo a las fiestas de Santa Rita, hombre, que se acaban. Eso es que ya está en el sistema, ha sido automatizado, configurado, reprogramado por asesores y abogados para que diga lo que el sistema le ordena que diga. Quiero decir que el señor Fabra ha dejado de ser el señor Fabra, se ha disuelto en el sistema, y no hablo si no es en presencia de mis fontaneros.
La primera consecuencia para un político, un líder, un espadón que deja de cavilar por sí mismo y piensa en plan sistema, es que acaba diciendo incoherencias, como le pasaba al doctor Strangelove de Teléfono Rojo cuando se le iba la pinza y el brazo fachilla. Una incoherencia es lo que ha dicho J. J. Ripoll, presidente alicantino, al pedir cárcel para los periodistas que han publicado el papelamen de la Gürtel. Si se analiza, es normal que diga estas cosas. Un cerebro descerebrado por el sistema siempre acaba desvariando. Al día siguiente, cuando se quitó el chip sistemático y lo guardó en la mesita de noche, el hombre pidió perdón, lo cual demuestra que pensar en clave sistema es como estar poseido un ratito.
Otro ejemplo: Alberto Fabra. Él también ha sido zombificado por el sistema, o se ha dejado zombificar. Para el alcalde, los sociatas se han vendido a un violador, o sea, a ese empresario pagano que denunció a Fabra y que ahora está enchironado cual Conde de Montecristo de una cárcel mañica. ¿Pero a qué violador se refiere el señor alcalde? ¿Los jueces y juezas que están aireando los asuntos escabrosos son violadores? ¿El fiscal que ha pedido cárcel para Fabra es un violeta peligroso también? ¿Los maderos y picoletos que andan detrás de los trapos sucios van por ahí abusando por retambufa y de forma no consentida del personal? Otra vez estamos ante el síntoma, la fiebre, el brote, la cosa que lleva implícita el sistema. De una u otra manera, al final, en el PP siempre se acaba imponiendo el discurso del sistema a la reflexión inteligente. Se agarran al sistema como aquella marujona de Martes y Trece se agarraba a su detergente Gabriel.
Rajoy, sin ir más lejos. Ahora nos sale con que unos «inquisidores del siglo XXI» quieren acabar con el PP. Es el sistema el que está hablando por su boca. El sistema que lo ha metido, hasta el tuétano, en el papel de una Santa Úrsula defensora de pobres vírgenes ajusticiadas.
Ortega nos alertó sobre el hombre/masa. El PP nos trae el hombre/sistema, que se niega a pensar porque pensar conduce siempre a la verdad y la verdad es dolorosa. Lo malo es que el hombre/sistema, el político/sistema, lleva a la estupidización de la democracia, la ideología de lo memo, el discurso gilichorra. Uno ve en esta neurosis del sistema un segundo acto de cuando aquéllo del 11-M, lo de la mochila de Vallecas y lo del matarratas de Pedro José. Entonces también entró en juego el sistema, el sistema se hizo cargo de la situación, y todos, mayormente Zaplana y Acebes, se pusieron muy largones y empezaron a soltar cosas sin sentido y dieron barra libre al inconsciente subterráneo y reptilíneo.
Jung cree que el hombre que no asume su final ya está en la patología y debe tumbarse en el diván. Es evidente que algunos del PP no asumen que ha llegado el final. Para mí que le están pegando fuerte al Prozac.
Imagen: Leandro
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