(Publicado en Levante-Emv el 14 de diciembre de 2009)
Parece que ahora sí, que ahora va en serio, que el juez quiere saber la verdad sobre el Caso Fabra, pim, pam, pum, a por el mito otoñal de la década del burle glorioso, a por el rey de oros del naipe pepero.
Jacobo Pin, un juez de apellido incisivo y punzante, ha pedido datos, testigos, papeles, cosas. Parece que quiere trinchar a Don Carlos Fabra Carreras.
Pero uno cree que don Carlos, aunque lo empapelen, ya ha ganado esta guerra de pleitos. Seis años han pasado desde que lo llevaron al juzgado. Parece que fue ayer. Éramos tan jóvenes... Seis años de prestado en el poder, y lo que te rondaré morena. Mira que le han llovido titulares e imputaciones. Falsificador, defraudador, cohechador, intermediario de matapulgones de la naranja. Le ha dado igual, le ha ganado el pulso a los ropones de la Justicia (la Justicia lenta no es Justicia).
El premier diputativo ya puede ir haciéndole un corte de mangas, una peineta, una butifarra, a los inspectores de Hacienda, al fiscal, al juez, al Rey de España, si se tercia, porque se ha estado pitorreando del personal durante estos años, se ha estado descollonando de tutto il mondo, de toda la basca. Y mientras, la democracia violada, estuprada, ultrajada.
A Don Fabra ya no lo trinchan, qué cosas, oyes. Si lo cogen, no lo cogerán por malo, lo cogerán en todo caso porque le haya llegado el momento biológico, la senectud política, el crepúsculo de un jerarca que ha salido victorioso de mil juicios, de mil venganzas, de mil negocios.
Pero que no lo cogen, que no, aunque el juez parece que va en serio y ha llamado a declarar al chófer, que se pase un momento por el juzgado, si es sólo un minuto, hombre, y explique usted unos cuantos ingresos, unos cuantos millones, unos pocos de parneses que no se sabe de dónde venían ni a dónde iban. También hará la ruta de la toga el empresario Bonet, otro amic de Don Carlos. Bonet, El Avalista. Todos quisiéramos tener un avalista como ése, ponga un Bonet de guardia en su vida que le cubra hipotecas, púas, agujeros, préstamos, goteras, negocios, chapuzas. Trapicheos varios, en fin. Aquí, si tienes un avalista o un amigo banquero y tienes unos millones cosidos al braguero, una calderilla de nada, te garantizas el pelotazo. En eso ha consistido el nacionalfabrismo de estos años: en promocionar una escuela de avalistas que sabían de perras, en ascender a unos tíos bonitos y sobrecogedores que movían pesetamen de aquí para allá, en dar cuartelillo a unos testigos mudos, carlistones, que ahora ponen el rostro pálido por su jefe en el juzgado.
Qué quieren que les diga. ¿Trincar a Don Carlos? A Don Carlos ya no lo cogen. La sentencia, si es que llega, ya no será sentencia ni será nada, porque don Carlos, el padre padrone, su excelencia, se jubilará con una pensionaca de ensueño, un aeropuerto para los viajes a Benidorm, un buen puñado de loterías premiadas y un ramillete de intestinos agradecidos que han estado living la vida loca y ahora se inmolan en los tribunales, como talibanes del fabrismo, por su amo y señor. ¡Ah, cómo estará de firme, seguro y tranquilo don Carlos, que aún se permite el lujo de echarle un póquer a Gerardito Camps! «Si el Gobierno valenciano no reactiva Mundo Ilusión, él y yo tendremos un enfrentamiento personal importante», le ha llegado a decir al conseller. Con un par.
Que no le ponen el lazo, ni de coña. Que Don Carlos sigue siendo el rey, como aquel de la ranchera. Seis años de investigación judicial, un Kilimanjaro de papeles, 20.000 folios de sumario, diez jueces, diez negritos, cuatro fiscales, un escandalazo. Y ahora, a la Justicia le entran unas ganas terribles de investigar, de indagar, de rebuscar en las entrañas del fabrismo, que es un régimen con más trampas que un broker en las Islas Caimán. Marina Albiol, musa de una izquierda cada vez más útil y necesaria, no lo ha podido decir más claro: lo de Fabra es una película de los años veinte ambientada en Chicago.
Ya les digo que no lo pillan. Se va el caimán, se va el caimán, de rositas para Barranquilla. Qué coño, que le quiten lo bailao.
(Nota: Una columna tan actual que da miedo)
(Nota: Una columna tan actual que da miedo)
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