Todo el santo verano con el cachondeíto fino de la conspiración y ahora resulta que no hay conspiración. No han podido demostrar ni un solo papel. Y sin informe, sin indicios, una teoría conspiranoica se queda en mojito con partidita de pádel en el Club Náutico, que es mayormente donde han fabricado esta culebra de agosto los guionistas en tanga del PP.
De Cospedal y Trillo insisten y persisten en que tienen en su poder un informe. Pero ni la prensa, ni el juez, ni el Congreso han visto un mal folio todavía.
–Claro que tenemos la pruebas, hombre. Paciencia, que se las mandamos a sus señorías en un pis pas. (Trillo a Bono antes de desayunar).
Pero, de una forma o de otra, el papelamen no aparece por ningún lado. Como no aparecieron nunca las facturas volátiles de los trajes de Camps. A partir de ahora, cada vez que los periódicos destapen un pelotazo ibicenco, cada vez que la policía entrulle a un butronero del escaño o la Justicia clausure una boutique grandes marcas para gorrones del traje fácil, Rajoy nos saldrá con la susodicha conspiración. En cuanto uno denuncia que hay un socavón en su pueblo o una farola rota en su barrio, te tiran en cara la dichosa conspiración. Y si Paquirrín se mete a humorista es porque ha habido una conspiración por medio. Fijo.
Quiere decirse, en fin, que esta derecha nuestra es experta en galvanizar conspiraciones. Tenemos una oposición tramoyista y montajil que pone una conspiración tras otra encima de la mesa como Hearst puso la guerra para hundirnos unas barcazas de cartón cuando aquello del 98. El resultado fue un ejército de grandes escritores.
Está bien que los chicos del PP entretengan el verano con conspiraciones de medio pelo. Ser biuti/jet es lo que tiene. Llega un momento en que te sobra tiempo, no ves la hora de empezar el curso escolar en San Jerónimo para seguir repartiendo tiza y mamporrazos al Gobierno. Te sobra el champán, te sobran las banderitas verbeneras y los pasodobles marbellíes. Te sobra hasta la siesta barrigona y azul en el yate (que éstos del PP nos han salido todos argonautas homéricos de yate). El cuerpo te pide marcha, teatro, mociones y emociones de censura. Y claro, tanto tedio ocioso llega un momento que aburre a los lagartos. Miren si no lo que le ha pasado a Melanie Griffith, el último jaquetón desguazado por Hollywood. El aburrimiento lleva al coñac y el coñac al divorcio. Es conveniente una conspiración de vez en cuando. O una buena juerga, como la que preparan los chicos del PP en Valencia para cerrar el verano más loco y cool de los últimos años. Sólo imputados y ex imputados remangaos. Plebe y prensa abstenerse. Conspiraciones versallescas y fiestas fastuosas, rubias Ferrari y grandes eventos, palco VIP y dolce vita. En eso se ha quedado el PP.
Para conspiración la que le montaron ellos a Felipe, según recuerda el mismo Ansón en sus memorias televisivas en la Noria. Pero de ésa, claro, ya no se acuerdan.
Franco también se fabricó su conspiración judeomasónica. Hoy por hoy, una conspiración vende mucho y bien, es la teta de la que mama el gran best seller. Y eso lo sabe Rajoy, que puede ser líder del delirio paranoico, pero no es tonto. La gente está harta de tanto realismo sucio. A la gente le gusta creer que el hombre no fue a la Luna, sino que Kubrick rodó una conspiración con astronautas de gomaespuma volando por el jardín de su casa; que Michael Jackson no está muerto, que anda por ahí, de parranda, bailando el moonwalker y sobándose los huevos; que Cristo nunca fue el verdadero mesías porque le comió la tostada María Magdalena. Y que a Manolete no lo mató un toro, qué va, que aquello también fue otra jodida conspiración. La gente, pues, quiere aventuras exóticas, niños abducidos, nazis resucitados, templarios coñazo, curas opusinos que llevan la faca debajo de la sotana, cuadros de Leonardo con kinder sorpresa, superhéroes sexuales y un Ian Fleming compostelano como líder de un partido/factoría que produce malos relatos de James Bond.
Rajoy habla ya como un oráculo dionisíaco/gallego: «Denunciaremos, o no...». Rajoy habla oscuro, críptico, encriptado, es nuestro hombre en la Habana, o nuestro hombre en Boadilla del Monte, que por allí ya han caído algunos agentes dobles (y hasta triples). Como en el novelón cubano de Graham Greene, Rajoy quiere colarnos una aspiradora como si fuera una bomba nuclear, pretende engañar al mundo inventándose tramas de espías, topos, topillos, grabaciones, mataharis y conspiraciones de todo a cien. Ya se sabe que una mentira recorre medio mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse los pantalones, según avisa Churchill. Tanta ficción no debe ser buena para un político. Como sigan por el camino de la conspiración, estos patriotas de guardería van a terminar descoñándonos la democracia. Pues eso.
(Escrita en los días en que empezaba a arreciar la Gurtel)
(Escrita en los días en que empezaba a arreciar la Gurtel)
Imagen: Forges
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