Agosto avanza y nos azota con su céfiro ardiente. Bosques de fuego, bombas ciegas y crueles, arenales y terrazas en suspensión de pagos, moribundos del trancazo mejicano, una recua de ronaldos peseteros, lapiedras de látex y jorgejavieres del putiferio rosa (a Jimmy le ha partido la pierna Pipi en un duelo de caballeros canallas). Nos llueven las siete plagas de Egipto y encima va y nos estalla una guerra en las narices, otra más: la guerra sucia Gobierno/Oposición. ¿Qué pecado habremos cometido?
Sociatas y peperos se atizan duro sobre el secarral goyesco. Espías, topos, soplones, grabaciones, conspiranoicos. Estamos en un déjà vue agosteño, infumable, en una curva einsteniana espacio-temporal. Nos quieren devolver a los viejos tiempos del navajeo, a la crispación, al thriller a la española, a Roldán, a los fondos de reptiles, a Amedo, a los GAL, pero sin fiambres vascos enterrados en cal viva, que ahora ya tenemos Internet y los crímenes se encargan digitalmente y virtualmente, como las pizzas, una costumbre mucho más segura, higiénica y moderna. No hace mucho he leído un anuncio en cierta web: palizas por encargo, se admite visa. Como en el puti.
El conflicto entre Gobierno y Oposición se reduce ya a movilizar la mayor cantidad posible de mierda. La política se ha convertido en el arte de controlar el ventilador y de gestionar bien la dosis de mierda que a cada uno le ha tocado en suerte. De un hombre un voto hemos pasado a un voto un truño de mierda.
Todo empezó cuando la poli dio el paseíllo mediático a los jefes del clan Dillinger mallorquín, una costumbre judicial que siempre se dispensa al choricillo, vaquilla, torete y robagallinas sin carné de partido (hoy día, el carné de afiliado abre más puertas que el de identidad, o sea, y lo mismo sirve para aprobar unas oposiciones a astrónomo mayor del ayuntamiento que para hacer la compra en Mercadona). Pero al PP le ha molestado mucho que los maderos metan en la misma lechera policial al delincuente de guante blanco y al clinero de semáforo, latón en mano, dentadura postiza y brik Don Simón. ¿Pero esto qué coño es?, deben estar pensando ellos. ¿Detenernos a nosotros? ¿Investigarnos a nosotros? Oiga usted, nuestra corrupción es tan buena y tan limpia como cualquier otra y no nos la toca ni Dios. Un respeto.
Entonces a De Cospedal, esa chica telva ansiosa por despertar a nuevas experiencias, se le ocurre soltar que hay una conspiración sionista del Gobierno contra el PP. Suelta la barbaridad y luego corre a darse un chapuzón, como muy bien ha dicho el estilete Rubalcaba. De Cospedal debe estar leyendo a Kafka, que también se fue a la piscina mientras estallaba una guerra.
María Dolores, ay María Dolores, la Lola que se va a los puertos predemocráticos, la faraona de una Génova invadida por los piratas y bajeles de la Gürtel. ¿Por qué lo has hecho Lola? ¿Por un puñao de parné? Bien pagá fuiste mujer. Y así tenemos que Lola, la dinamitera Lola, revienta el sistema y luego defiende el fondo de armario de Camps y luego se da al remojo tonto en el jacuzzi y después, sin quererlo ni beberlo, posa su bikini mojadito de infamia en la tumbona de flores, cómo vivimos la biuti, chata, oyes. Y así es como se arrasa un país. Y así se liquida un Estado de Derecho. Y así se fulminan, se finiquitan, se matasellan treinta años de difícilísima, costosísima y valiosísima democracia.
Mientras tanto, Trillo, el galán alcanforino y entupetado fuera de temporá, va guisando la mentira, amasando la fábula, modelando la farsa con unas supuestas grabaciones que ni siquiera Rajoy conoce. Rajoy nunca se entera de nada. Rajoy sólo raja y deja rajar. Ahora quiere ver en Zapatero a un inquisidor moderno que ha ordenado una caza de brujas. Vacas, cerdos, guerras y brujas, según escribió Marvin Harris. En eso ha quedado la joven y estuprada democracia española. Las vacas sagradas son esa casta de políticos voceros que vive a costa del titular malsano y mañanero del rotativo; los cerdos esos mercaderes del templo, los bigotes y correas que van galvanizando la corriente de la corrupción; las guerras las que se inventa esa misma casta de políticos ociosos y desocupados; y las brujas los espías que sólo están en la mente truculenta de una derecha esquinera y flipadilla. España es un país de condes salvapatrias y saltatumbas, ya lo vio Ortega: «Casacas bordadas de pupilas».
Ahora creen que todos estamos en su contra: la policía, los jueces, los fiscales, los periodistas, el parlamento, toda la pesca democrática. No les gusta Montesquieu. Añoran el Nodo, la concentración de poderes del tío Paco. Han incendiado el país. Bosques de fuego, bombas ciegas, etc...
Imagen: Forges
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