(Publicado en Diario16 el 19 de abril de 2020)
La UME entrará finalmente en el hospital improvisado de Ifema para desinfectar los diferentes pabellones después de que se haya registrado un importante descenso en el número de contagiados y de la presión asistencial. El papel de la Unidad Militar de Emergencia como cuerpo de Protección Civil está resultando crucial para limpiar de coronavirus calles y vías públicas, instalaciones médicas, residencias de ancianos, edificios públicos y centros penitenciarios. Sus intervenciones se cuentan ya por cientos y allá donde van los soldados equipados con trajes espaciales son recibidos con aplausos por la población. Una vez más, se ha demostrado que Zapatero estuvo acertado cuando decidió poner en marcha esta unidad allá por el año 2005. Sin embargo, en aquel momento no faltaron fieros detractores del proyecto, en especial el Partido Popular de Mariano Rajoy, que se postuló en contra de un cuerpo militar que siempre consideró excesivamente caro y mera propaganda del PSOE. De nuevo, al líder del PP su mentalidad integrista del ahorro y su alergia grave al Estado de Bienestar le iban a jugar una mala pasada.
Desde la bancada popular se inició una auténtica campaña de desprestigio de la UME, una unidad diseñada para intervenir ante todo tipo de catástrofes. El programa político que presentó Rajoy de cara a las elecciones generales de 2008 (en su punto 499) se refirió en estos términos a una unidad que nunca vio con buenos ojos: “El actual Gobierno ha frenado el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas y el único gesto significativo ha sido la creación de una unidad para situaciones de emergencia civil. Una decisión discutible porque implica la segregación permanente de un importante contingente para misiones no militares y con un controvertido encaje legal”.
Pese a las críticas furibundas, la UME fue todo un acierto de un Gobierno socialdemócrata como el de Zapatero. Desde el primer momento la inversión fue muy ambiciosa, con una partida inicial de 518 millones de euros que rápidamente pasó a los 1.234 y que llegó a los 1.600 millones en apenas cuatro años. Hoy dispone de cerca de 1.000 vehículos, no sólo terrestres, sino también aviones, helicópteros y embarcaciones ligeras. Incluso se han incorporado drones, como corresponde a una unidad en constante modernización. Sus efectivos se despliegan en siete bases (Torrejón de Ardoz en Madrid, Morón en Sevilla, Bétera en Valencia, San Andrés del Rabanedo en León, Zaragoza, Tenerife y Las Palmas de Gran Canarias). En total más de 3.560 militares, personal altamente cualificado para actuar contra grandes catástrofes. La hoja de servicios de la UME resulta intachable, con misiones exitosas en cientos de incendios forestales, rescates, inundaciones, temporales y heladas.
“¿Por qué crear una estructura nueva como la UME, en vez de potenciar las ya existentes como Protección Civil y bomberos? ¿Por qué no potenciar los parques de bomberos locales y, más aún, los forestales prácticamente inexistentes? ¿Por qué crear algo nuevo que duplica e incluso triplica estructuras, gastos, competencias y provoca descoordinaciones en vez de impulsar lo ya existente? ¿Tienen UME los países de nuestro entorno con climas aún peores que el nuestro, excepto en la pertinaz sequía y riesgo de incendios? Eso es lo que Zapatero nunca explicó”, se asegura en una página web de corte ultraderechista.
Hoy la historia de la UME es una historia de éxito sin paliativos. Todo ese ruido y esa furia, todo ese sectarismo populista y esa ciega estupidez, han quedado borradas por la realidad de los hechos y por el expediente intachable de una unidad de emergencias que ha contribuido a salvar miles de vidas humanas y que ha demostrado que el Ejército en tiempos de paz puede servir para mucho más que para dormitar en los cuarteles sin un objetivo claro ni una razón de ser. Tras esta epidemia habrá que replantearse qué hacemos con los más de 16.000 millones de gasto en Defensa y con los 120.000 soldados profesionales a los que no estamos dando un servicio y un cometido útil para la sociedad. Es obvio que se impone una reconversión y para ello no sería necesario suprimir las actuales unidades de ataque (lo que generaría cierto malestar en el siempre indómito Ejército) pero sí al menos especializarlas para que en momentos de catástrofes y epidemias puedan actuar también como unidades de Protección Civil. Ese sería el mejor servicio que los militares podrían hacer por su patria.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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